El presidente Luis Arce, en una conferencia de prensa en la semana que termina, afirmó que los fundamentos económicos del país están bien y que no estamos en crisis. Una vez más acusó a los opinadores de alarmar a la población con dificultades que no existen. Asimismo, lanzó una frase curiosa, por decir lo mínimo. “Quienes están por encima de los 30 años, quizás en colegio recibían sus recreos, sus mesadas en dólares. Pero hoy no, hoy el boliviano circula, es una moneda confiable, dura”.
El ministro de economía y finanzas, Marcelo Montenegro, pregona en todos los lados y cada santo día que la economía tiene un problema de liquidez temporal y no de solvencia. Faltan los washigntones por culpa de los especuladores. En rigor, si la economía fuese una persona, ésta tiene un buen trabajo e ingresos, posee tanto casas como terrenos y otros patrimonios y la gente hace fila para prestarle plata. Es decir, es un cuerpo económico solvente al cual le falta, coyunturalmente, el efectivo. Nada serio. Los fundamentos están sólidos.
Desde las más altas esferas del poder han repetido por casi 18 años que la base del modelo económico actual y su desempeño es el excedente del sector hidrocarburos capturado por la nacionalización. Este es uno de los pilares económicos.
Todos los sacerdotes y monaguillos del proceso de cambio insisten en que la escasez de dólares, diésel y otros problemas de la economía son responsabilidad de los especuladores y los fósiles del pantano neoliberal y no del agotamiento del modelo económico.
Toda la cháchara anterior es pura propaganda política, rosarios de pretextos y pirotécnicas ideológicas que, por supuesto, no corresponden a la realidad de los hechos.
Veamos a los caprichos datos y la aritmética elemental que muestran la decadencia de los fundamentos de la economía. En el 2014, Bolivia exportaba 6.600 millones de dólares de gas natural. En el año 2023, la exportación bajó a 2.370 millones de verdes.
La producción de estos hidrocarburos, hace 10 años, era de 60 millones de metros cúbicos por día (MMCD). Para el 2023, YPFB sólo produjo 35 MMCD.
En 2014, la renta gasífera que recibía el Estado era de 5.489 millones de washingtones. Al año pasado, ésta bajó a 2.000 millones. O sea, que del Estado se esfumaron 3.489 millones.
Finalmente, el origen de que el gas se hizo gas. En 2014, la inversión pública en exploración de nuevos pozos fue de 646 millones de dólares; en 2022, sólo de 150 millones.
A ver, cumpas neorrevolucionarios, manitas arriba, pero con el puño abierto mostrando los deditos: i) 6.600 – 2.370 es = a 4.230 millones de dólares. Esto es lo que cayeron nuestras exportaciones de gas en 10 años. ii) 60 – 35 es = a 25 MMCD. La producción del hidrocarburo se redujo en 42%. iii) 5.489 – 2000 es = a 3.489 millones de dólares. Este es el valor total que el Estado dejó de recibir. Por eso quedó yesca. iv) Para terminar estos sofisticados cálculos, 646 – 150 es = a 496 millones de dólares. La inversión pública se contrajo en 77%. Con claridad, estos datos muestran que los fundamentos de economía están hechos pedazos. No hay el excedente para distribuir.
Por supuesto, el masismo, en todas sus versiones, destruyó el sector hidrocarburos y ahora, sin decir Jesús, sostienen que los fundamentos económicos del modelo están intactos y que, por lo tanto, no hay crisis. Sin embargo, lo más increíble, es que el Gobierno afirma que las decisiones y resultados de los datos anteriores, que muestran claramente una economía en problemas, son consecuencia de las poderosas y malignas mentes y las lenguas viperinas de los opinadores económicos, quienes embrujaron e hipnotizaron, en la última década, a los presidentes, ministros de economía y finanzas e hidrocarburos, presidente de YPFB y a otros jerarcas del proceso de cambio. Mírame fijamente a los ojos. No respires, 1, 2, 3… te ordeno que cortes la inversión pública en el sector de hidrocarburos. Tu presidente del Banco Central de Bolivia (BCB) mira el péndulo. 1, 2, 3… gasta como loco las reservas internacionales.
Ahora resulta que cuando los tiernos ositos jukumaris del proceso de cambio despertaron del conjuro hipnótico del aquelarre de opinadores económicos, descubrieron que los ingresos de exportación de gas y las rentas de hidrocarburos del Estado habían caído, y que las inversiones y gastos del Gobierno subieron significativamente, creando un déficit público por 11 años consecutivos.
Se enteraron que han gastado, sin medida ni clemencia, más de 13.000 millones de dólares de las reservas internacionales del BCB, que aumentaron la deuda interna y externa para seguir dilapidando a manos llenas. Pues en la coyuntura actual, ¡oh sorpresa!, los dólares desaparecieron y todo por culpa, por supuesto, de los malditos perros neoliberales que hace mucho tiempo vienen alertando que el avión de la economía, literalmente, ya no tenía gas para seguir volando. Más aún, en la cabina de la aeronave, los pilotos se agarran a bacinicazos echándose de la culpa de quien estranguló a la gallina de los huevos de oro, YPFB.
¡Ah!, eso sí, están orgullosos porque ahora las mesadas escolares, se dan en bolivianos y no en los malditos dólares como en el periodo neoliberal. En la época, al parecer, a los dueños del poder actual, les daban de recreo un dólar. Con 10 centavos de dólar se compraban un rico Berlín lleno de crema. Con cinco centavos, un pito Llamita, y con otros 10 centavos de dólar, cremalines.
Veinte centavos les daba para adquirir las figuritas del álbum del mundial de los años 70. Ahora bien, según sus hermanos y compañeros evistas, desde chicos ya eran “matacambios” y se quedaban con 60 centavos de dólar. Eso sí, siempre fueron unas fieras para las aritméticas y para apropiarse de los recreos en dólares.
Confesión de cierre. En Villazón, a mí me daban mi recreo en pepitas de oro. Y mi santa madre me enviaba al colegio con un raspador de cocina. Entonces una salteña era una raspadita de la pepita de oro. La revista Billiken, dos raspaditas.