El 29/08/1985 Víctor Paz Estenssoro promulgó el DS 21060 apoyado en el “Pacto por la democracia” suscrito por el MNR y la ADN. Resumió sus motivos afirmando que “Bolivia se nos muere”. A esas alturas el capitalismo de estado consolidado en 1952 había colapsado y la economía agonizaba en el contexto de la hiperinflación. Sus señales eran la pérdida del valor adquisitivo del peso boliviano, la escasez de bienes, los mercados negros, la elevación incesante y acelerada de los precios y la debacle de los servicios. Situación muy bien descripta y explicada por Rafael Sagárnaga en “Bolivia y sus grandes crisis económicas” (OH!, Los Tiempos, 07/05/2023). Es que la economía no obedece a órdenes ni mecanismos de control de un estado interventor en ella, sino a factores propios del ciclo de producción, intercambio, consumo y distribución de riqueza. Con pruebas desde Diocleciano según Antonio Escohotado en “Los enemigos del comercio”, hasta el kirchnerismo en la Argentina según testimonios directos y actuales. A lo largo y ancho del camino estatista o como que se le quiera llamar.
Mientras Bolivia se moría, los bolivianos subsistieron. Vegetarianos y frugales por fuerza. Con mínima capacidad de compra. Aguantando enfermedades, con medicina natural o poder mental en casos graves. Eso sí, siguieron brindando por cualquier motivo con destilados de quien sabe qué, no singani, y fumando “amarrados”, no cigarrillos. Sobrevivieron con austeridad y solidaridad. En medio de otra “hiper”, la de los conflictos, cuyo eje identifica Juan Antonio Morales en “La experiencia populista de los años ochenta”: el encuentro del “populismo defensivo” del gobierno de la UDP y la “carrera salarialista” de la Central Obrera Boliviana (COB) en manos de la izquierda radical. Desorden generalizado, ausencia de autoridad y deterioro del estado de derecho en paralelo a la emisión inorgánica de dinero.
El DS 21060 recortó el gasto público para superar el déficit fiscal. Viró hacia el liberalismo: libre mercado, libre importación y exportación de bienes y servicios, libre contratación laboral y cierre de empresas estatales. Sus efectos no demoraron. La hiperinflación frenó en seco. Los mercados y comercios reabrieron sus puertas con anaqueles rebosando de bienes. A precios altos pero estables. La gente recuperó tranquilidad y esperanza aun sin poder comprar.
Tal logro implicó alto costo social por el despido de miles de trabajadores del estado. El alivio fue encarado a través de una medida paliativa, de alcances limitados: la creación del Fondo Social de Emergencia que ejecutó proyectos generadores de empleo precario. El caso de los mineros de la Corporación Minera de Bolivia fue especial. Evidenció el conocimiento que respecto de las luchas sociales poseía Paz Estenssoro. Él anticipó que las direcciones obreras de izquierda radical lanzarían una consigna imposible para asegurarse que no pudiera ser satisfecha por el gobierno para el fracaso del cierre de las minas del Estado. Se preparó para lo contrario. Ante el pedido de “beneficios extralegales” que estas organizaciones lanzaron para aceptar el retiro laboral, la respuesta del Gobierno fue positiva. Los obreros dejaron voluntariamente sus fuentes de trabajo a cambio de indemnizaciones por mucho superiores a las que según ley les correspondían.
Ante el estallido de protestas sociales previsibles el gobierno declaró el estado de sitio, aplicando medidas represivas emergentes de él: limitaciones al ejercicio de los derechos de locomoción, reunión y manifestación, y confinamiento y detención de los dirigentes de organizaciones obreras, populares y cívicas. Sin rebasar el marco constitucional.
Con el DS 21060 comenzó el consenso como vía para decidir, los pactos de la democracia plural. Con él llegó la estabilidad macroeconómica. Repuso el principio de autoridad, eje del estado de derecho. También prohijó a un entenado: las cooperativas mineras que crecieron sin requisitos de legalidad y/o calidad productiva. Alumbró dos hijos propios: movimiento cocalero y comercio informal. Muchos miembros de ambos llegaron de las filas mineras. Hoy el primero sostiene al MAS; el segundo contiene la estrategia totalitaria de éste, canceladora de libertad y propiedad.
Tiempo duro. De grandes males y grandes remedios. La COB propuso como alternativa al DS 21060 mayor estatismo; esto es, ninguna.
Con sus claroscuros, el DS 21060 evitó el derrumbe total del país en 1985. Víctor Paz afirmó que no era coyuntural, que con él se abría un ciclo de al menos 20 años. Tuvo razón. Se mantuvo hasta 2006 cuando comenzó otro, retrógrada. Dilapidador del patrimonio del país, entreguista de sus recursos al bloque antioccidental y agresor de la naturaleza como ninguno. Instaló una dictadura criminal cuya cúpula descalificada se niega a dejar el poder. Con riesgo de perdición de Bolivia.
En 2025 ese ciclo oprobioso de dictadura e impostura debe ser cerrado para abrir otro que rescate la patria y comience su reconstrucción. En un nuevo ciclo que dure no sólo 20 años.