Llegan las fiestas de fin de año y también las reuniones. Muchas reuniones son organizadas entre familiares, amigos y colegas de trabajo. Es una oportunidad para expresar nuestro agradecimiento a la vida y a lo que pudimos vivir en este año. Sin embargo, estos encuentros no son siempre saludables y para muchos representa un gran desafío conservar buena la salud.
En muchas de las fiestas se consumen comidas y bebidas especiales, densas en calorías, con alto contenido de azúcar, grasas y sales. Nada saludables. Además, existe una presión social para servir grandes cantidades y en cada ocasión,a cualquier hora, rompiendo las rutinas. Peor aun, muchas reuniones promueven el consumo de alcohol en grandes cantidades. Y para muchos es muy difícil decir: “no”, o “menos”, porque “suena mal” o es de “mala educación”. Tampoco ayuda que ya no hayan reuniones al aire libre y con juegos en las calles.
Muchas de estas prácticas se llaman normas culturales invisibles o trampas culturales. Significa que hacemos cosas sin preguntarnos si eso está bien o nos hace daño. Incluso, si vivimos de modo saludable y vamos a una reunión, o la organizamos, asumimos que en ella se romperá nuestra rutina porque “así es”, “ya mañana volveré a mi dieta normal”.
El 30% de la población infantil/adolescente, y el 60% de la población adulta tienen un grado de sobrepeso u obesidad. En general, es porque la sociedad obliga a comer porciones grandes y ricas en calorías entre otros comportamientos. ¿Cómo y cuándo romperemos el ciclo vicioso? Empoderémonos a tomar las decisiones difíciles y ofrezcamos un poco más de algo diferente. Juegos de mesa con bocaditos saludables como cortaditos de zanahoria, pepinos, tomates, queso. Ofrecer más agua y té como bebidas alternativas. Si todos somos un poco más conscientes también podremos cambiar los hábitos culturales que hacen daño a la salud.