Diciembre, cierre de año. Desemboque cubierto por los oscuros nubarrones de la crisis estructural provocada por el régimen erigido sobre la base del resentimiento y la mentira, hace casi 20 años, en su apuesta empobrecedora. Sombras sobre el caminar de la gente sobreviviendo a escaseces y precios en ascenso, a la falta de empleo y de oportunidades, a la inseguridad y la anomia durante casi 12 meses sucesivos a los previos que anunciaban ya la negativa dirección de los vientos. Con carga combinada de algunas satisfacciones y muchos pesares. Más que siempre.
¡Ah, diciembre! Tiempo de perdón y de nostalgia oliendo a tierra mojada tratando de compensar por el humo de los incendios criminales encendidos con sevicia casi medio año, contaminando el cielo más puro de América. Año tras año desde la promulgación de las leyes incendiarias. Extendiendo la asfixia desde los pródigos llanos por los cuatro puntos cardinales.
Tiempo de ascenso de las sensibilidades a flor de piel con sangre del corazón. De tristeza reavivada por la ausencia de algunos seres queridos. Unos arrancados de este plano de existencia por la Parca implacable. Sorpresiva o intempestivamente. De cualquier modo, nunca en la víspera. Otros, expulsados a empellones del país por la persecución abusiva e injusta del poder o por la carencia de los recursos para la satisfacción de las necesidades vitales.
De cualquier manera, huérfanos de patria. Y otros, detrás de rejas de decisión violenta e injusta del poder. Con y sin sentencia. Aquí y hoy, donde y cuando hablar de administración de justicia es una ofensa al buen criterio y una falta a la verdad. De cualquier manera, agredidos en su dignidad.
¡Ah, diciembre! A pesar de todo, tiempo de esperanza, con las luces de los arreglos navideños dispuestos por instituciones, empresas y ciudadanos generando escenarios de ilusión y fantasía, invitando al paseo por plazas, parques y avenidas. Algunos dicen son dispendiosos e inútiles. Con razón, tal vez; sin embargo, el ambiente creado a su influjo es mágico. Insiste en lo bello y lo bueno que existe. Que es. Que somos. Que podemos ser. Así que hay que dar la bienvenida a esas luces y disfrutarlas. Disipando las brumas, no sólo afuera ni sólo con esas luces. Hay otras brillando.
Brillan muchos jóvenes estrenándose como jurados en las elecciones judiciales. Sus testimonios dan fe de un espíritu cívico ejemplar, capaz de llevarlos a cumplir su deber con responsabilidad extrema, modelo para muchos adultos: asistieron no a una sino a dos sesiones de capacitación “para aclarar todas sus dudas”; saltaron de la cama a las 5 a.m. para llegar al recinto a las 6 y se quedaron allí hasta terminar la jornada. En ciertos casos, durante 14 horas y más. Cuidando todos los detalles.
Contra la falta de conocimiento de algunos funcionarios que dijeron blanco y negro. Enfrentando a quienes se oponían a que los ciudadanos tomen fotos de las actas. “Los votos son de nosotros, y todos tenemos derecho a tomar las fotos” —argumentaron frente a la burocracia antidemocrática. Sus balances finales sorprenden: “nos gusta votar”, “se nota molestia por estas elecciones judiciales”, “estoy molido pero satisfecho”. Se podrá contar con ellos.
Brilla la conciencia sobre la impostura y los impostores, corruptos y corruptores.
Predispone para no volver a caer en la tentación de creerles la encarnación del bien. Brilla el despertar de la conciencia sobre los errores cometidos. Sobre el costo de cometerlos. De haber perdido el pájaro en mano por perseguir cientos volando. Sobre la injusticia del olvido a quienes construyeron país, de verdad.
Predispone para no volver a caer en la tentación de creerles encarnación del mal. Brilla el despertar a la maravilla de los claroscuros de la realidad y la convicción de que mejorarla no es cuestión de credulidades sino de certezas respaldadas con evidencias empíricas; de obras no de palabras.
Brilla el cambio de la Argentina, con déficit fiscal e inflación en caída y crecimiento en subida. Se trata de la suma de honestidad del diagnóstico y la propuesta, de las ideas, las palabras y las acciones. De la integridad de los valientes que tienen claro el objetivo que persiguen y el sentido ético del deber que les ata a cumplir lo prometido. De la responsabilidad de una ciudadanía que distingue lo que le conviene aunque no sea lo más fácil. De la gente que está aprendiendo a ser libre.
Brillan los avances en la difícil ruta de construcción de la alternativa democrática boliviana para 2025. Imperfecta y con imperfectos, como tiene que ser bajo pena de ser una impostura. Amplia, en demostración del único camino democrático auténtico: la pluralidad y la tolerancia que no son sino la disposición a tragarse algunos sapos (no píldoras cuadradas). Con una propuesta clara y contundente, de fondo, sin maquillajes. Opción directa a la yugular del adversario para sacarlo del poder porque todo depende de eso.
Sí. Las luces de fin de año están comenzando a disipar la noche de la dictadura. Que en 2025 le pongan punto final.