En muchas ocasiones, las afecciones de salud son tratadas por la medicina convencional, sin embargo, existen plantas medicinales que pueden ayudar a contrarrestar los efectos de algunas enfermedades.
Este es el caso de la moringa, una planta que ha ganado más relevancia debido a que hay una gran cantidad de estudios científicos que avalan esas propiedades.
Las hojas de esta planta contienen una gran cantidad de proteínas, vitaminas A, B y C, así como otros minerales, como el calcio y el hierro, sin dejar de lado sus altas dosis de cistina y metonina, que son aminoácidos que muchas veces no se hallan en los alimentos.
Para la hipertensión arterial y enfermedades del hígado
La moringa puede servir para reducir el riesgo de hipertensión, también para prevenir enfermedades cardiovasculares relacionadas. Entre los beneficios que ofrece en este aspecto se puede mencionar:
Ejerce acción vasodilatadora: tiene cientos de compuestos como flavonoides y ácidos fenólicos con propiedades vasodilatadoras que ayudan a relajar y a dilatar los vasos sanguíneos, lo que baja la tensión arterial.
Propiedades diuréticas: posee propiedades diuréticas suaves, lo que permite que crezca la producción de orina y se elimine el exceso de sodio y agua en el cuerpo. Esto también tiene consecuencias positivas para bajar la presión arterial.
Para atender enfermedades del hígado
Se considera que esta planta tiene efectos hepatoprotectores que ayudan a cuidar el hígado contra el daño causado por toxinas y otros factores, lo que puede ayudar a personas con enfermedades hepáticas.
Efectos hepatoprotectores: esta propiedad se les atribuye a los antioxidantes presentes en la moringa, entre los que destacan la vitamina C y los flavonoides, que protegen el hígado frente al estrés oxidativo y el daño celular.
Estimula la regeneración celular: investigaciones previas han hallado que la moringa puede estimular la regeneración celular en el hígado, reparando así el daño causado por toxinas y otros factores dañinos.
¿Cómo se toma la moringa?
Algunos estudios sugieren que la ingesta sea de hasta 400 mg por día. Esta cantidad podría ser suficiente para aportar todos los beneficios, debiendo ser utilizada para complementar el tratamiento médico y no para sustituirlo.
1. Té de moringa
El té de moringa es la forma más utilizada, debido a que es rápido y fácil de hacer, pudiendo consumirse a cualquier hora del día.
2. Semillas
Otra forma es ingerir sus semillas, las cuales deben descascarse y tragarse (como si fuese una pastilla). Se puede consumir 3 gramos al día, aproximadamente entre 2 a 3 semillas.
3. Cápsulas
Las cápsulas pueden ser compradas en tiendas naturistas. Tomar entre 1 a 2 cápsulas, 200 mg por día en conjunto, entre las comidas. No obstante, esto varía según la marca, por lo que debe leerse el etiquetado del producto, ya que pueden tener diferentes concentraciones de moringa.
4. Polvo
En el caso de utilizar la moringa en polvo, se recomienda entre 1/2 a 1 cucharadita al día (1 a 3 gramos). Se sugiere agregar a los jugos, sopas, café o yogures, e incluso podría prepararse un té con el polvo.
5. Aceite de moringa comestible
Este aceite es extraído de las semillas de la moringa a través de la técnica de prensado en frío y es rico en grasas monoinsaturadas y aparentemente en vitamina E.
¿Por cuánto tiempo se debe tomar la moringa?
La moringa es una planta que actualmente se encuentra en estudios, por lo que no debe ingerirse por más de 2 a 3 semanas, ya sea en forma de té, cápsulas, semillas o en polvo, especialmente si no existe acompañamiento de un profesional de la salud, debido a que podría causar efectos secundarios desconocidos.