El cáncer de mama continúa siendo una de las principales causas de muerte en mujeres a nivel mundial y Bolivia no es la excepción. En medio de las emociones que trae consigo, los miedos y las incertidumbres, para muchas, esta enfermedad no ha sido el final de su historia, sino el comienzo de una nueva etapa marcada por la fortaleza, la resiliencia, la fe y la esperanza. Viviana Camargo, Giovanna Arnez y Daisy Bustamante, tres valientes mujeres, comparten su historia en el marco del “mes rosa”, subrayando la importancia de la prevención.
Encontrar esperanza
Viviana nunca imaginó que el cáncer tocaría su vida dos veces. Antes de su propio diagnóstico, vivió el dolor de perder a su esposo debido a un cáncer fulminante. “Hasta ese momento desconocía lo que realmente era el cáncer”, relata. Poco después, la vida le dio otro golpe. Ella fue diagnosticada con cáncer de mama. “Es un shock por la experiencia anterior. Uno a veces cree que todos los cánceres son iguales y que el diagnóstico es una sentencia de muerte, pero no es así”, afirma. Su historia cambió cuando decidió no dejar que el miedo la consumiera y optó por la información como su principal arma.
Gracias a la detección oportuna y a un tratamiento preventivo, Viviana pudo iniciar su proceso de recuperación. “Lo más importante es estar bien informada, buscar apoyo y tomar decisiones con calma”, aconseja. En su caso, decidió realizar su tratamiento fuera del país, durante un año. “No fue fácil. La desesperación, estar lejos de mi familia y enfrentar el tratamiento sola lo hizo más complicado, pero siempre tuve el apoyo de amigos y familiares. Pero hay que tener mucha fortaleza porque hay personas que te están esperando”, recuerda.
Después de años de lucha, Viviana sigue con algunos tratamientos. “El proceso es largo, pero el cáncer no tiene que ser sinónimo de muerte. Nunca se rindan y sigan luchando. La prevención ayuda a salvar muchas vidas”, subraya.
Motivos para luchar
Tras haber perdido a su hermana y a su padre en poco tiempo, Giovanna sintió una gran desesperación cuando le diagnosticaron cáncer. “Me preocupé, me desesperé. Miré a mi madre y a mis hermanos y vi la tristeza en sus ojos. En ese momento, supe que no podía dejar que el cáncer me ganara”, recuerda.
A pesar del dolor emocional y físico, decidió que iba a luchar. “Al día siguiente de recibir la noticia, empecé a buscar todas las opciones posibles para iniciar mi tratamiento. Sabía que no podía rendirme, empecé con las quimioterapias, los estudios y en 2023 me dijeron que estaba limpia de cáncer”, recuerda con alegría en sus ojos.
A lo largo de su proceso, encontró consuelo y fortaleza en su fe y en su familia. Además, se unió a la Asociación de Pacientes con Cáncer de Cochabamba, donde ahora es voluntaria y ayuda a otros pacientes, brindándoles orientación y apoyo moral en su lucha contra la enfermedad. “Lo más importante es mantener la calma y no desesperarse. El estado psicológico afecta mucho, y hay que aprender a ser pacientes en todo el proceso. Tengan fe, oren a Dios y mantengan la esperanza. Y, por favor, tengan empatía con los pacientes, necesitamos comprensión”, expresa.
La fe y el apoyo familiar
Hace 11 años, Daisy recibió la noticia que ninguna persona desea escuchar: tenía cáncer de mama. Para ella y su familia, el diagnóstico no fue fácil de sobrellevar, y como muchos, asociaron la palabra “cáncer” con “muerte”. Sin embargo, Daisy aprendió que la enfermedad no siempre es una condena, sino una batalla que se puede ganar.
Daisy pasó casi un año en tratamiento, en una época en la que no existían muchos de los recursos que hoy tienen los pacientes con cáncer con el Sistema Único de Salud (SUS), recuerda. No había medicamentos gratuitos ni asociaciones que brindaran apoyo, pero, a pesar de las dificultades, encontró en su fe y en su familia el refugio para enfrentar la enfermedad. “Para mí, la fe fue un aliciente muy importante para salir adelante con el cáncer”, confiesa.
El proceso de tratamiento le enseñó mucho sobre el valor de la vida y el poder del apoyo. “Tener un colchón de amor, de amista y te digan que estarán contigo, que oran por ti, es fundamental”, asegura. Tras leer un libro, Daisy decidió ser parte de la institución Aliento de Vida, donde trabaja con personas que enfrentan cáncer terminal y otras enfermedades graves, brindándoles apoyo emocional y espiritual en sus últimos momentos.
“No tengan miedo de tocarse. Tócate para que no te toque. Es complicado para nuestra cultura, pero es importante hacerse este autoexamen para que juntas lleguemos a prevenir el cáncer en su etapa avanzada”, insta.
Cada una de estas guerreras pasaron por un proceso diferente, pero todas tienen algo en común: aprendieron a valorar la vida de una manera diferente. “Cuando enfrentas el cáncer, aprendes a valorar cosas tan simples como una sonrisa o tu propio cabello. Empiezas a ver la vida con otros ojos”, confiesa una de las guerreras.
El cáncer de mama no es una sentencia de muerte. Con un diagnóstico temprano, información adecuada y el apoyo de seres queridos, muchas mujeres logran superar la enfermedad, como sucedió con Viviana, Daisy y Giovanna. Las tres coinciden en un mensaje final: la vida es valiosa y debe ser vivida al máximo, incluso en los momentos más difíciles.
A nivel mundial, octubre se considera como el mes rosa porque es dedicado a crear conciencia y sensibilización sobre el Cáncer de Mama. En este sentido, la Asociación de Pacientes con Cáncer y Familiares del sistema de salud público de Cochabamba, que se creó en 2019 con el fin de concientizar a la población y brindar una red de apoyo a quienes luchan contra la enfermedad, insta a las mujeres a conocer los procesos para la atención, los tratamientos y luchar junto a otras guerreras.
Busca apoyo: 72732033 – 65393100
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