En un contexto global de alteraciones climáticas, Bolivia enfrenta desafíos particulares que impactan directamente en la vida cotidiana, la agricultura, los recursos hídricos y la biodiversidad. Para entender mejor este fenómeno y cómo afecta al país, la Revista OH! conversó con dos expertos meteorológicos que ofrecen una visión sobre el cambio y la variabilidad climática. Además, analizan cómo influyen en el clima y en los patrones agrícolas, así como en la gestión de recursos y políticas públicas.
El responsable del Centro de Monitoreo Climático del Departamento de Física de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Marko Andrade, define el cambio climático como “las variaciones en el clima que se aprecian a largo plazo”, es decir, lo que sucede ahora comparado con lo de hace décadas. En contraste con la variabilidad climática son “fluctuaciones naturales en el clima que ocurren en periodos cortos”, por ejemplo, el fenómeno del Niño. Sin embargo, subraya que la variabilidad climática puede intensificar los efectos del cambio climático, generando eventos climáticos extremos, como sequías y lluvias intensas en ciertas regiones.
¿Qué pasa en Bolivia? El director regional del Servicio Nacional de Meteorología (Senamhi), Erick Sossa, informó que se desarrollaron diferentes estudios en el país, pero ninguno llegó a la resolución de puntuar cambios específicos a causa del cambio climático. Sin embargo, desde un punto subjetivo, señala que “sí se nota un ascenso de temperaturas máximas y mínimas, y no es que llueva menos, sino que hay una diferencia. Antes los eventos eran de baja intensidad y larga duración, y ahora los eventos de precipitación son de corta duración y de alta intensidad”, señaló. En estos casos, el agua no se infiltra al suelo, perdiéndose la humedad.
IMPACTO EN LA AGRICULTURA
Uno de los sectores más afectados por estas transformaciones es la agricultura, ya que también se observa una desestacionalización de los picos de precipitación, indica Sossa. “Normalmente tenemos picos de precipitación entre diciembre y enero o febrero, pero el año pasado se dieron en febrero y marzo. Esta desestacionalización ocasiona un cambio en los calendarios agrícolas”, subraya.
En tanto, Andrade destaca que las alteraciones en el régimen de lluvias impactan especialmente en zonas vulnerables, como el Valle Alto y el Cono Sur de Cochabamba. “Lo que tradicionalmente las personas dedicadas al agro conocían en cuanto al clima, ahora ya no se cumple”, señala. Este cambio exige que los agricultores se adapten a ciclos de lluvia menos predecibles, lo cual afecta la producción (la siembra, el barbecho y la cosecha) y, en última instancia, la seguridad alimentaria.
Además, Sossa apunta a que el incremento en la frecuencia de eventos climáticos extremos no solo impacta a la agricultura, sino también a la economía general, ya que la escasez de agua en momentos clave puede provocar un aumento en los precios de los alimentos básicos, como las verduras, afectando a la población en general. Por otro lado, “la biodiversidad también se ve afectada directamente, ya que los ciclos de vida de muchas especies dependen del clima”, señala Andrade.
CAMBIOS Y MEDIDAS URGENTES
El cambio en los patrones de precipitación también tiene implicaciones importantes para la disponibilidad de agua en el país. Andrade sugiere que, en respuesta a estos cambios y según las proyecciones que se tienen, Bolivia debería invertir en infraestructura hídrica a largo plazo. “Analizamos cómo será el régimen de lluvia en el Valle Central de Cochabamba dentro de 10 años para prever si habrá déficit o no y, así, planificar posibles ampliaciones en proyectos como la represa de Misicuni”, explica.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) también juega un papel crucial en la gestión del recurso hídrico, monitoreando diariamente las condiciones meteorológicas para ofrecer datos precisos a corto plazo, mientras que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) trabaja con proyecciones a largo plazo. Sossa explica que “los servicios meteorológicos se encargan de medir los datos diarios y proporcionar estadísticas que son esenciales para la planificación del desarrollo, infraestructuras y para enfrentar eventos específicos extremos”.
Ambos expertos coinciden en la necesidad de implementar políticas públicas efectivas y una educación ambiental sólida para mitigar los efectos del cambio climático. Andrade señala que una de las principales acciones es “contaminar menos”, debido a que las emisiones de gases de efecto invernadero son el principal factor que impulsa el calentamiento global. “Todo lo que contamina el planeta aumenta la temperatura global, y ese es el problema, básicamente”, asegura, Por su parte, Sossa recalca que, para conocer a detalle los efectos específicos del cambio climático y la variabilidad climática en Bolivia, se requiere de un estudio “urgentemente”, pero este que tomaría varios años.
Comunicado: El año 2024 va camino de ser el más cálido jamás registrado en el mundo
Fuente: Organización Meteorológica Mundial (OMM)
Tras una prolongada racha de temperaturas medias mensuales a escala mundial excepcionalmente altas, 2024 va camino de convertirse en el año más cálido jamás registrado, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
En el boletín de la OMM sobre el estado del clima en 2024 se lanza, una vez más, una alerta roja ante el vertiginoso ritmo que el cambio climático ha adquirido en una sola generación, espoleado por la acumulación cada vez mayor de gases de efecto invernadero en la atmósfera. El decenio 2015-2024 será el más cálido jamás registrado; la pérdida de hielo de los glaciares, la subida del nivel del mar y el calentamiento de los océanos se aceleran, y los fenómenos meteorológicos extremos causan estragos en comunidades y economías de todo el mundo.
Entre enero y septiembre de 2024, la temperatura media del aire en superficie a escala mundial superó en 1,54 °C (con un margen de incertidumbre de ±0,13 °C) la media preindustrial, bajo el influjo de un episodio de El Niño y su efecto de calentamiento, según un análisis de seis conjuntos de datos internacionales utilizados por la OMM.
“La catástrofe climática mina la salud de la población, agudiza las desigualdades, socaba el desarrollo sostenible y sacude los cimientos de la paz. Y los más afectados son los más vulnerables”, declaró el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.
Aspectos destacados
La temperatura media mundial de 2024 posiblemente supere, incluso, la de 2023, el año más cálido del que se tiene constancia hasta la fecha. Es probable que la temperatura media mundial haya superado durante 16 meses consecutivos (entre junio de 2023 y septiembre de 2024) todos los valores registrados con anterioridad y, con frecuencia, por un amplio margen, según el análisis consolidado de los conjuntos de datos realizado por la OMM.
A medida que el calentamiento global continúa, su evolución respecto al objetivo de limitación del aumento de la temperatura a largo plazo fijado en el Acuerdo de París debe ser objeto de un seguimiento, un monitoreo y una comunicación rigurosos a fin de ayudar a los encargados de la formulación de políticas en sus deliberaciones. No hay alternativa y debe hacerse sin demora. Con ese fin, la OMM ha creado un equipo internacional de expertos y, según estimaciones preliminares, es probable que el calentamiento global a largo plazo sea actualmente de cerca de 1,3 °C respecto a la referencia de 1850-1900.
En cuanto a los gases de efecto invernadero, las concentraciones observadas en 2023 batieron todos los récords. Y los datos en tiempo real indican que en 2024 han seguido aumentando. La concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2) ha pasado de unas 278 partes por millón (ppm) en 1750 a 420 ppm en 2023, lo que supone un incremento del 51 por ciento. Cabe recordar que este gas captura el calor en la atmósfera y provoca un aumento de las temperaturas. Asimismo, la desaparición de los glaciares se agrava. En 2023, la pérdida de hielo de los glaciares fue de 1,2 metros de equivalente en agua, aproximadamente cinco veces la cantidad de agua del mar Muerto. Fue el mayor retroceso desde que comenzaron las mediciones en 1953, y se debió a los episodios de deshielo extremo vividos en América del Norte y Europa. En Suiza, los glaciares perdieron alrededor del 10 por ciento de su volumen.