En cada rincón de Cochabamba, los pesebres cobran vida como símbolo de fe, creatividad y unidad familiar. Esta costumbre, que se transmite de generación en generación, se convirtió en una manifestación de la devoción de las familias bolivianas hacia el Niño Jesús.
Cada figura, cada árbol de Navidad, cada estrella que brilla en lo alto y cada detalle minucioso reflejan no sólo la historia del nacimiento de Jesús, sino también el valor de la familia. La historia de Francisco Cáceres, en Cochabamba, es un ejemplo de esta tradición.
Para él, el pesebre es un mensaje de amor y fe que impacta a quienes ven la vida de Jesús representada en un espacio de su hogar. En 2021, Francisco enfrentó una experiencia que casi lo llevó a la muerte; pasó por un coma inducido tras una complicación médica.
Durante este proceso, tuvo un sueño que cambiaría su vida para siempre. “Una persona que salía de una casa totalmente iluminada me preguntó: ‘¿Cuál es el mejor regalo de Navidad?’”, recuerda. Como muchos, señala que su respuesta fue inmediata: los regalos, los amigos. Pero la respuesta que obtuvo de aquel ser celestial fue contundente: “El mejor regalo que uno puede tener es la familia”.
Esta revelación se convirtió en la chispa que encendió su deseo de compartir ese mensaje con el mundo, y qué mejor que en la época navideña. Francisco, junto con su esposa e hijas, decidió que el pesebre sería su forma de transmitir esta lección. “Pensamos cómo podíamos hacer que la gente tomara conciencia, algo que llame la atención”, comenta. Fue así que, inspirados por el deseo de llevar el mensaje de la importancia de la familia, decidieron armar un pesebre que destaque y llame la atención.
No se trató de un pesebre cualquiera. La creatividad fue su aliada. Con materiales reciclados, maderas desechadas por carpinteros y otros elementos naturales, Francisco construyó, hace 18 años, su primera una obra única.
“Antes, estos materiales se botaban; ahora los recuperamos para darles vida en el pesebre”, explica. Cada pieza tiene un significado y, más que una estructura decorativa, se convierte en un recordatorio de que la familia es el verdadero regalo de la Navidad, destaca.
El armado del pesebre es un esfuerzo compartido, en la que cada integrante cumple un papel especial. La esposa de Francisco, el “pilar fundamental de su hogar y su vida”, se encarga de los detalles más finos, como la disposición de los aldeanos y otros adornos.
“El detalle femenino siempre ayuda, no se trata de hacerlo todo solo”, comenta con una sonrisa. Sus hijas también colaboran activamente en la construcción, demostrando que el mensaje de unidad no sólo se predica, sino que se practica en su hogar.
El proceso de armado es toda una aventura de trabajo en equipo que inicia en noviembre. “Tres semanas de esfuerzo, pero con amor”, afirma Francisco con emoción. Cada figura, cada casa, cada rincón tiene un propósito: conectar con el corazón de las personas, subraya. “Queremos que la gente venga, lo vea y reflexione”, señala convencido de que el pesebre no es sólo una exposición decorativa, sino una herramienta para reavivar la fe y el amor por la familia.
UNA CELEBRACIÓN SOLIDARIA
La iniciativa de Francisco no se queda en el armado de un pesebre monumental que capta la atención de vecinos e incluso medios de comunicación, ya que, desde hace algunos años, organiza una actividad especial el 22 de diciembre en la que toda la calle se convierte en un espacio de encuentro.
Se realiza una misa central y se presentan ballets, teatros y danzas tradicionales navideñas en vivo, con la participación de niños que escenifican el nacimiento de Jesús para transmitir las tradiciones y mantenerlas vivas.
“No se trata sólo de ver, sino de vivir la experiencia. Vemos que muchas familias están empezando a armar sus propios pesebres desde que lo mostramos por televisión, pero algunos han comenzado a cobrar por verlos. Eso no es justo”, comenta Francisco. Para él, la Navidad debe ser una oportunidad para compartir sin pedir nada a cambio, tal como Dios nos dio a su Hijo, reflexiona.
Este año, el pesebre de Francisco será una vez más un espacio para reforzar la fe. Asimismo, su creatividad, esfuerzo familiar y convicción de transmitir su mensaje de unidad se reflejan en cada pieza. “El mejor regalo, como nos indicó Dios, es la familia”, reitera. Además, menciona que en un mundo donde las dificultades económicas y las tensiones cotidianas se hacen cada vez más evidentes, las familias no deben perder de vista lo esencial: el amor y la unidad en el hogar.
“Sabemos que la situación está complicada, pero todo tiene un principio y un final. Lo importante es que no olvidemos valorar a la familia, porque al final, ellos son el mejor regalo”, concluye.
En Cochabamba y en otros departamentos del país, las familias dan vida a sus pesebres, la mayoría desde diciembre, y otros con meses de anticipación y detalles creativos. Entre la magia, la creatividad y el apoyo, la unidad familiar destaca en cada hogar.