El avance mundial de las criptomonedas ha sido vertiginoso, transformando no sólo la manera en que se realizan transacciones, sino también las oportunidades que ofrecen para las economías emergentes. En Bolivia, donde la economía tradicional ha enfrentado desafíos recurrentes, la apertura hacia el uso de criptoactivos es una oportunidad única que, si bien nueva y desconocida para muchos, no debe ser evadida. En lugar de temer este cambio, Bolivia tiene la oportunidad de adaptarse, familiarizarse y reglamentar el uso de criptomonedas para potenciar su crecimiento económico.
Un reciente informe del Banco Central de Bolivia (BCB) indica que, entre julio de 2022 y julio de 2023, las operaciones con activos virtuales generaron un movimiento estimado de 1.000 millones de dólares, y más de 252.000 personas ya poseen criptomonedas en el país. El crecimiento de las transacciones con criptoactivos, que ha registrado un aumento del 100% entre julio y septiembre de 2024, es prueba del interés y potencial que esta nueva modalidad tiene para los bolivianos.
A pesar de estos números alentadores, es importante recordar que la incorporación de criptomonedas en la economía boliviana no se trata de reemplazar al boliviano como moneda oficial. En cambio, es una vía alternativa para dinamizar la economía en un mundo globalizado, donde las finanzas digitales cobran cada vez más relevancia. Bolivia, con su apertura, se posiciona de manera favorable para aprovechar este nuevo capítulo financiero.
En un contexto donde el turismo, las exportaciones y otras fuentes tradicionales de ingresos se ven afectadas por factores externos e internos, como la pandemia y las protestas, las criptomonedas ofrecen una alternativa ágil para la movilización de recursos e inversión. Las transacciones rápidas, seguras y descentralizadas permiten a los ciudadanos y empresas participar en un mercado global sin las barreras de sistemas financieros convencionales.
Además, este crecimiento puede ayudar a Bolivia a fomentar la innovación tecnológica y la inclusión financiera.
No obstante, con el crecimiento de las criptomonedas, surge la necesidad de reglamentar su uso para garantizar su seguridad y transparencia. Las autoridades deben trabajar en conjunto para establecer un marco regulatorio que proteja a los usuarios y minimice los riesgos asociados a estafas o uso ilícito de estos activos.
La falta de educación financiera sobre criptomonedas es otro desafío. Muchas personas aún desconocen cómo funcionan estos activos y los riesgos que pueden conllevar. Es crucial que, a medida que Bolivia se adentra en el uso de criptoactivos, se promueva una mayor comprensión y formación sobre el tema, tanto a nivel ciudadano como institucional.