Cochabamba y sus alrededores son hoy y desde hace cinco días el epicentro de una crisis que tiene paralizado a todo un país. Los bloqueos organizados por sectores afines a Evo Morales están afectando a miles de personas que enfrentan un calvario diario en las carreteras. Y mientras los vehículos permanecen inmóviles, sus conductores soportan un tormento sin fin, los pasajeros desesperan por llegar a su destino y los policías son víctimas de agresiones y secuestros por parte de los bloqueadores.
En lugares como Parotani y Epizana, cientos de conductores se ven forzados a pasar la noche en sus vehículos. Omnibuses, camiones y cisternas están retenidos bajo un sol inclemente, sus conductores sin recursos para comprar alimento ni la posibilidad de asearse o descansar en condiciones mínimamente dignas. La situación ha llegado al límite: el dinero escasea, la comida se agota y las necesidades más básicas no pueden ser atendidas.
Los testimonios son desgarradores. Un conductor, atrapado desde hace días en la ruta, relata cómo sus ahorros se han evaporado comprando comida a precios desorbitados. Otro pasajero, intentando regresar a Argentina, no puede salir de Cochabamba, y cada día que pasa su situación es más desesperante. Las horas se alargan, el ánimo decae, y muchos empiezan a temer que perderán sus trabajos por no poder llegar a sus destinos. En la terminal de buses, decenas de personas duermen en el suelo, sin recursos para pagar un hospedaje.
Y mientras los choferes y viajeros sufren en las carreteras, otro drama se desenvuelve: los bloqueadores armados de piedras y dinamita. En Epizana, dos policías fueron salvajemente golpeados por los manifestantes. Uno de ellos, trasladado de emergencia a un centro de salud, lucha por su vida tras sufrir graves lesiones en la cabeza. El otro, aún retenido, es un rehén de la brutalidad que ha marcado estas protestas. ¿Qué justifica esta violencia? ¿Qué derecho tienen los bloqueadores a poner en riesgo vidas humanas en nombre de una lucha que responde a los intereses de una sola persona?
Los bloqueos, según él, continuarán hasta que el presidente Luis Arce ceda ante sus demandas. No se trata de una batalla por los derechos del pueblo, sino de una lucha por retomar el poder, cueste lo que cueste.
Es urgente que las autoridades tomen acción. No se puede permitir que el país siga siendo rehén de una agenda personal. Los caminos deben ser liberados, el diálogo debe prevalecer y la violencia debe cesar. Cada minuto que pasa es una nueva agonía para aquellos que están en las carreteras, soportando el hambre, el frío y la incertidumbre. Este calvario debe concluir por el bien de Cochabamba y de todo el país.