Los países implicados en guerras fratricidas se aprestan a celebrar, entre marzo y mayo de 2024, sendos periodos de reflexión y fiestas inspiradas en sus creencias religiosas que tienen como denominador común las virtudes de buscar la paz, reconciliación y expresar amor al prójimo.
Los afanes de los principales líderes políticos del mundo se centran ahora en lograr, cuanto antes, un período de tregua en la cruenta guerra entre Israel y Gaza bajo el poder de Hamás, cuya ala militar atacó a comunidades judías vecinas a la franja el 7 de octubre de 2023.
La urgencia de la tregua no es solamente atender la dramática situación de hambruna de los palestinos, sino permitir su tranquilidad durante el tiempo del Ramadán, que el islam ha fijado este año entre el domingo 10 de marzo y el 8 de abril, una fiesta sagrada para unos 1.400 millones de musulmanes en el mundo. La palabra árabe “islam” significa paz y sumisión a Dios, Alá, el Creador del universo.
La Pascua judía, de siete días de duración, se celebrará entre el 22 y 29 de abril próximos, es decir a partir del 14 del mes de nisán según señala el calendario en Israel. Para los actuales 15 millones de judíos, en el mundo, el 14 de nisán es una fecha crucial pues recuerda la liberación del pueblo israelita de su esclavitud en Egipto, en 1513 a.C. Es un mandato divino para todas las generaciones, registrado en el Pentateuco o Torá por el enviado de Dios, Moisés. La fiesta de siete días, denominada Pésaj en hebreo, eleva ofrendas de gratitud a Dios y es oportunidad de compartir con los menos favorecidos, mientras se espera al redentor, el Mesías prometido.
Además del enfrentamiento bélico de israelíes contra palestinos en el Medio Oriente, la guerra desatada por la invasión rusa a territorio de Ucrania, el 24 de febrero de 2022, no tiene visos de acuerdos.
En los inicios de la guerra se registró una áspera discusión entre los líderes de las Iglesias ortodoxa rusa, ortodoxa ucraniana y la católica. Al margen de sus discrepancias políticas y bélicas las tres organizaciones religiosas, —que en conjunto suman unos dos mil millones de creyentes— se preparan para celebrar la Pascua ortodoxa y la Semana Santa, respectivamente, tras culminar la Cuaresma, una época de reflexión, de oración, caridad, de perdón y reconciliación que, aparentemente, no influirá para nada en el derrotero de las guerras ni en la disminución del derramamiento de sangre.
Las fechas de recordación difieren debido al uso del calendario gregoriano, por los católicos, y el juliano por los ortodoxos. La Semana Santa comienza el domingo 24 y termina el domingo 31 de marzo, denominado de Resurrección. Los ortodoxos celebrarán desde el 5 de mayo juliano el Gran Jueves o Jueves Limpio, el Gran Viernes y el Gran Sábado. Coincidentemente, tanto el periodo de Ramadán como las Pascuas judía y ortodoxa, así como la Semana Santa de la cristiandad culminarán con el disfrute de una gastronomía de tradición en familia.
Ajenos a las pugnas bélicas y manifestaciones discriminatorias otros veinte millones de personas, aproximadamente, recordaron la muerte de Jesús el 14 de nisán del calendario lunar bíblico, que cae el domingo 24 de marzo después de la puesta del sol.
Los casi nueve millones de testigos de Jehová y alrededor de otros 12 millones de invitados, cumplieron con el pedido de Jesucristo horas antes de morir: “Sigan haciendo esto en memoria de mi”, el 14 de nisán del año 33 de nuestra era. En los salones del Reino de 239 países y territorios en el mundo se reunieron en paz y hermandad palestinos, israelíes, rusos, ucranianos entre otros millones de personas bajo el mandato de Jesús de amarse los unos a los otros, pero también de aplicar una sugerencia suya algo difícil: “les digo que amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen y oren por los que los insultan” (Lucas 6:27,28).
De acuerdo con las cifras en el sitio oficial de los testigos de Jehová (www.jw.org) la conmemoración de la muerte de Jesús el año 2023 reunió en Bolivia a 79.933 personas. El total mundial fue de 20.461.767 asistentes.
La autora es periodista