Que el dólar se ha tornado escaso en el país es verdad, y resulta pertinente hacer una lectura desapasionada del porqué de tal situación a la luz del desempeño del comercio exterior, tanto a nivel de los actores como de los sectores, que permita tomar las mejores medidas que el caso aconseje, a fin de salvar tal situación.
En el comercio exterior de Bolivia hay dos actores importantes: el privado y el estatal, que actúan como exportadores e importadores. Asimismo, hay dos agrupaciones de los bienes de exportación: los tradicionales y los no tradicionales. Y son cuatro los rubros de mayor importación: combustibles, insumos, bienes de capital y equipos de transporte, cuyo desempeño impacta positiva o negativamente en la economía.
Que el comercio exterior arroje un saldo superavitario quiere decir que los actores ya indicados lograron generar una cantidad de dólares más que suficiente para pagar sus compras externas, pero cuando la balanza comercial es deficitaria implica que el país no pudo financiar con sus exportaciones las compras externas que hizo, y eso va en desmedro de las reservas internacionales netas (RIN) del Banco Central de Bolivia (BCB).
Hasta 2022, parecía que el sector volvía a la normalidad, por los tres superávits desde la pandemia en 2020, pero en 2023 volvimos al déficit. Es bueno recordar que a inicios de siglo y hasta 2003, Bolivia registró déficits por 1.870 millones de dólares, para luego acumular un excedente de 16.000 millones gracias a los sucesivos superávits del 2004 al 2014, derivados de la portentosa exportación de hidrocarburos —gas natural, urea y gas licuado de petróleo (GLP)—, así como de minerales y productos no tradicionales, al influjo de los altos precios internacionales y el incremento de los volúmenes exportados.
Cabe señalar que el responsable de la exportación de hidrocarburos y de la importación de combustibles es el Estado. En la exportación de minerales son actores fundamentales el sector cooperativista, la gran minería y los mineros medianos; mientras que las exportaciones no tradicionales son las que mayor número de empresas tienen, casi 100% privadas, en su mayoría pequeñas y medianas unidades. Todos estos actores, son también consumidores de los cuatro rubros de importación arriba indicados. El quid de la cuestión es el balance sectorial, entre lo exportado y lo importado, por cada uno de ellos.
Por mucho tiempo el sector público no tuvo dificultad en financiar sus importaciones al exportar 61.000 millones de dólares del 2006 al 2023, muy por encima de sus compras externas (21.000 millones en igual lapso), pero, eso cambió desde que la balanza comercial hidrocarburífera pasó a ser deficitaria en 2022.
El sector privado, que de lejos es el de mayor gravitación en el comercio exterior, merece un par de comentarios. Cuando se cuestiona: dónde están las divisas de los exportadores, hay que recordar que el sector minero fue, de lejos, el primer exportador en 2023 con 5.665 millones de dólares, mientras que el sector no tradicional generó cerca de la mitad (3.008 millones), de ahí que la pregunta debería ser para los mineros ¿no es cierto?
En segundo lugar, algo escalofriante: Comparadas con las de 2022 —el mejor año de la historia para las exportaciones, con un récord de 13.604 millones de dólares— las ventas externas del pasado año se derrumbaron en 2.800 millones de dólares: minerales (-967 millones), hidrocarburos (-964 millones) y exportaciones no tradicionales (-874 millones), a lo que hay que sumar la salida del país de cerca de 700 millones de dólares debido al déficit comercial registrado, de ahí la baja disponibilidad de dólares en el sistema (a ver si esto convence a quienes no creen que sufrir un déficit comercial no es bueno).
El año 2023 mostró la importancia estratégica del sector externo para el país: Mientras las exportaciones cayeron en un 21%, las importaciones bajaron apenas un 3% demostrando la altísima dependencia del abastecimiento externo, justo cuando la disponibilidad de divisas disminuía en el país por el descenso de las ventas externas. La gran lección del pasado año es que el comercio exterior debe merecer la máxima atención, ya que de una u otra forma, su descuido afectará a toda la ciudadanía.
El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y Almacenera Boliviana S.A. (ALBO) —una prestigiosa empresa que presta servicios al país por más de 20 años— acaban de entregar las Cifras del Comercio Exterior Boliviano 2023, un detallado informe sobre el comportamiento de las exportaciones e importaciones del país. El IBCE aboga por un trabajo sinérgico público-privado para reimpulsar las ventas externas —sobre todo las exportaciones no tradicionales — para que Bolivia crezca más, para que haya más empleos dignos y sostenibles, para captar más divisas y pagar sin sobresaltos las importaciones, para que suban las RIN del BCB y, algo importante, para evitar un proceso inflacionario que golpee a los menos favorecidos.
El autor es economista, magíster en comercio internacional y gerente del IBCE