Alemania comenzó su nueva era apabullando este sábado (5-0) a una débil Hungría, comandada por un soberbio Musiala, visiblemente motivado por su exclusión de los aspirantes al Balón de Oro, en su primer partido de la Liga de Naciones.
Tras la desdicha vivida en la Eurocopa con el agónico cabezazo de Mikel Merino, los de Julian Nagelsmann, ya sin la vieja guardia tras la retirada de Neuer, Kroos, Gündogan y Müller, acudían a la cita con un once muy ofensivo y la presencia en punta de la pareja Havertz y Füllkrug -difícil encontrar a dos delanteros tan diametralmente distintos- como novedad más destacada.
Kimmich estrenaba capitanía, pero el que se hizo dueño y señor fue Jamal Musiala. Si antes del pitido inicial fue condecorado por su faceta goleadora en la Europa, en los 90 minutos sacó a relucir su vertiente más generosa, regalando continuamente caramelos en forma de asistencias a sus compañeros en ataque.
A los germanos, eso sí, les costó tomarle el pulso a la maraña diseñada por el italiano Marco Rossi en el lado magiar del campo, pendiente en el primer tramo de las acciones de Musiala y con continuas ayudas de un medio campo muy poblado para disputarle el esférico a Alemania.
Al no poder percutir por dentro en los primeros compases, los de Nagelsmann se las apañaron con acciones de peligro a partir jugadas aisladas. La primera, un córner botado desde la derecha por Gross, ejerciendo el papel de Kroos, que fue rematado casi sin querer por Tah, pero su involuntario cabezazo fue salvado prácticamente sobre la línea por Szoboszlai.
Y la segunda, mucho más clara, después de una inocente pérdida húngara en el medio del campo, tras un mal despeje de cabeza de Balogh, resuelta con una combinación entre Wirtz y Musiala cuya triangulación dejó totalmente libre de marca a Füllkrug, que no pudo concretar la acción.
El intento le dio nuevos bríos a la 'Mannschaft' y apenas unos minutos después, otra jugada trenzada entre los mismos protagonistas, con un control magistral del extremo del Bayern a balón cruzado por Wirtz, encontró, esta vez sí, el acierto del ariete del West Ham en boca de gol a los 27 minutos.
A partir de ahí, solo quedó un equipo sobre el campo. El combinado alemán comenzó a hacer gala de la creatividad de sus habilidosos centrocampistas y el goteo de ocasiones se sucedió de manera frenética.
Havertz, inédito durante la primera media hora, estrelló el esférico contra el interior del larguero de un cabezazo a centro milimétrico de Gross, pero el rebote cayó fuera de la línea. Y al filo del descanso, de nuevo el delantero del Arsenal dispuso de otra clamorosa oportunidad en posición inmejorable, librado de marcaje después de un extraordinario pase en profundidad de Musiala, pero su disparo al palo largo se alejó del arco por poco.
Nada cambió en la reanudación. Hungría seguía pensando en ese minuto 27 y Havertz, en cómo romper su mala puntería. Un contragolpe magiar a una pérdida de Alemania estuvo a punto de significar el empate, pero Andrich se anticipó al remate de Bolla.
La respuesta, en el despeje del saque de esquina derivado de la acción anterior: una carrera de 80 metros emprendida por Musiala, omnipresente toda la noche, para, tras quebrar al propio Bolla en el área con algo de fortuna, definir al palo corto de Gulácsi.
Y solo diez minutos más tarde, Wirtz, culminando una gran jugada personal iniciada desde la izquierda, fusilaba sin oposición dentro del área a la cepa del palo.
Con el partido resuelto, el técnico germano dio oportunidades a los suplentes y uno de ellos, Pavlovic, otra vez a pase de Musiala, puso el cuarto tanto en el marcador. Havertz, sumido en su desencuentro con el gol -había vuelto a estampar balón contra el larguero-, pudo por fin desquitarse de penalti para anotar el quinto.
De esta manera, la 'Mannschaft' obtiene una gran inyección de moral en este nuevo ciclo que arranca con la Liga de Naciones, aunque con su vista puesta en el Mundial nortamericano de dentro de dos años. Su primera prueba de fuego real llegará el próximo martes, cuando se medirá a la selección de los Países Bajos en Ámsterdam.