La Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) ha exigido a los panificadores que incumplen con la elaboración del “pan de batalla” la devolución de la harina entregada bajo subsidio. Franklin Flores, gerente general de Emapa, indicó que esta medida responde a que algunos beneficiarios, en lugar de emplear el insumo para el pan regulado, lo han destinado a otros productos o, incluso, mantienen sus hornos cerrados.
Flores explicó que Emapa identificó casos en los que panificadores, especialmente en El Alto y algunas panaderías de Cochabamba, están utilizando la harina para elaborar productos distintos al pan de batalla, como galletas y llauchas. Estos productos no cumplen con las condiciones del convenio firmado con el Gobierno, que prohíbe emplear la harina subsidiada en preparaciones diferentes al pan de 60 gramos, que debe venderse a un precio controlado de 0,50 bolivianos.
En respuesta a esta situación, Emapa ha suspendido la entrega de harina a los panificadores que incumplen con el acuerdo y exige la devolución de los insumos no utilizados. Flores advirtió que, de persistir las irregularidades, la entidad tomará acciones legales contra los infractores.
Hasta la fecha, Emapa ha distribuido 1.736.521 bolsas de 50 kilos de harina en regiones como La Paz, El Alto, Cochabamba y Beni, y proyecta alcanzar una entrega total de 2.400.000 bolsas en 2024. La entidad suministra la harina a un precio reducido de 136 bolivianos en las principales ciudades y de 123 en otras regiones, con el objetivo de mantener el precio del pan de batalla accesible para la población.
Después de 20 meses de iniciado, el proceso para la realización de las elecciones judiciales parece encaminarse a su fin en una modalidad ajena a lo prescrito en la Constitución Política del Estado (CPE).
Esa distorsión, la larga lista de peripecias que ha vencido este trámite y, sobre todo, la deteriorada confianza que inspira en los bolivianos la administración de justicia nacional, plantean la necesidad de un serio cuestionamiento al sistema judicial vigente en el país.
Eso de que Bolivia es un país mendigo sentado en un trono de oro hace referencia a la paradoja de la abundancia: los países ricos en recursos naturales, que incluso pueden tener importantes ingresos financieros, no han logrado establecer las bases para su desarrollo y siguen siendo pobres.
Pareciera que el hecho de poseer cuantiosos recursos naturales es una maldición que condena al país a la pobreza.
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EDWIN CACHO HERRERA SALINAS
La riada del 19 de febrero de 2002 puso al descubierto cuán vulnerable era La Paz ante la naturaleza. Una inédita y feroz granizada, seguida de una torrencial lluvia, dejó alrededor de 60 muertos y una ciudad colapsada. Era, además, el corolario de años de descuido y de poner el maquillaje por delante de las prioridades.
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