El 24 de febrero, dos años atrás, los tanques rusos emprendieron contra Ucrania.
En ese momento, muy pocos creían que lo dicho por Joe Biden iría a concretarse. La movilización reconocida desde el espacio exterior avanzó inexorable sobre Ucrania. Putin ordenaba una nueva guerra, decidido a cercenar el Dombás.
En estos dos años, el jerarca ruso ha ido aún más lejos. Fue subestimado tras su retirada frente a Kiev. Europeos y estadounidenses imaginaban una derrota rápida de Moscú, que terminara de soldar la geografía de la OTAN.
En la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, jefes de estado europeos coincidieron en que la caída de Avdiivka, días atrás, en manos de las tropas rusas, muestra a Putin victorioso de cara a las próximas elecciones. Rusia está ganando la partida a EEUU y UE juntos.
Ucrania ha entregado ya 31 mil vidas a su sueño de ser parte de la UE. Su defensa, eclipsada por los sucesos palestinos y amenazada por la posible victoria de Trump, se debilita a pasos rápidos.
El escenario que se asoma podría ser el siguiente:
1.- Rusia se quedará con el Dombás y es posible que también selle la ocupación militar más al oeste. Crimea quedará resguardada.
2.- Moscú tendrá que aceptar la incorporación de Ucrania al bloque occidental. Europa tendrá una nueva cortina de hierro.
3.- El mayor problema para la OTAN no estará en Avdiivka, sino en Washington cuando los republicanos aislacionistas y globalifóbicos regresen a la Casa Blanca. Con ello, Europa occidental tendrá que defenderse sola de sus vecinos euroasiáticos.
4.- Cualquier victoria territorial para Putin será un golpe duro contra la Unión Europea, fuertemente asediada por corrientes escépticas internas. Ha quedado claro que los europeos no son capaces de construir una política exterior vigorosa y realmente definida.