El sueño del mundo, así se titula el libro de la poeta cochabambina Ada Zapata Arriarán que, como ella sostiene, es una invitación a convivir con el íntimo deseo de atrapar la luz al ser atrapados por la oscuridad del mundo.
O, como escribe Iván Barba Sanjinez en el prólogo del poemario, “En El sueño del mundo muchos significados son removidos de sus habituales sitios: lo macabro, lo desolador, el vacío, la oscuridad, las sombras, la ausencia, el fuego y el agua –entre otros– pasan a ser elementos de una concepción poética que, al combinarlos de formas imprevistas, plantea hermosos mecanismos de sentido, en parte descifrables y en parte indescifrables”.
El sueño del mundo, en su segunda edición y publicado por la Editorial 3600, será presentado el próximo 8 de agosto en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Paz, en el café librería Rayuela, de Obrajes.
Con una licenciatura en Literatura, Ada Zapata además de poeta y ensayista, es periodista cultural. Es editora de la revista digital de arte y cultura Palabras Más. Entre otros libros ha publicado también el poemario Fragmentos en el aire.
En esta entrevista, Zapata cuenta su particular modo de entender y hacer poesía.
¿Desde su perspectiva personal, como define la poesía?
Es una definición imposible por la naturaleza de su ser, todo intento es quizá un acto avezado de ficción, un delito autoinfringido en su aspecto más lúdico. La poesía es el obsequio de la expresión y la libertad del lenguaje en acepciones inimaginables, se ha dicho que escribir poesía es hablar y ser interpelado por la oscura belleza del lenguaje. La poesía solo puede definirse a través de ella misma, es, diría, la posibilidad de hablar con los muertos y visitar territorios recónditos e inexplorados.
Toda definición peca por su incompletitud y la razón misma de su ser es inabarcable. Tenemos creo la fortuna de no poder definirla, es lo que escapa a cualquier intento de captura y clausura. En muchas ocasiones herméticamente la experiencia puede transformarse en una caja fuerte que requiere la fortuna, de encontrar azarosamente la clave para ser abierta.
Tal es el cuidado con las palabras, la seducción de su delicadeza y su destructivo poder de creación. Quizá, por ello, devora todo, asistimos a sus inesperados soplos y señales, todo se vuelve poesía a través de una mirada atenta. Todas las artes y ciencias de alguna forma, contemplando el mundo, se van transfigurando en poesía, los límites se difuminan ante el asombro y el desconcierto que suscita la realidad.
¿Qué temáticas aborda en El sueño del mundo?
El sueño del mundo es una invitación a convivir con el íntimo deseo de atrapar la luz al ser atrapados por la oscuridad del mundo. A convivir con el instante que desaparece por la naturaleza desesperante del tiempo, un afán inoculado de ficción, quieto testigo de la desvanecida experiencia y la observación de interminables instantes, inacabadas historias como la fugacidad de la vida, la mirada de la infancia en un patio y un jardín abandonados, conversando con la propia sombra.
El lector encontrará el ritmo onírico de palabras inventadas y poemas sobre los desaparecidos y exiliados de las dictaduras y genocidios del mundo. Un árbol mitológico y el anhelo de hundirse en el sueño para hablar con el abrazo de una voz o la lejanía de una respuesta.
¿Para qué sirve la poesía?
Al decir lo indecible, como se afirma, la poesía bordea o casi toca el misterio, el lenguaje no basta, es insuficiente para comunicar lo que lo desborda, por eso, se desmorona y al hacerlo encuentra caminos y lógicas inesperadas, se alimenta profundamente de su propio deseo inabarcable.
El júbilo de la lúdica poesía nos hunde profundamente en la melancolía, pero nos redime a través de la belleza, no solo del lenguaje, sino de la noción misma de existir a través de él, de estar vivos en el misterio.