Desde tiempos inmemoriales, la danza ha sido una expresión cultural que trasciende barreras y une a personas de todas las latitudes bajo el hechizo del movimiento. Con cada giro, cada paso, la danza teje una narrativa de emociones y experiencias, llevando consigo el lenguaje universal del cuerpo en movimiento.
Este arte, que ha sido celebrado y reverenciado a lo largo de la historia, tiene un día especial dedicado a su exaltación: el Día Internacional de la Danza. La historia detrás de esta fecha se remonta a 1982, cuando la Unesco decidió proclamar el 29 de abril como el Día Internacional de la Danza, siguiendo la iniciativa del Comité Internacional de Danza, perteneciente al Instituto Internacional de Teatro.
La elección de esta fecha fue por Jean-Georges Noverre, nacido el 29 de abril de 1727, quien fue mucho más que un bailarín, coreógrafo y escritor francés. Noverre fue considerado el visionario que revolucionó el mundo del ballet, transformándolo en lo que conocemos hoy como ballet moderno. Sus contribuciones trascendentales en el campo de la danza le han valido el título de “el Shakespeare de la danza”, una designación que ilustra la magnitud de su influencia en este arte.
En este vibrante mundo, donde cada movimiento es una expresión de emociones y experiencias, Leonardo Albarracín Carmona se destaca como un ferviente defensor de la danza. Como director General de Dance Studio Jazz Walter Albarracín, ha dedicado su vida a este arte.
“Posiblemente más que una pasión, una relación necesaria”, así describe Leonardo su conexión con la danza, una relación que ha sido una parte integral y fundamental de su vida desde temprana edad. “Siempre hallo la misma relación con todos los aspectos de mi día a día”, agrega, resaltando la constancia y el compromiso que se requiere.
Para Leonardo, la danza es mucho más que movimientos coordinados; es un medio para comunicar emociones y experiencias de manera íntima y poderosa. “Es un puente increíble el que se puede construir entre el mundo interior de cada uno y lo visible para el público”, explica. En sus coreografías, busca conectar con el espectador a un nivel emocional, creando experiencias que trascienden la mera ejecución técnica.
La influencia de su padre, Walter Albarracín Orgáz, un ícono en el mundo de la danza, ha sido fundamental en el desarrollo de Leonardo como bailarín y profesor. “Al ver a mi papá tan inmerso en su arte, siempre me sentía intrigado”. La presencia constante de su padre en su vida y carrera le ha enseñado el valor del compromiso, la dedicación y la pasión por la danza.
Bolivia, más allá de ofrecer riqueza cultural a través de su danza; también ofrece experiencias de vida, constancia, trascendencia, lucha y mucha entrega. El inolvidable Walter fue primogénito en la danza, iniciándose dentro del folklore para de pronto dar un gran salto, marcando un hito y el gran comienzo para lo que pocos conocían en ese entonces como la danza jazz.
Fue el primer artista que incursionó en el jazz dance en Cochabamba, y en 1988, creó la primera academia de danza en Bolivia: Dance Estudio Jazz, un legado vivo que hoy lidera su hijo Leonardo Albarracín, acompañado de sus hermanas y familia, razón por la cual se lo considera el padre de la danza jazz en Bolivia.
A lo largo de su trayectoria, Leonardo ha enfrentado desafíos tanto personales como profesionales. Desde luchar contra sus propias limitaciones físicas y mentales hasta equilibrar su vida como bailarín, director y padre, cada obstáculo ha fortalecido su determinación y su amor por la danza. “El balancear la vida de bailarín y director con mi vida normal de papá, esposo, hijo y hermano es definitivamente un reto”, admite, destacando la importancia de encontrar tiempo para el crecimiento personal y artístico.
Como profesor de danza, Leonardo comparte su amor y conocimiento por este arte con sus estudiantes de manera auténtica y apasionada. “Trato de ser lo más auténtico con mis bailarines”, afirma. Su enfoque práctico y divertido, combinado con la determinación de perseguir metas, inspira a sus alumnos a alcanzar su máximo potencial en el mundo de la danza.
María Claudia Canedo es también una apasionada de la danza, desde temprana edad, Canedo ha sentido una profunda conexión, específicamente con el ballet clásico. “Siento que desde que nací me encanta la música y el baile”, comparte. Su amor por este arte la llevó a dedicar años de su vida al estudio y la práctica del ballet, desde sus primeros pasos a los cuatro años hasta su etapa universitaria. Motivada por su pasión y con el apoyo de su esposo, María Claudia y su equipo tomaron la valiente decisión de fundar Ballet Art Cochabamba hace 15 años.
“Hoy en día no sólo formamos bailarinas de ballet clásico, nos inclinamos más con lo que la danza fue evolucionando a un nuevo estilo que es el neoclásico”, explica. Este enfoque innovador refleja la diversidad y la vitalidad del mundo de la danza, incorporando elementos contemporáneos mientras se honra la rica historia del ballet clásico.
“La disciplina del baile hace que los niños y niñas aprendan los elementos técnicos de la danza mientras desarrollan la creatividad y la capacidad de expresar sus emociones”, destaca Canedo. Más allá de la técnica, la danza fomenta valores fundamentales como el trabajo en equipo, la paciencia y la perseverancia, preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos de la vida con gracia y determinación.
El Día Internacional de la Danza es una celebración significativa para Albarracín y Canedo. Leonardo y su comunidad de bailarines festejarán este día “como mejor sabemos, bailando”. Por su parte, María Claudia señala que el objetivo de este día es “homenajear a la danza como una disciplina de arte universal y diversa” y este año, Ballet Art Cochabamba lo celebrará con un mensaje de pasión y determinación, recordando a sus estudiantes y al mundo que, con dedicación y actitud, los sueños y metas pueden alcanzarse.
DIVERSIDAD
La danza, en todas sus expresiones y géneros, es un viaje emocional que nos transporta a través del movimiento y el ritmo. Desde las elegantes y refinadas formas del ballet clásico, que nos envuelven en gracia y armonía, hasta los ritmos enérgicos y contagiosos de la salsa y el hip-hop, que invitan a liberar pasión y creatividad, la danza abarca un espectro infinito de emociones y estilos.
En cada paso, en cada giro, encontramos una historia que se narra con la destreza de los bailarines y la música que los acompaña. Ya sea en los escenarios iluminados de los teatros o en los rincones oscuros de los clubes nocturnos, la danza nos conecta con nuestra humanidad compartida y nos permite expresar lo que a veces las palabras no pueden.
Desde las danzas tradicionales que celebran las raíces culturales y espirituales de una comunidad, hasta las innovadoras coreografías que desafían los límites de lo que es posible, la danza nos desafía, nos inspira y nos une en una celebración de la vida y el movimiento.
¿Quién era Jean-Georges Noverre?
El homenajeado bailarín, aclamado en toda Europa, dejó un legado en la historia de la danza. Desde su debut en 1742 ante la corte de Luis XV hasta su papel como profesor de danza de la corte de María Antonieta, su influencia fue vasta y profunda. Falleció el 19 de octubre de 1810 en Saint-Germain-en-Laye, cerca de París.
Jean-Georges Noverre, además de bailarín, fue un prolífico teórico y escritor cuyas reflexiones continúan resonando en el mundo de la danza moderna. Abogó por coreografías que contaran una historia coherente, donde la expresión natural y emocional fuera primordial para conmover al espectador. Promovió un vestuario realista y cómodo, argumentando que en el escenario se deben reflejar sinceramente las emociones humanas.
Para Noverre, la danza era más que una habilidad técnica; era un arte que requería una sólida formación en diversas disciplinas, desde la pintura y la música hasta la historia y el conocimiento del cuerpo humano. En su visión, ser un bailarín profesional implicaba cultivar una amplia gama de aptitudes y conocimientos.
¿Qué es la danza?
Conocida como el “lenguaje del cuerpo”, la danza es una poderosa herramienta de expresión emocional, donde cada movimiento transmite sentimientos y sensaciones a través de una danza única y personal.
En la actualidad, la danza se presenta en una variedad de estilos y géneros que reflejan la diversidad cultural y social de nuestro mundo. Desde las danzas populares y folklóricas, que celebran las tradiciones y valores de una comunidad, como el flamenco, la danza árabe, el tango y los bailes de salón; hasta la elegancia clásica del ballet, con sus movimientos armónicos y coordinados que se remontan a la antigüedad medieval.
Asimismo, la danza moderna irradia una identidad social a través de sus movimientos y vestimenta, abarcando géneros como el popping, funky, break dance, jumpstyle y hip hop, entre otros.
Cada estilo y género de danza se caracteriza por elementos esenciales que garantizan su ejecución y disfrute óptimos:
Espacio: La selección de un espacio físico adecuado es fundamental tanto para el entrenamiento como para las presentaciones, permitiendo la libertad de movimiento y la expresión plena.
Coreografía: La coordinación de movimientos corporales para formar una secuencia de baile coherente es esencial. Esta coreografía, guiada por un coreógrafo, es el alma de la danza, transmitiendo narrativas y emociones a través del movimiento.
Entrenamiento: La práctica continua y el estudio son indispensables para alcanzar la excelencia en la ejecución de la coreografía, desarrollando habilidades técnicas y físicas que nutren el arte de la danza.
Vestimenta: La elección de la vestimenta y los accesorios adecuados complementa y realza la expresión artística de la danza, reflejando el estilo y género específicos de cada forma de expresión.