Después de tres años y cuatro meses, Bolivia pone fin a la emergencia sanitaria que se inició en marzo de 2020, a raíz de la primera pandemia del siglo XXI por la infección conocida oficialmente como Covid-19. A nivel mundial, la emergencia fue declarada el 30 de enero de 2020 y concluyó el pasado 5 de mayo, lo que dio pie a que mucha gente se preguntara por qué en el país se la mantenía mientras ya no estaba vigente para el resto del planeta.
Es comprensible que después de todo este tiempo de restricciones, pérdidas económicas y hasta molestia con las incomodidades en la vida cotidiana, mucha gente fuera quedando paulatinamente fastidiada con las medidas sanitarias y quisiera regresar a la “normalidad” de antes, al trabajo presencial, la vida social sin límites y sin que se le exija usar barbijo cada vez que ingresa a una oficina o al vehículo de transporte público.
Sin embargo, también es comprensible la cautela con que el sistema de salud pública ha procedido en este caso, pues la conclusión de la emergencia sanitaria tiene efectos desde los más triviales, como el ya señalado uso de barbijo, hasta otros más complejos, como el cierre de unidades de terapia intensiva, lo que incluye la prescripción de los contratos de profesionales especializados.
En cuanto a cifras, las seis olas de la pandemia dejan en el país un registro acumulado de más de 1.200.000 contagios y alrededor de 22.300 fallecidos, y pese a que algunas personas ya se aplicaron hasta la quinta dosis de vacuna, existe un 31% de la población que no recibió ni siquiera la primera.
Por ello, cuando se toman medidas de este tipo, no sólo se considera la situación a escala global, sino también la del país, la dimensión de los efectos de la pandemia, la situación del sistema público de salud (infraestructura y personal) y hasta el comportamiento habitual de la población.
Por ello, antes de exigir el cese de medidas, surgieron muchas preguntas: si realmente habíamos llegado a la inmunidad de rebaño, si nuestro sistema de salud podría responder ante alguna emergencia en caso de rebrote y si la población habrá aprendido las lecciones de tres años y cuatro meses, si en adelante sabremos acudir a vacunarnos cuando corresponda o siquiera sabremos cubrirnos la nariz al estornudar o toser.
A todo eso ya se respondió. La emergencia sanitaria concluye hoy. Es de esperar que las instancias estatales se estén preparando para asumir un plan de contingencia y los ciudadanos sepamos comportarnos con responsabilidad. Finalmente, recordemos que la Covid-19 segó más de 22.300 vidas en Bolivia.