El último rescate de animales silvestres que se hallaban a la venta en el mercado La Pampa de Cochabamba volvió a poner en evidencia el escaso control que ejercen las instancias ambientales y de zoonosis sobre la comercialización de especies exóticas.
El operativo derivó en el rescate de 14 aves silvestres. Se hallaron tres catitas (Brotogeris spp), cuatro cotorritas (Myopsitaas monachus), dos jurkutas (Metriopelia cecilae) y cinco tórtolas (Zenauda auriculata).
Las aves se vendían a la vista de todos desde 50 hasta 100 bolivianos, según la especie. El precio depende de la rareza del ave o de su valor para supuestamente curar enfermedades.
Según varias organizaciones el tráfico global de biodiversidad genera ilícitamente entre 10 mil y 20 mil millones de dólares anuales.
Más allá de las cifras es necesario entender que detrás de cada pájaro, mono, tortuga, zarigüeya, quirquincho o paraba que se vende como cualquier mercancía está un ecosistema que funciona y existe gracias a ellos.
El tráfico de animales va más allá de su simple compra y venta. Por ejemplo, las cotorritas son muy apreciadas como mascotas, por lo que su venta tiende a persistir y es difícil de revertirla.
Por ello es necesario trabajar más en educación ambiental y en concientización con la población para que la venta de las especies exóticas ya no se vea como algo normal y los animalitos se ofrezcan sin el menor reparo en los mercados.
Es necesario realizar un mayor control y vigilancia en los puntos críticos de tráfico de animales como las regiones tropicales y los valles, donde las aves y otras especies son capturadas para la venta en las ciudades como mascotas o para la medicina tradicional.
Otra vía de acción para terminar con estas prácticas son las campañas de concientización dirigidas especialmente a los comerciantes que, lejos de reducir la venta de aves y otros animales silvestres tienden a normalizar el comercio de estas especies.
Se han generado normativas importantes para luchar contra el tráfico de vida silvestre, como la Ley de Medio Ambiente, la Ley 700 de Defensa de los Animales y el Decreto Supremo No. 4489. Las tres normas buscan proteger la fauna silvestre y asegurar su desarrollo en su hábitat natural, pero no han podido frenar la comercialización.
En varios casos se cuentan con normas específicas como la Ley No. 1525, que protege al cóndor, una especie amenazada por la destrucción de su hábitat y acciones del hombre que han llegado hasta a envenenarlos.
Si bien se han dado pasos importantes en la legislación para proteger a los animales silvestres aún hay largo camino por recorrer para desalentar el comercio de los animales y para que las personas dejen de ver a las aves y a otras especies como mercancías, como objetos, como mascotas.