Conmemorar el día en que se fundó Bolivia, hace 198 años, no es un simple acto más.
Se trata de reafirmar la convicción de que somos ciudadanos de un país de abundantes recursos, cuya riqueza mayor es la fortaleza de la que somos capaces para construir la patria que merecemos, nosotros y las nuevas generaciones.
Es un día para celebrar la voluntad de quienes consiguieron, hace casi dos siglos, independizarnos de la colonia española y homenajear ese patriotismo con la renovación de nuestro compromiso de ser mejores para forjar una mejor Bolivia.
Es también la ocasión de ratificar la firme voluntad de consolidar nuestra presencia geográfica, política, cultural y social en el mundo contemporáneo, con toda la diversidad que ostentamos, con una vocación de unidad democrática que trascienda los obstáculos que se presentan.
Y como en cada aniversario patrio, hoy debemos evaluar qué se ha hecho y lo que nos falta por recorrer, en especial ahora que enfrentamos el agotamiento de nuestras reservas de gas y encaramos una circunstancia económica poco favorable a escala global.
Para ello, un norte que debe guiar la reflexión es que la ciudadanía quiere fortalecer el país en forma democrática, opción que prima desde 1982 y que ningún proyecto ideológico diferente ha podido eliminar, hasta ahora.
Queremos ser un país inclusivo y con equidad y justicia social que reduzca las brechas existentes y ofrezca a su gente las condiciones básicas para vivir en forma digna.
Un país de bolivianos saludables, seguro para habitar y prosperar en el marco del respeto a las leyes y a nuestros conciudadanos.
Pese a las circunstancias institucionales y políticas actuales es posible creer que la gran mayoría de los bolivianos queremos un país dialogante y eficiente en la atención de nuestras inmensas necesidades.
Somos un país con una población dispuesta a enfrentar los grandes retos que lanza el mundo globalizado, sin perder sus propias características. Formal o informalmente son cada vez más los bolivianos que lo logran con éxito.
Somos una nación que cada día construye su destino. Un destino en el que sea posible no angustiarse en el corto plazo, sino que nos permita ir adquiriendo destrezas para ver el mediano y largo plazo subordinado al legítimo interés general, antes que a los corporativos o particulares.
Este 6 de agosto encuentra al Bolivia en tránsito hacia una etapa más compleja que los años anteriores, que exige una mejor y más transparente gestión pública y, sobre todo, abrir espacios de concertación interna que son tan urgentes como necesarios.
¡Viva Bolivia!