El conflicto entre órganos del Estado acerca de la realización de las elecciones judiciales y el indignante arranque de violencia que se produjo en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) en la inauguración de su última legislatura parecen no afectar sobremanera a los bolivianos que cada día deben adaptarse a las cotingencias de las carencias, de dólares, de combustible.
El ciudadano de a pie está ocupado en superar las dificultades resultantes de la crisis económica y de los problemas de aprovisionamiento alimentario que cualquier día se agravan como efecto del ejercicio de la coherción y las medidas hostiles de presión motivadas por intereses político-personales.
Y los tropiezos repetidos con los que choca la incierta realización de los comicios judiciales, lo mismo que los lamentables espectáculos que se suceden en el Parlamento, preocupan por su recurrencia y desconciertan porque dan la impresión que estamos en un Estado donde la presión de las movilizaciones y la agresión son los únicos códigos para entendernos y tratar de superar nuestros descontentos.
“Lo que hoy hemos visto no es lo que somos los bolivianos”, decía el viernes el jefe del Estado refiriéndose al violento escándalo del mismo día en la ALP, por el cual la Cancillería tuvo que emitir una “sincera disculpa” a la comunidad internacional.
¿Y qué decir de las elecciones judiciales cuya organización ha sido paralizada varias veces por salas constitucionales departamentales y, recientemente —cuando la mayor parte del proceso para su realización está concluido—, prácticamente estarían congeladas y postergadas sin fecha por decisión de la Sala Cuarta del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP)?
Ambas ocurrencias harán que el ciudadano común mueva la cabeza de izquierda a derecha como signo de resignación e impotencia, sentimientos a los que estamos habituados en estos casos, lo que es señal preocupante de que esas distorsiones de nuestro orden institucional comienzan a ser parte de una anormal normalidad.
¿Quiénes deben ocuparse de este caos que nos aflige como país y nos hace sentir que vivimos en una total desorganización institucional donde se vulnera a menudo la autoridad de la Constitución y del Estado?
Esa es la atribución natural de los políticos, de quienes ejercen cargos como resultado de elecciones o de designación y también de aquellos que aspiran al voto popular en las elecciones del próximo año.
Pero ni uno ni otros manifiestan preocupación alguna por este estado de subversión del orden social y político, de las atribuciones de los órganos del Estado, y del imperio de la agresión sobre el diálogo y la argumentación.
Después de 20 meses de iniciado, el proceso para la realización de las elecciones judiciales parece encaminarse a su fin en una modalidad ajena a lo prescrito en la Constitución Política del Estado (CPE).
Esa distorsión, la larga lista de peripecias que ha vencido este trámite y, sobre todo, la deteriorada confianza que inspira en los bolivianos la administración de justicia nacional, plantean la necesidad de un serio cuestionamiento al sistema judicial vigente en el país.
Por su historia y sus particulares características, la Feria y Festival Nacional e Internacional del Charango, que comienza mañana y se realiza desde hace 40 años en Aiquile, en el cono sur de Cochabamba, es un emblema del valor que tiene para los bolivianos el folklore nacional y la tenaz persistencia de sus manifestaciones, incluso en circunstancias poco propicias, como las que vivía el país el año de su lanzamiento.
En un tiempo en que las amenazas contra la naturaleza se han incrementado, la labor de los guardaparques es fundamental para conservar los 22 parques nacionales que existen en Bolivia y cuyas fauna y flora sitúan al país entre uno de los más de mayor biodiversidad del mundo.
Por primera vez en cuatro meses, Santa Cruz amaneció el pasado 4 de noviembre sin incendios. El infierno que arrasó al menos siete millones de hectáreas en ese departamento, cerca de 10 en todo el país, este año acabó.
El conflicto entre órganos del Estado acerca de la realización de las elecciones judiciales y el indignante arranque de violencia que se produjo en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) en la inauguración de su última legislatura parecen no afectar sobremanera a los bolivianos que cada día deben adaptarse a las cotingencias de las carencias, de dólares, de combustible.
Los potosinos celebran pasado mañana, domingo 10 de noviembre, la efeméride cívica de su departamento que conmemora en esa fecha la insurrección que hace 214 años protagonizaran sus ancestros contra la corona española para sumarse al movimiento que desde Buenos Aires proclamaba la ruptura de los vínculos que hasta entonces los unían al Virreinato de Lima.
Con el avance de los trabajos de construcción de su Línea Amarilla, el Tren Metropolitana de Cochabamba está en vías de consolidarse como una opción conveniente para el transporte de pasajeros.
Tuvieron que vencerse muchas peripecias, todas resultantes de la oposición ciudadana, antes de que se defina el trazo de esa línea y se inicie su implementación, aunque con un alcance distinto del que tenía al principio pues no llegará hasta Sacaba.
Los perjuicios ocasionados en estas más de tres semanas de bloqueos de carreteras y actos de violencia ejecutados por organizaciones afines al ala evista del Movimiento al Socialismo (MAS) no solo agravan la situación económica que atravesamos.
Aunque los bolivianos vivimos la evolución de una crisis política que agrava la situación económica y no parece tener perspectivas de un desenlace rápido, el mundo está pendiente de la jornada final de las elecciones en EEUU, cuyo resultado es tan incierto como trascendental.
Así lo muestra la prensa internacional, reflejando el final de varios meses de una campaña electoral atípica, marcada por la desinformación, la agresividad del expresidente candidato y la división del electorado.
En Bolivia, como en otros países de fuerte tradición católica, la doble identidad que con los años ha ido adquiriendo la fiesta de Todos los Santos o Halloween, según la versión con la que uno se sienta más identificado o menos indiferente, llega acompañada de una polémica sobre la que vale la pena reflexionar.