Tenemos repetido que el Estado “sobrevino” (no fue creado) como un instrumento coercitivo coactivo necesario para precautelar los intereses de una escasa minoría opulenta en detrimento de la inmensa mayoría de la población mundial.
En nuestro tiempo el Estado ya no le es suficiente a ese núcleo hegemónico por lo que ha resuelto eliminarlo sustituyéndolo con un nuevo sistema de poder total, aplastante y asfixiante, dándole un viro al capitalismo.
Para comprender ese giro, apenas referiremos asistemáticamente una partícula de este tenebroso macroplán que se encuentra en plena ejecución, diseño esmerado en borrar la diferencia entre izquierda y derecha: la derecha se apropia de las banderas de la izquierda, pasa por democrática y progresista, y la izquierda verdadera, la de otrora, desaparece, siendo reemplazada por una pseudoizquierda falsaria, reduciéndose así la lucha política entre facciones de la propia derecha, como el caso boliviano donde unos son de derecha y otros también, pero se presentan como izquierda.
En reiteradas oportunidades nos hemos referido a la plutocracia como al conjunto de multimillonarios que ejercen poder en el mundo. Sin embargo, corresponde particularizar más el concepto.
En teoría política, no se alude a la plutocracia en su contenido de sistema político independiente, no obstante que la cúpula de los megamillonarios se está desarrollando como enorme poder que según estudios prospectivos hasta el 2050 dominará totalmente a todo el planeta como si éste fuera una simple empresa.
Inicialmente esta plutocracia dirigirá (aunque ya dirige) una “democracia” en la que el dinero, por encima de la ideología, tendrá y tiene influencia total a nivel político, posteriormente -señalan estos estudios- ya no habrán elecciones generales sino “juntas de accionistas”, aunque se debe insistir que actualmente la influencia plutocrática en política ya es determinante, al menos en América y aún en países del primer mundo, en los que los gobernantes son meros “administradores” subalternos del patrón plutocrático.
Esta percepción parte de una ley económica que establece que en el capitalismo se irá concentrando progresivamente el capital hasta quedar en pocas manos, aspecto que si bien fue formulado por Marx, hoy es visto desde otro ángulo, equivalente no a la muerte, sino a la prolongación del capitalismo gracias al desarrollo de la ciencia y de la tecnología.
La señalada concentración de capital se traduce en que las grandes corporaciones, en la medida de su desarrollo, van comiéndose a las más débiles disminuyendo el número de estas hasta que llegará un momento en el que una sola macroempresa concentrará todo el poder y la riqueza y será ésta la última compañía que quede en el mundo dirigida por la selección de los plutócratas mundiales más poderosos.
En una primera etapa, que es la que estamos viviendo, instrumentalmente existirán aún los partidos políticos, que competirán entre ellos para recibir la aceptación de la plutocracia, pero quedarán ocultas las relaciones de dependencia entre el partido político y la gran empresa privada. El dinero lo compra todo, existiendo estudios que confirman la relación entre inversión económica y resultados políticos. Tradicionalmente en Bolivia a este fenómeno se lo llamaba “dependencia”.
Tras un proceso de fusiones de corporaciones, (véase por ejemplo la industria del automovilismo) al final la plutocracia desistirá de los partidos políticos (porque ya no los necesitará) y formará un único gobierno que domine todo el mundo.
Esa sola corporación que quede, tendrá origen informático y, controlar la información implica controlar casi todo lo demás.
Pero parece que todo esto no preocupa a nadie, es la sociedad que acepta este cambio con naturalidad, quizá porque ni siquiera se da cuenta de lo que está sucediendo. A esto llamamos proceso de idiotización social.
Por lo demás, la gran empresa que está detrás del gobierno político (del tradicional que conocemos) tiene como estrategia agradar al cliente (para vender sus productos) aunque en verdad sólo piensa en su propio interés y sin cambiar esta maniobra, más allá, en tiempo mediato, cuando desista de los partidos políticos implantará un gobierno no despótico ni represivo, sino un gobierno complaciente que ejercerá otro tipo de tiranía: la del mercado. Para ese momento ya tendrá a la sociedad totalmente idiotizada mediante los medios digitales.
Ya hoy la sociedad sufre cambios en su orden de valores, sufre presiones e injusticias, pero sus ciudadanos creen estar en una sociedad buena, aguantable. El ciudadano medio, sabe muy poco de cómo funciona todo esto, los medios informáticos lo han paralizado, es el avance de la tecnología.
Todo esto es obra de la plutocracia y apuntamos adónde va; por lo demás, así se explica que por designio de este poder mundial, existan gobiernos y politiqueros que no son más que la síntesis seleccionada de la inmundicia de la sociedad ejecutando impensables actos abominables y descabellados con los que diariamente nos indignan.