La implementación de tecnologías gubernamentales, conocidas como GovTech (El término viene de Gobierno y tecnología), están emergiendo como una poderosa herramienta para transformar la administración pública y mejorar la prestación de servicios a los ciudadanos. La adopción de la tecnología ya no es una oportunidad que podemos tomar, es una obligación sin precedentes que permite abordar una serie de desafíos en los distintos niveles del Estado, desde la lucha contra la corrupción hasta la mejora de la eficiencia del Gobierno.
Estas tecnologías (llevadas adelante por el mercado o por el mismo Estado) abarcan una amplia gama de herramientas y plataformas, desde innovadores sistemas hasta aplicaciones móviles y portales de transparencia con el principal fin de simplificar la vida de las personas que utilizan estos servicios, situación que ocurre a la inversa en nuestro país, donde reina las interminables filas, fotocopias, sellos tras sellos de inoperantes burócratas, entre mil problemáticas ineficientes más. Está claro que no se valora el recurso más escaso que tiene el humano: “el tiempo”.
Bolivia, con una población joven y un rápido crecimiento en el acceso a internet (Se cuenta con una cobertura del 84% en Internet móvil y 55% de fijo según un reporte de la ATT en 2023), se encuentra en una posición única para capitalizar esta tendencia y llevar su administración pública al siglo XXI. Para tener casos de éxito en este tipo de procesos de innovación, se deben seguir cinco grandes etapas: 1. La identificación de retos. 2. La convocatoria a la comunidad innovadora. 3. El intercambio de conocimientos. 4. El pilotaje y la experimentación 5. La difusión y escalado de las soluciones que funcionan.
Este es un proceso muy dinámico, lo opuesto a la esencia del Estado (la burocracia), por eso las GovTech pueden tener impacto circunstancial para nuestro país, desde la mejora de servicios, transparencia en los distintos sectores y niveles, exposición de datos, apertura de procesos de compras y adjudicaciones, entre un sinfín más de beneficios. Al permitir un mayor acceso a la información y facilitar la supervisión ciudadana, sin duda se puede lograr una gestión más eficiente, se evitando la malversación de fondos e incentivando el uso responsable de los recursos.
Además de combatir la corrupción, la digitalización del Gobierno tiende a aumentar la participación ciudadana en la toma de decisiones. La simplificación de los trámites administrativos que hoy devengan en un círculo vicioso donde sólo el que tiene más recursos puede avanzar y el que no debe sufrir el eterno proceso, que al final se termina convirtiendo en el espacio propicio y fértil para el típico “lo ayudo a acelerar su proceso”, ese es el verdadero cáncer que padecemos todos por la inacción de los burócratas.
Sin embargo, para que las GovTech tengan éxito en Bolivia, se requiere alto un compromiso tanto del Gobierno, como de la sociedad en su conjunto. Esto implica la asignación de recursos adecuados para la implementación de tecnologías digitales o en un mejor caso, permitir que startups locales o internacionales tomen las riendas de los servicios a mejorar. Además, se necesita una mayor y sincera colaboración entre el Gobierno, el sector privado y la sociedad civil para garantizar que las soluciones tecnológicas desarrolladas sean adecuadas para las necesidades específicas.
Con un enfoque estratégico y voluntad política renovada, Bolivia podría convertirse en un líder regional en la implementación de tecnologías gubernamentales y sentar las bases para un futuro más próspero y justo para todos.