En 2016, comunarios de Tiraque, con mucha saña y crueldad, maniataron a un oso de dos años, lo golpearon con palos, lo apedrearon fracturándole la cabeza y le ocasionaron la pérdida de un ojo. Por la edad del oso, bien podríamos definirlo como un oso-niño, pero esto no importó a la exaltada chusma que decidió aquella brutal tortura sólo porque el animal habría (supuestamente) querido atacar a un niño. Huelga decir que el ataque no se produjo y, lo más seguro es que el oso infante sólo debió intentar defenderse ante el acoso del molestoso niño.
Los comunarios justificaron su accionar con una ignorancia enorme ante la fauna silvestre. Los animales, aún los considerados feroces, suelen ser temerosos por instinto al ser humano, pues los ancestros de la variada fauna de una región, de un país y del mundo ya sufrieron tiempo atrás la violencia del humano, por lo que en la genética instintiva de las nuevas camadas queda desarrollado este recelo al hombre.
Pero las personas, llámense éstas comunarios o citadinos, no entienden lo anterior y no saben lo que es el instinto animal, un instinto de conservación natural que no conlleva en absoluto ninguna mala intención, premeditación o alevosía, como si ocurre con el pensante homo sapiens.
Afortunadamente, el maltrecho oso jukumari fue recuperado con mucha paciencia en el Bioparque Vesty Pakos y hoy vive en el Centro de Custodia de Fauna Silvestre de Senda Verde.
Ojalá no se hayan dado más casos como éste y haya mayor conciencia en los comunarios. Recordé este hecho de 2016 porque en los últimos días las redes sociales recordaron aquella noticia. Es que resulta bueno recordar para seguir madurando la conciencia.
Traje a colación lo anterior para mostrar la crueldad de la que son capaces algunos seres “humanos” en una práctica de asombrosa ignorancia.
Ignorancia
Tal es la ignorancia de la que nos enteramos los últimos días, cuando un conductor de la flota “Air Bus Coral”, a medianoche y sin consentimiento de la dueña de un gato y mientras esta dormía, arrojó al pequeño felino al pasar por algún poblado entre Cochabamba y Oruro, dejando incluso a la dueña más allá, a las tres de la mañana, sola en medio de la oscuridad. El justificativo del chofer: “viajar con gatos da mala suerte”. Digno de Ripley, “Aunque usted no lo crea”.
¿Será posible tanta ignorancia a estas alturas del tercer milenio? ¿Serán todos los choferes así? Y algunas preguntas más: ¿no es de mala suerte acelerar en exceso? o ¿conducir con signos de ebriedad? Por estos dos motivos ya ocurrieron muchos accidentes en nuestras carreteras. Es hora de ser más cuerdos, conscientes e inteligentes.
Sería interesante que Tránsito, a tiempo de otorgar las licencias de conducción, pudiera dar algunos cursillos de educación, conciencia, compasión, modernidad y buen criterio a los choferes, para aminorar los rasgos de ignorancia.
El cascabel al gato
Nunca más oportunas estas palabras. ¿Le pondrá alguien el cascabel al gato? Algún fiscal, de oficio ¿podrá sancionar a la flota y al chofer ?, ¿Qué dicen o dirán los dueños de la flota?, ¿algún grupo de protección animal, tomará cartas en el asunto?, ¿Pofoma podrá hacer algo? Aguardemos algo los siguientes días.
Pero el maltrato animal se da de distintas formas. Así, en estos días se logró el rescate de decenas de loritos transportados en yutes en Oruro. Seguramente para ser comercializados ilegalmente, algo que ocurre frecuentemente con animales exóticos. También, y de manera clandestina, continúan las peleas de gallos y perros en poblaciones bolivianas y en las mismas ciudades. Y, pese a la modernidad de este tercer milenio, todavía vemos carretones a tracción animal (famélicos y maltratados caballos) en modernas avenidas de la desarrollada ciudad de Santa Cruz. Tránsito y Alcaldía? Bien, gracias.
La labor de la o las instituciones encargadas del cuidado de la fauna silvestre y doméstica, así como de agrupaciones voluntarias de protección animal, es ardua y sin mayores recursos. Pero, además, se requieren leyes más enérgicas para sancionar a maltratadores. En fin, esperemos que alguien le ponga el cascabel al gato.