Hay, ciertamente, varias hipótesis en relación a lo sucedido la tarde del 26 de junio de 2024. En tres horas y media, termina lo que se inició con “movimientos irregulares de tropas”, la toma del palacio de gobierno, la posesión del nuevo alto mando militar y la instrucción de retiro de tropas de la plaza Murillo, del flamante comandante general.
Las interpretaciones son variopintas. Los oficialistas adjudican al episodio como un “golpe de estado fallido”. Los opositores, y gran parte de la opinión pública, consideran que fue un “auto golpe”. Los críticos más encumbrados señalan, incluso, que se trataría de un “burdo montaje”. En las redes sociales, los memes reflejan lo sucedido, mostrando a Luis Arce recibiendo un Oscar de la Academia de Hollywood.
Sin embargo, en la política y los juegos de poder, se deben observar, como en una partida de ajedrez, las interacciones de los actores, así como sus tácticas y estrategias. En ese horizonte, sostengo la hipótesis de que el “golpe fallido” fue una acción política planificada. Una magistral jugada que cambia el tablero.
Para respaldar mi hipótesis, en primer lugar, me referiré al contexto. Es decir, a las circunstancias políticas, económicas y sociales que circundan el episodio. Luego, en términos políticos, como es de rigor, veremos los resultados.
En la dimensión política, Luis Arce, estaba viviendo los días más difíciles de estos sus casi cuatro años de gobierno. Las últimas semanas, fueron extremadamente complicadas. La ingobernabilidad legislativa es más aguda. Prácticamente, es imposible consensuar y aprobar una ley. El gobierno tiene a la Asamblea Legislativa en contra, en virtud a la inusitada alianza entre el ala evista radical con Comunidad Ciudadana y Creemos.
Políticamente, también, la visceral disputa con su, hoy, principal enemigo, Evo Morales, ha provocado una “guerra de suma cero”, sin tregua. Los bloqueos y la convulsión social, alentadas por Morales, estaban en puerta. La decisión de habilitarse como candidato, “a las buenas o a las malas” prometía una abominable disputa en las calles. Además, es el principal interesado en el acortamiento del mandato. Los días de Arce, estaban contados.
En el ámbito económico, la situación es más compleja. La escasez de divisas es dramática. No hay dólares ni para comprar gasolina. El déficit fiscal es insostenible. El Estado ya no tiene esos cuantiosos ingresos de la época de gloria. Para financiar estos diez años de déficit fiscal sostenido, primero se dio fin con los ahorros. Luego se apeló al oro y a los créditos externos, aumentando considerablemente la deuda. El dólar, en el mercado paralelo, trepo hasta nueve bolivianos, provocando un pernicioso proceso inflacionario, que podría ser incontrolable, si continúan con el extremo de imprimir papel moneda inorgánica.
En el ámbito social, también se observa una escalada de conflictos. El descontento social se manifiesta cotidianamente. La presencia en las calles de varios sectores como el transporte pesado, el transporte urbano, comerciantes, gremialistas, jubilados y rentistas, entre otros, es recurrente.
En la medida en que no se normalice el abastecimiento de combustibles y no se detenga la escalada inflacionaria, más adelante se prevé un incremento de los conflictos.
Si se observa con detenimiento ese peligroso contexto, la situación requería una extrema y hábil movida política. El escenario considerablemente delicado tenía que revertirse.
Veamos, ahora, para respaldar la hipótesis, de que se trató de una acción política planificada, los resultados de la “intentona golpista”.
En primer lugar, el presidente sale fortalecido. Se restaura la democracia que estaba en peligro, pues logra “derrotar” al “golpe de Estado”. Sale fortalecido también, en su lucha por el control de las organizaciones sociales, pues todas ellas, excepto las paralelas creadas por el evismo, le brindan su respaldo incondicional, logrando una inusitada cohesión alrededor de su liderazgo. Para su clientela, Luis Arce se convierte en un verdadero héroe que, con mucha valentía, templanza, decisión y convicción, enfrenta el “golpe de Estado” e increpa al golpista en la puerta del palacio.
Sale fortalecido, también, internacionalmente. El apoyo de la comunidad internacional fue contundente. Desde la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA) y gran parte de los países vecinos. El apoyo a la democracia y el repudio a la “intentona golpista”, que en última instancia se convierte en una manifestación de apoyo al gobierno, fue unánime.
Ahora, y esto es lo más importante, sale significativamente fortalecido, frente a Evo Morales, el principal enemigo. Este, amenazaba con bloqueos y convulsión social procurando un acortamiento de mandato. En el nuevo escenario que propicia el denominado “autogolpe”, las amenazas de llevar la lucha por su candidatura a las calles, quedan eventualmente aplacadas, pues serán interpretadas como “golpistas” y antidemocráticas. Por un tiempo, al menos, habrá relativa estabilidad.
A juzgar, por el contexto y los resultados, queda claro que la “asonada golpista” fue un magistral acto político planificado.