El presidente Luis Arce vivió ayer uno de los momentos más difíciles de su gobierno al verse cercado por una facción de militares dirigidos por el comandante del Ejército, José Luis Zúñiga, que pedía reestructurar la democracia y liberar a los presos políticos.
Poco antes de la entrada de los militares a la plaza Murillo, sede del Palacio Quemado y la Casa Grande del Pueblo, Arce denunciaban en X: “Movilizaciones irregulares de algunas unidades del Ejército Boliviano”.
Poco después, la plaza Murillo se llenaba de tanques y militares fuertemente armados. A medida que la facción irrumpía en la plaza, los transeúntes, periodistas y políticos observaban desconcertados la llegada de uniformados de la PM. Su actitud hostil evocó la peor época de la dictadura que acabó hace 42 años.
Zúñiga, el jefe del Ejército que en los últimos días estuvo en el foco de los medios por sus declaraciones sobre la situación económica, política y social, comandó el ingreso al Palacio Quemado forzando la puerta con un tanque. Luego, tras su aprehensión, dijo que actuó por pedido del presidente Luis Arce.
Una vez adentro, estuvo cara a cara con Arce. Antes, el ministro Eduardo del Castillo intentó desmovilizar a los uniformados increpando a Zúñiga.
Después de que la facción militar se consolidara en la plaza, el Presidente apareció en redes sociales junto a su gabinete y dijo: “Necesitamos que el pueblo boliviano se organice y se movilice en contra del golpe de Estado en favor de la democracia”. Arce determinó cambiar al Alto Mando y condenó la “intentona golpista” y la insubordinación.
Arce se dirigió luego a sus simpatizantes asegurando que sólo el voto de la gente puede sacarlo del Gobierno.