Recientemente, los medios de comunicación informaron sobre la muerte de una adolescente de 16 años debido a un aborto mal practicado en un consultorio privado en la ciudad de Oruro. Lamentablemente no es la primera ni la última vez que ocurre algo así, ya que nuestra legislación penaliza el aborto. Al margen de las causales que permiten su realizan en centros de salud pública, vale la pena reflexionar sobre las circunstancias en las que sucede clandestinamente.
Según datos de IPAS Bolivia, los abortos representan la tercera causa de muerte materna en Bolivia. Asimismo, de acuerdo a un informe publicado en la Gaceta Médica de Bolivia para el año 2022, la mayoría de las solicitantes de aborto (63%) tienen entre 21 y 30 años de edad, casi un tercio (32,2%) tiene menos de 20 años y casi 1 por ciento (0,7%) es más joven.
IPAS Bolivia estima que en nuestro país se realizan aproximadamente 160 abortos clandestinos al día. Po otra parte, productos farmacéuticos comúnmente utilizados para interrumpir el embarazo, como Misopostrol y Cytotec que se consiguen con facilidad en el mercado negro y tienen un bajo costo. Sin embargo, su uso sin la debida orientación médica representa un grave riesgo para la salud.
En países en los que el aborto es legal, como México (en la mayoría de sus estados), se han implementado hace tiempo políticas de salud sexual y reproductiva, planificación familiar y acceso a métodos anticonceptivos. Además, las autoridades de salud pública han propiciado la difusión de cartillas instructivas sobre cómo realizar un aborto en casa, utilizando Misopostrol y Cytotec, siempre y cuando el embarazo no supere las 12 semanas, ya que pasado ese tiempo representa un riesgo para la salud. Estas medidas han demostrado buenos resultados en la disminución de la mortalidad materna.
Para comprender por qué otros países han decidido despenalizar el aborto y por qué Bolivia sigue criminalizando a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, debemos tener en cuenta que la historia ha cambiado en cuanto a valores y cultura.
Por lo mismo, es importante evaluar las condiciones socio culturales, por ejemplo, la preminencia del machismo en todos los ámbitos (desde el gobierno hasta los hogares del área rural especialmente), que resultan contrarias a la visión despatriarcalizadora que dice tener el Estado Boliviano, necesitamos reflexionar más allá de la moralidad condicionada a la religión.
Es fundamental aclarar que la despenalización por sí sola no será la solución a los abortos clandestinos. Si hombres y mujeres no cuentan con conocimiento, información, educación y acceso a la salud sexual y reproductiva, no servirá de nada.
Como ya se citó anteriormente, muchos de los casos de abortos mal practicados han sido resultado de la ingesta de las pastillas en etapas avanzadas del embarazo, y pensar en una intervención quirúrgica (legrado) no sólo representa un mayor riesgo para la salud, sino también un costo mayor.
Vivimos en un mundo en el que se ha luchado arduamente por erradicar la esclavitud, la discriminación racial y la opresión a las mujeres, relegadas a la reproducción de la vida, no todas desean la maternidad. Aquellas que lo desean prefieren hacerlo en pareja, porque en el contexto sociocultural de nuestro país madres como padres deben trabajar para sustentar el hogar. Aquí radica la importancia de la unidad familiar y la corresponsabilidad.
En un Estado que se proclama descolonizador y despatriarcalizador, y progresista en temas de derechos humanos, aún se practica la doble moral: los providas y la Iglesia continúan estigmatizando a las mujeres que deciden no ser madres. Al Estado no debería importarle las razones detrás de la decisión de abortar, ya que estas son personales y responden al ejercicio simple y llano de la libertad de conciencia, pero sí debería importarle proporcionar las condiciones adecuadas de salud a las mujeres.
Las demandas de despenalización del aborto no buscan promover la promiscuidad de las mujeres, sino que no se debe olvidar que las relaciones sexuales son de dos, pero hasta ahora la responsabilidad de anticoncepción se ha delegado sólo a las mujeres. Lo más conveniente a estas alturas es dar avance hacia el reconocimiento de los derechos de salud sexual y reproductiva, promoviendo el respeto de la dignidad de las mujeres.
Es necesario implementar políticas públicas preventivas en lugar de punitivas, ya que estas últimas no han resultado en nada positivo. Por ello se debe pensar de manera especial en las mujeres que viven en zonas periféricas de las ciudades y el área rural, donde no llega la educación sexual, ni métodos anticonceptivos ni información suficiente sobre planificación familiar, y donde hablar de sexualidad sigue siendo un tabú.
En una esquina X de la ciudad, de pronto mi marido exclama “buena pregunta” mirando a un papá en moto cuyo hijito de unos siete años le acababa de preguntar “¿por qué ese auto se pasó de frente si el semáforo estaba en rojo?”.
Esa pregunta nos la han hecho muchas veces nuestros propios hijos y estoy segura de que sus hijos a ustedes también.
En una esquina X de la ciudad, de pronto mi marido exclama “buena pregunta” mirando a un papá en moto cuyo hijito de unos siete años le acababa de preguntar “¿por qué ese auto se pasó de frente si el semáforo estaba en rojo?”.
Esa pregunta nos la han hecho muchas veces nuestros propios hijos y estoy segura de que sus hijos a ustedes también.
CARLOS DERPIC SALAZAR
El domingo pasado comenzó a circular en redes sociales un video que mostraba la manera en que un grupo de personas, todas con barbijo, ubicadas en el aeropuerto Jorge Wilstermann de Cochabamba, abuchean, empujan y golpean al exministro Carlos Romero Bonifaz, hombre poderoso si los habrá habido, durante los gobiernos de Evo Morales.
El domingo pasado comenzó a circular en redes sociales un video que mostraba la manera en que un grupo de personas, todas con barbijo, ubicadas en el aeropuerto Jorge Wilstermann de Cochabamba, abuchean, empujan y golpean al exministro Carlos Romero Bonifaz, hombre poderoso si los habrá habido, durante los gobiernos de Evo Morales.
Una pregunta que se repite incontables veces en la sociedad boliviana tiene que ver con quién podría sustituir a los caudillos masistas, o lo que es lo mismo, qué líder cumple las condiciones necesarias para ganar las elecciones de 2025; la respuesta es siempre la misma, “no hay”. En este momento no se perfila ningún líder de oposición que concentre la fuerza política necesaria como para ganarle al MAS.
Una pregunta que se repite incontables veces en la sociedad boliviana tiene que ver con quién podría sustituir a los caudillos masistas, o lo que es lo mismo, qué líder cumple las condiciones necesarias para ganar las elecciones de 2025; la respuesta es siempre la misma, “no hay”. En este momento no se perfila ningún líder de oposición que concentre la fuerza política necesaria como para ganarle al MAS.
A estas alturas todos deben tener claro que no tendremos nuevos jueces hasta que al Gobierno le dé la gana. La anulación de las elecciones judiciales no es ningún accidente, evidentemente. Antes bien, responde a un plan tan terrible como eficaz y que debería angustiar a los demócratas de este pobre país.
A estas alturas todos deben tener claro que no tendremos nuevos jueces hasta que al Gobierno le dé la gana. La anulación de las elecciones judiciales no es ningún accidente, evidentemente. Antes bien, responde a un plan tan terrible como eficaz y que debería angustiar a los demócratas de este pobre país.
EMILIO MARTÍNEZ CARDONA
El populismo de izquierda latinoamericano, junto a sus socios transatlánticos de España, parecen estar pasando por un periodo de fricciones y desarticulación, aunque una interpretación alternativa sería más bien la de una diferencia de estilos o “velocidades”.
Esto último, recordando lo que le dijo Lula da Silva a Hugo Chávez hace ya muchos años: “vamos a velocidades distintas, pero vamos al mismo lugar”.
El populismo de izquierda latinoamericano, junto a sus socios transatlánticos de España, parecen estar pasando por un periodo de fricciones y desarticulación, aunque una interpretación alternativa sería más bien la de una diferencia de estilos o “velocidades”.
Esto último, recordando lo que le dijo Lula da Silva a Hugo Chávez hace ya muchos años: “vamos a velocidades distintas, pero vamos al mismo lugar”.
En 2017, durante mi gestión como presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), presentamos una demanda ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por el incumplimiento por parte del Estado boliviano del Convenio 131, una norma supranacional, ratificada por Bolivia en 1977,que instruye a los países que antes de fijar el salario mínimo se consulte exhaustiva e igualitariamente con las organizaciones representativas de empleadores y de trabajadores, y que dispone ademá
En 2017, durante mi gestión como presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), presentamos una demanda ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por el incumplimiento por parte del Estado boliviano del Convenio 131, una norma supranacional, ratificada por Bolivia en 1977,que instruye a los países que antes de fijar el salario mínimo se consulte exhaustiva e igualitariamente con las organizaciones representativas de empleadores y de trabajadores, y que dispone ademá
Los pasos acelerados que da la tecnología crean cada vez más medios de pagos que tienen el objetivo de reemplazar el uso del dinero físico por el electrónico; esto, para hacer más fácil la vida de las personas mientras realizan transacciones financieras. Sin embargo, ese camino a la practicidad puede estar plagado de una serie de peligros y riesgos de estafa, a los que muchos hemos estado expuestos en algún momento.
Los pasos acelerados que da la tecnología crean cada vez más medios de pagos que tienen el objetivo de reemplazar el uso del dinero físico por el electrónico; esto, para hacer más fácil la vida de las personas mientras realizan transacciones financieras. Sin embargo, ese camino a la practicidad puede estar plagado de una serie de peligros y riesgos de estafa, a los que muchos hemos estado expuestos en algún momento.
JAVIER VISCARRA VALDIVIA
Hace unos años, el presidente Luis Arce Catacora intentó popularizar un eslogan político que proclamaba que “estábamos saliendo adelante”. Sin embargo, este mantra ha desaparecido en gran medida, dejando tras de sí una estela de decepción y desengaño. Lo que una vez fue presentado como un horizonte prometedor, ahora se revela como una mentira flagrante, una ilusión vacía que se desvanece ante la inocultable situación.
Hace unos años, el presidente Luis Arce Catacora intentó popularizar un eslogan político que proclamaba que “estábamos saliendo adelante”. Sin embargo, este mantra ha desaparecido en gran medida, dejando tras de sí una estela de decepción y desengaño. Lo que una vez fue presentado como un horizonte prometedor, ahora se revela como una mentira flagrante, una ilusión vacía que se desvanece ante la inocultable situación.
El movimiento sindical en América Latina ha sido históricamente un bastión de lucha por los derechos laborales y la justicia social, estrechamente vinculado a ideales socialistas y democráticos. Desde sus inicios, los sindicatos han sido la voz de los trabajadores, defendiendo sus derechos frente a la explotación y la injusticia.
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Los jóvenes desde los otrora jóvenes de mayo 68 en París, buscan formas auténticas en cuestiones decisivas como el valor de la política en la propia vida y en la colectividad; un amor renovado por el conocimiento y la creatividad; cambios rotundos en los sentidos de amor y la libertad sin etiquetas ni clichés, en un mundo condicionado por presagios y visiones de otros. “La imaginación al poder” en el centro de la vida personal y pública.
Los jóvenes desde los otrora jóvenes de mayo 68 en París, buscan formas auténticas en cuestiones decisivas como el valor de la política en la propia vida y en la colectividad; un amor renovado por el conocimiento y la creatividad; cambios rotundos en los sentidos de amor y la libertad sin etiquetas ni clichés, en un mundo condicionado por presagios y visiones de otros. “La imaginación al poder” en el centro de la vida personal y pública.