Es categórica la capacidad de absorción de población que tienen los espacios urbanos. La estadística considera que cerca del 60% de los habitantes a escala global reside en áreas urbanas, con una tendencia peligrosa de crecer al 70% para 2050.
América Latina es la región más urbanizada del mundo en desarrollo, donde dos tercios de su población radica en ciudades con más de 20.000 habitantes, y cerca del 80% coexisten en zonas urbanas (Cepal, 2021). São Paulo es la metrópoli más poblada de América Latina, con más de 22 millones de habitantes, seguida por la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), superando 21 millones de pobladores, y Buenos Aires, en tercer lugar, contabilizando más de 15 millones de residentes.
El 2021, la población total de América Latina y el Caribe contaba aproximadamente con 667 millones de personas. La subregión más poblada es América del Sur, con 436,75 millones de ciudadanos. En América Central y el Caribe residían 83,01 millones de habitantes, y en México, 131,23 millones de habitantes.
En el caso de Bolivia, la situación no es menor. Para el 2023 se considera que habitan 12.079.472 de personas (Bolivia: Economía y demografía, 2023), ubicada en la posición 80 en términos de población entre 196 países, con una densidad muy baja de 11 habitantes por km2. No obstante, el grado de desarrollo urbano alcanzado en Bolivia, y las conformaciones territoriales emergentes de los procesos de crecimiento —consecuente transformación de las ciudades principales—, y su arraigo a partir de su dinámica creciente, constituye aún un fenómeno complejo de consolidar, dado que involucra población, espacio y gestión. Dentro de este fenómeno, el tema de la gobernanza metropolitana es aún materia pendiente en la agenda de la política pública. Requiere en su análisis el conocimiento de la especificidad de cada una de las metrópolis (en los departamentos de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, esta última, la única con Ley de creación Nº 533, del 27 de mayo de 2014).
La región metropolitana del departamento de Cochabamba, denominada Kanata, comprende los municipios de Cochabamba, Sacaba, Tiquipaya, Quillacollo, Colcapirhua, Vinto, y Sipe-Sipe, con una superficie total de 2.924 km2., y urbana de 157,23 km2. La mencionada ley establece en su artículo 4°, parágrafo a), que la Región Metropolitana “es el espacio territorial continuo de planificación y gestión, integrada por dos o más municipios con sus áreas y zonas urbanas y rurales en igualdad de condiciones, en las conurbaciones mayores a quinientos mil (500.000) habitantes y que compartan cultura, lengua, historia, economía y ecosistemas para una convivencia y desarrollo integral en armonía y equilibrio con la Madre Tierra”.
Su conformación se fundamenta con el Artículo 2° del Marco constitucional, que ampara la presente Ley en el Parágrafo I del Artículo 280 de la Constitución Política del Estado, que define los criterios para la conformación de regiones metropolitanas, y en el Artículo 3° del Ámbito de aplicación, atribuido a los gobiernos autónomos municipales de la Región Metropolitana “Kanata”, al Gobierno Autónomo Departamental de Cochabamba y al nivel central del Estado.
La principal característica del fenómeno de metropolización es la expansión conurbana dispersa y el crecimiento de urbes pequeñas en torno a ciudades capitales hasta lograr una conexión física y funcional única más allá de los límites municipales, lo que establece nueva forma de realizar la gestión territorial.
En su tratamiento no es posible, en ningún caso, considerar a todas las regiones metropolitanas como similares, por tanto, no es posible enmarcar a todas en un paradigma único; en su contraste intervienen diversos intereses y necesidades, en su caso, relaciones antagónicas de los municipios componentes, o visiones diferentes para cohabitar el espacio metropolitano. Su tratamiento, sin embargo, considera la necesidad de direccionar un enfoque con involucramiento de todos los actores; administradores públicos, agentes económicos, sociedad civil, incluyendo la academia.
Las zonas metropolitanas pioneras del fenómeno en Bolivia, revelan procesos simultáneos de urbanización compacta y dispersa, cuyo resultado de adyacencia conurbana de centros urbanos, expresada en manchas urbanas de tamaño poblacional diferente, se debe a la funcionalidad en aspectos económicos, políticos y de relaciones sociales, más que aspectos de planificación. Aunque la definición oficial de áreas metropolitanas como instrumento jurídico no es exactamente concurrente con la conceptualización global, es aceptada una enunciación planteada por Blanes (2006), que considera la generación de niveles concéntricos de influencia integral recíproca, señalando como el corazón del área metropolitana propiamente dicha a los niveles internos, y los externos, a la zona de influencia de dicha área y su potencial espacio de expansión, que refuerza por una parte el centro importante (la gran ciudad) y, por otro, permite el desarrollo de los centros menores.
Este proceso de metropolización expandida y el policentrismo en las entidades regionales de Bolivia debe ser parte de la reflexión política frente al manejo de los instrumentos de planificación territorial y la penetración del mercado en la competencia estatal, ambos fuertemente vinculados con el proceso de expansión urbana.