Reducir el uso de bolsas plásticas que tardan en degradarse y contaminan los ecosistemas donde son desechadas es uno de los objetivos de la empresa Banana Pack, que busca aliados estratégicos para crear alternativas que pueden hacer frente al problema de un consumismo extremo, pero también a la contaminación del medioambiente.
Alicia Valda encabeza la empresa que comenzó a trabajar en 2022 con una comunidad productora de banano en San Pablo (Beni) para elaborar empaques biodegradables a partir de las hojas de esa planta.
En meses anteriores, junto a estudiantes de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y sus unidades de investigación, lograron desarrollar una línea de biopolímeros.
“Banana Pack viene trabajando desde 2022 con los desechos agrícolas de los cultivos de banano y tenemos un primer producto que son las hojas de banano como alternativa de envoltura en la cocina. Estábamos buscando un producto que nos permita hacer una producción más industrializada y, como ya estábamos en el área de cocina, pues habíamos pensado entrar al área de desechables para cocina, como platos, cubiertos y otros. Las primeras pruebas que hicimos por nuestra parte salieron bien, pero no estaban estandarizadas”, cuenta Valda.
Fue en ese momento cuando encontraron la unidad de clúster de tecnologías verdes de la UMSS y se unieron al Centro de Investigación y Tecnología de Materiales (Citema), además de otras unidades de investigación, con las que se desarrolló un proceso de exploración y se definió trabajar la línea de biopolímeros.
“Los polímeros son la base de cualquier producto plástico, pero los plásticos que nosotros conocemos son a partir de polímeros derivados del petróleo, éstos llevan mucho tiempo en descomponerse y conocemos cuáles son las causas de la utilización de estos polímeros. Gracias a esta alianza con el clúster de tecnologías verdes, iniciamos este trabajo”, afirma.
Valda explica que cumplieron con tres etapas de trabajo en el proyecto. Primero se hizo la formulación con todo el rigor de una investigación y desarrollo de tecnología nueva.
“Una vez tengamos la formulación, pasamos a la confección de las maquinarias que van a requerirse para la elaboración de este polímero primero en una producción piloto y después industrial, para finalizar con la instalación de esta producción en el espacio que trabajamos, que es en la zona de San Pablo, Beni, es una zona fronteriza entre Santa Cruz y Beni”, cuenta.
La emprendedora detalla que se definió trabajar con la comunidad beniana debido a que no usan pesticidas para la producción en los cultivos de banano.
Aprovechar los desechos
La venta del producto del banano es el principal ingreso para los productores, por lo que los desechos de estos cultivos deben ser utilizados de otra manera. Si bien, en un principio, éstos no eran utilizados con otro objetivo; ahora la idea es aprovechar esos desechos, de manera que también se apoye a los agricultores.
“Hemos diseñado nuestro modelo de negocios que es comprar los desechos a los productores de banano, pero tenemos un requerimiento que no se utilice pesticidas en la producción del banano para que el producto que entreguemos sea libre de pesticidas y que cuando uno vaya a desecharlas en cualquier tipo de sustrato, ya sea una maceta, un compost, el patio, no exista ningún tipo de daño a la tierra”, añade.
Valda expresa que éste puede ser considerado como el cierre del ciclo de la producción en los cultivos de banano, ya que se aprovecha el máximo de los componentes de esta planta.
Si bien se aprovechó primero en envolturas, la idea era “dar un salto” en el proyecto, bajo la premisa de trabajar con más familias productoras, pero también crear un mayor impacto con este tipo de aprovechamiento.
“Hoy trabajamos con 10 de las 35 familias de la comunidad de Beni y, ya que Bolivia tiene tantas zonas productoras, quisiéramos llegar a trabajar con distintas zonas, como el Chapare, Alto Beni, Santa Cruz. Existen muchas zonas con las que se pueden hacer muchas cosas”, sostiene.
Los consumidores
Encontrar un nicho de mercado para este tipo de productos requiere también de una concienciación sobre el uso de menos plástico, por lo que algunas empresas de catering además de restaurantes han sido los primeros clientes de esta empresa.
La entrega de envolturas de hojas de banano para los alimentos tiene una venta sostenida, pero esperan que aumente.
El nuevo proyecto
La producción de biopolímeros, en el proyecto conjunto presentado con las unidades de investigación de la UMSS, se encuentra actualmente en la etapa de la elaboración de las máquinas que se encargarán de la producción de los platillos, cubiertos y otros.
“Esperamos que eso no lleve más allá de este año para ya tener números y tracción de ventas. Nos encantaría que sean bolsas, pero justamente el problema está en el tema del costo. De todas maneras, uno de los primeros productos sería para el encapsulamiento de fertilizantes pues necesitan un plástico que se vaya degradando. Hoy se utiliza en la mayor cantidad de lugares un polímero derivado del petróleo que termina contaminando mucho y generando mucho micro y nanoplástico, pero con nuestro producto, la dosificación va a ser lenta, es decir, va a ser una dosificación controlada. En su proceso de dosificación de los fertilizantes dentro de cualquier tipo de sustrato, vamos a tener además un nivel cero de microplásticos que vayan a dañar el medioambiente, porque ésa es la formulación que estamos terminando de realizar. Además, como nuestro polímero se va a degradar en unos tres meses, hay un mayor control en cuanto a la efectividad de los mismos fertilizantes”, explica.
Valda adelanta que les gustaría lanzar una línea de productos más comerciales, como las bolsas que podrían ayudar mucho por el tema de la biodegradabilidad; sin embargo, los precios son más altos en comparación a las bolsas plásticas que se usan comúnmente.
Surge interés en el extranjero
La innovadora creación es llamativa; sin embargo, de acuerdo a Valda, de momento no ha surgido interés en ningún nivel del Estado, más aún cuando algunos Gobiernos locales compran productos en envases desechables que podrían ser reemplazados por los biopolímeros y así ayudar al tratamiento de la basura.
Valda cuenta que el año pasado estuvo por más de tres meses en Estados Unidos y, pese a que algunas universidades mostraron interés en el proyecto y la investigación como tal, sin embargo, en temas de negocio, una empresa mexicana ha expresado su intención de entablar una relación comercial.
“La organización que está más interesada es Agave, un consorcio mexicano que hace la producción y la comercialización, ya en Estados Unidos, de todo tipo de desechables de cocina. Ellos iniciaron su producción con bombillas y ahora tienen toda una línea de desechables para cocina. Lo que necesitan es un plástico que les ayude a envolver el tema de empaquetadura de todos estos productos. Entonces ahí tenemos una primera intención de compra”, asegura.
Valda reconoce que esta posibilidad se centra en la compra de materia prima y no así del producto terminado, aunque destaca que los productos del consorcio mexicano lleguen hasta Estados Unidos y cuenta con permisos de las entidades de salud para la comercialización y distribución de sus productos.
Banana Pack tiene varios aliados en sus proyectos, por lo que también trabaja con Warmi Red, que es una ONG que aborda temas de medioambiente, tecnología y género, y está encargada de la ejecución de los proyectos sociales de Banana Pack.
La producción de biopolímeros puede ser un gran salto para la reducción de desechos que contaminan el medioambiente luego de ser desechados. Hay pasos que Banana Pack junto a sus aliados están siguiendo; sin embargo, es importante considerar que el compromiso de autoridades y de la población para que se pueda considerar esta alternativa que es un apoyo al ecosistema.