Desde el 14 de marzo de 1999, un nuevo horizonte se abrió para los lectores dominicales del periódico Los Tiempos. Era el nacimiento de OH!, la revista dominical que se ha convertido en un referente indiscutible del periodismo boliviano durante sus 25 años de trayectoria ininterrumpida.
Con 1.296 números a sus espaldas, OH! ha sabido mantenerse firme en su compromiso de llevar contenidos de calidad a sus lectores, incluso en los momentos más desafiantes, como los que ha impuesto la pandemia de la Covid-19.
La génesis de OH! fue una respuesta a la necesidad de satisfacer las expectativas de los lectores dominicales, ávidos de una publicación especial que abordara temas diversos con enfoques novedosos. Bajo la dirección editorial de María Renée Canelas y la creatividad del colombiano Carlos Echeverry, OH! vio la luz por primera vez, marcando el inicio de una nueva era en el periodismo boliviano.
Para enfrentar con éxito el desafío de crear un producto periodístico innovador y autosustentable, OH! se apoyó en tres pilares fundamentales. En primer lugar, la revista se enfocó en ofrecer contenidos de interés que trascendieran la coyuntura, sin dejar de lado la realidad que nos rodea, siempre con una mirada centrada en sus protagonistas.
En segundo lugar, OH! apostó por un diseño osado y llamativo, nunca antes visto en el país. Cada tema era concebido con un diseño único que no solo complementaba, sino que también realzaba la narrativa, marcando así la identidad de la revista.
Y en tercer lugar, OH! contó con un equipo de periodistas, fotógrafos y diseñadores dispuestos a experimentar una forma distinta de hacer periodismo. Un equipo comprometido con la excelencia y siempre en búsqueda de la mejora continua del producto final.
A lo largo de estos 25 años, más de medio centenar de personas han formado parte de esta orquesta bien afinada que semana tras semana ha ejecutado con maestría la labor de OH! A todos ellos, un sincero agradecimiento por su dedicación y compromiso, aunque por razones de espacio y el temor a olvidar algunos, no mencionemos sus nombres.
Un elemento fundamental en cada edición ha sido y sigue siendo el valioso aporte de nuestros columnistas, quienes desde sus distintos puntos de vista han logrado enriquecer la experiencia de nuestros lectores, estimulándolos a reflexionar. Agradecemos sinceramente su dedicación y contribución.
En un mundo cada vez más digitalizado, esta revista ha demostrado que el periodismo impreso aún tiene un lugar relevante y vital en nuestra sociedad.
OH! es mucho más que una simple revista dominical. Es un vehículo de información, inspiración y entretenimiento para miles de lectores. Y mientras siga llegando a las manos de sus fieles seguidores, OH! seguirá siendo un referente indispensable en el periodismo boliviano. ¡Felicidades por estos 25 años de excelencia periodística!
UN REFERENTE DE LA MODA
Una de las secciones más icónicas y trascendentales de la revista desde su fundación ha sido su apartado de moda, que frecuentemente ha sido la carta de presentación de la publicación, al presentar las producciones fotográficas como portada. A lo largo de las páginas de la revista, se ha evidenciado la evolución de destacados diseñadores bolivianos.
Al remontarse a las ediciones más antiguas, se aprecia el trabajo pionero de Vivi Mercado, quien en sus inicios era una joven veinteañera con ansias de innovar en el ámbito de la moda local, tras haber estudiado en Chile. Asimismo, se puede seguir la trayectoria de Gonzalo Plaza y Roberto Aranibar, destacados diseñadores de alta costura.
La colaboración con figuras prominentes en el ámbito de la moda, como Marcelo Antezana y Jorge de la Reza, ha enriquecido las páginas de OH!. Además, se han presentado las colecciones de reconocidas diseñadoras de la industria de la alpaca, como la fallecida Beatriz Canedo Patiño y Liliana Castellanos. Asimismo, se ha dado espacio a la obra de talentosos creadores como Edita Vojtkova, la marca Schütt, Carla Quiroga, Isabel Bloch, Sondo, entre otros. En el ámbito del maquillaje, figuras destacadas como Álvaro Eid, Nita Tapia, Adriana Espinoza y Lisandra Claros han dejado su huella en las páginas de la revista.
Detrás de las audaces producciones de moda se encuentran fotógrafos de gran talento como Vassil Anastasov, Luz Márquez, Rodolfo Goitia, Álvaro Gumucio, Danilo Balderrama, Andrés Herbas y Raúl Ramírez, quienes han contribuido a crear imágenes impactantes y memorables.
Las páginas dedicadas a la moda en OH! no se limitaron únicamente a mostrar tendencias, sino que también se convirtieron en una plataforma para impulsar y destacar los talentos y la producción local en este campo creativo.
Marcelo Antezana, quien contribuyó a los primeros números de la revista y en muchos más en distintos momentos a lo largo de estos años, expresa su gratitud y reconocimiento hacia aquellos que compartieron esta apasionante travesía.
“Es realmente significativo celebrar este aniversario y rememorar el tiempo dedicado al proyecto de la revista OH!. Trabajar junto a este equipo humano ha sido una experiencia verdaderamente espectacular”, comenta Antezana, aludiendo al esfuerzo conjunto que caracterizó los inicios de la revista.
“Quiero expresar mi profundo agradecimiento al grupo de la familia Canelas, en especial a María Renée, quien me brindó la oportunidad de formar parte de esta nueva aventura editorial, algo innovador para Cochabamba”, añade, reconociendo el papel fundamental de quienes confiaron en su talento y visión.
La revista OH! representó para Antezana un espacio para la creatividad desbordante y la colaboración fructífera. “OH! fue una plataforma para crear cosas nuevas, para lanzar al mundo ideas innovadoras. Trabajar codo a codo con personas como Carlos Echeverry y Luz Márquez, quienes aunque no eran bolivianos, se convirtieron en parte de nuestra familia, fue una experiencia enriquecedora”, relata.
Recordando las jornadas de sesiones fotográficas, maquillajes y producción de moda, Antezana destaca el impacto positivo que la revista tuvo en su carrera como maquillador. “Ser el responsable de maquillar tantas portadas y producciones de moda fue realmente gratificante. Esta experiencia no solo amplió mis horizontes profesionales en Cochabamba, sino que también me abrió las puertas para incursionar en el ámbito cinematográfico”, comenta con entusiasmo.
Para un fotógrafo, el camino hacia el éxito está marcado por desafíos constantes. Raúl, como profesional de la lente, reconoce las dificultades inherentes a esta carrera, que demanda una disciplina y dedicación excepcionales. En este sentido, ser parte de la revista OH! y de la familia de Los Tiempos representa un verdadero honor para él.
“Como fotógrafo, sé que esta profesión requiere un compromiso total y una pasión incansable por el arte visual”, comenta Raúl. “Por ello, el hecho de formar parte de la plataforma de Los Tiempos es un privilegio indescriptible. Esta asociación no solo nos brinda visibilidad, sino que también nos permite compartir nuestro trabajo con un amplio público”.
“Es un honor para mí compartir este hito histórico”, expresa con gratitud. “Estos 25 años de trayectoria son un testimonio del compromiso y la excelencia que caracteriza a la revista OH!, y estoy orgulloso de ser parte de esta celebración”.
Cientos de modelos, desde magníficas, pasando por personalidades destacadas, hasta reinas de belleza y debutantes, han engalanado las portadas de la revista OH! cada domingo. “La chica OH! de la semana” se ha convertido en un ícono admirado por miles de lectores ávidos de elegancia y estilo.
POR OTROS 25 AÑOS MÁS
Geraldine Corrales
Cumplir 25 años requiere de una suma de esfuerzos que requiere de varias personas. A través de OH! se muestran muchos aspectos de nuestras vidas, situaciones reales que se suscitan a cada paso que damos. A estas alturas luego de ver que miles de páginas han contado y siguen contando historias, no se puede dejar de lado a todos los que en su momento escribieron y diseñaron cada una de ellas.
Son 25 años, pero el compromiso no se queda en este tiempo, el compromiso sigue y seguirá con la intención de mostrar cada semana algo distinto, sin dejar de lado la esencia que nos ha caracterizado.
DOS DÉCADAS EN UNA AVENTURA LLAMADA OH!
Rafael Sagárnaga L.
Supongo que a semejanza de todos los colegas que participaron en este privilegiado equipo, puedo recordar OH! como una aventura compuesta por incontables aventuras. A ciertas alturas, podríamos pasarnos lo que nos queda de vida contando las travesías, problemas, dramas o describiendo a los lugares y personajes que conocimos. He participado durante casi 20 años en estas páginas en medio del cuarto de siglo que cumple la revista.
Desde el principio, allí por enero de 2004, la aventura OH! se llenó de viajes. Las voces de la editora, la directora o alguna fuente eran casi siempre en tono de desafío o llamado a una emergencia: “¿Te animas a ir al Salar?”, “Hay viaje a México, pero tendrías que partir dentro de tres días”, “¿Quieres tomar un mojito en La Habana pasado mañana?”, “Estamos llevando a un grupo de periodistas para que vean qué es lo que realmente pasó en…”.
De esas invitaciones, las imágenes que azarosamente vienen ahora son, por ejemplo, aquella semana en la que recorrimos “la otra triple frontera”. Eran tiempos de la Guerra contra el Terrorismo. Ciertos investigadores aseguraban que en años recientes se habían intensificado las actividades de organizaciones islámicas nada menos que entre Chile, Perú y Bolivia. Tacna, Arica, Iquique, Arequipa, La Paz y Santa Cruz eran parte de esos movimientos. Algunas de esas ciudades, como Tacna e Iquique, contaban con mezquitas propias de una megaproducción, con palmeras y mar de fondo.
Otros viajes de ese estilo tuvieron que ver con reportajes relacionados, por ejemplo, con el contrabando, el narcotráfico o la depredación ambiental. En un país con más de 5.000 kilómetros de frontera eso suele ser muy frecuente. Sabaya (Oruro), Yacuiba y Bermejo (Tarija), Puerto Suárez (Santa Cruz), Desaguadero (La Paz) son coladeras de infinidad de negocios de toda condición. Allí estuvo OH! también incontables veces.
Si ese tipo de viajes era a plan de buses, taxis y mototaxis, otros requirieron de carpas, mochilas y demás, con todos los rigores que ello implica. Pero estos casi infaliblemente fueron viajes con invalorables recompensas como aquel que implica visitar el valle de los Cóndores en Tarija. Una agotadora escalada que permite al visitante ser saludado por el rey de los Andes decenas de veces en miradores desde los que también se contempla la campiña chapaca.
Cientos de pueblos y ciudades, cada una con sus particularidades. La Cobija tetralingüe porque allí se habla (gracias a la dinámica comercial de sus inmigrantes) castellano, portugués, quechua y aimara. O la extraordinariamente ubicada La Paz. Porque desde la ciudad del Illimani un viajero aguzado sabe que puede llegar en menos de nueve horas ya sea a la Amazonía, al mar, al Salar de Uyuni, al Titicaca, al valle Cochabambino… O la ciudad gringa dentro de México (santa Fe), o el barrio chino de Buenos Aires, o … Sirvan esos trazos como fugaz cita de la vida nómada que implica ser parte de OH!, a los que huelgan sumarse más capítulos.
Los personajes
Pero, como toda gran aventura, las otras grandes lecciones las han escrito o inspirado los personajes. Álvaro Alarcón y su historia como agente de inteligencia en diversas partes del mundo. Marcelo Quezada y una vida en la que conoció, a veces muy de cerca, a figuras como el Che, Mao Tse Tung, Regis Debray, Illich Ramírez (sí el famoso Chacal), etc. Antonio Moreno, que estuvo a punto de ser el primer boliviano en enfrentar a tropas de EEUU desde una playa cubana. O Walter Challapa, ese orureño, oficial del ejército de EEUU que combatió en Irak y que transitó por las fronteras de mayor tensión bélica del planeta. Ese orureño que brindó una ciber entrevista intermitente a OH porque sencillamente estaba en plena zona de guerra y en el tiempo de mayor violencia.
Más allá de los personajes de la línea de batalla, claro, muchos, muchísimos otros, de vidas y talentos notables. El laureado astrofísico boliviano Oscar Saavedra; Claudina Bustillos, la discreta ama de llaves de Klaus Barbie. Ramiro Víctor Paz, el hijo del cuatro veces presidente de Bolivia, con sus testimonios y documentos sobre los avatares poder dentro y fuera, muy lejos, de Bolivia. El carismático Filemón Escobar en los tiempos en que imponía su energía y carácter al dolor, pese a que eran sus últimos días de vida. Andrés Soliz Rada, probablemente, el último de los contadísimos políticos intachables que muy de cuando en cuando nacen. La atleta Nemia Coca y su inquebrantable voluntad de victoria, en cualquier circunstancia.
Claro, en la aventura OH!, no han faltado “grandes” personalidades. Cinco presidentes, una decena o más de ministros, algunos parlamentarios deslenguados. Artistas y actores, unos con los pies en la tierra, y otros con demasiados aires de estrellas. Por lo general, la parte incómoda, pero no por eso no memorable.
Con ellos infinidad de amistades circunstanciales que aportan información, muchas veces indignadas o conmovidas. Que ayudan desinteresadamente y frecuentemente con gran entusiasmo. Activistas, biólogos, periodistas comunitarios, arqueólogos, dirigentes vecinales y hasta algunas “gargantas profundas” que traen nuevos atrevidos desafíos.
Las historias
Y entre los viajes, los lugares y los personajes, la aventura OH! sumó el eje de sus aventuras. Las historias de los unos y de los otros. De lugares, como el Cerro Rico o del segundo Cerro Rico boliviano que es el Aguaragüe. De fenómenos políticos o sociales, como la gran autopista del narcotráfico que abarca varias fronteras. O como la depredación ambiental que ya marca registros mundiales en cuanto a las aguas y bosques bolivianos. O como las mil y una historias de uno de los principales rubros de exportación que tiene el país: seres humanos. Sí las mil y un historias de aquellos compatriotas que cada mes, religiosamente, envían al país las divisas que llegan con más cariño.
La aventura OH! finalmente, tiene grandes y muy queridos compañeros de viaje. En el recuerdo siempre están editoras y directoras (casi todas fueron damas) que tuvieron el don de mantener esta revista en un alto nivel. Para no hacer injustas omisiones, sólo recordaré que, en enero de 2004, una extraordinaria amiga, Mónica Oblitas, me invitó a escribir para OH! Unos días más tarde, Marco Zelaya y María Renee Canelas, excelentes colegas y amigos, formalizaron aquella invitación y me dieron la bienvenida.
La aventura OH!, Ohhhh!, ha sido una fabulosa aventura.
UNA ETERNA APRENDIZ EN OH!
Cindy Romina Soliz Villegas
Mi convicción de que lo que uno decreta se materializa, lo que uno piensa atrae y lo que se visualiza se convierte en realidad, cobró aún más magia cuando redacté mi primer artículo para la prestigiosa revista OH! hace exactamente ocho años, al iniciar mi pasantía en este prestigioso medio (otra aspiración que se materializó, por cierto). Bajo la dirección de María Renée Canelas y la guía de Claudia Eid, me embarqué como una periodista novata, ligeramente inquieta, en mi primera entrevista con la escritora Rosalba Guzmán, abordando el lanzamiento de su última obra literaria.
A lo largo de los años, cada oportunidad para contribuir en la revista ha sido una fuente de desafío y gratificación. Me he sumergido en una amplia gama de temas, desde entrevistas a personalidades destacadas hasta artículos sobre temas tan vitales como la salud menstrual y mental, la lactancia, los viajes, tecnología; así como cuestiones críticas como el consumo de pornografía y la violencia, temas que demandan nuestra atención en la coyuntura actual. Además, participar en la producción de las portadas que ahora embellecen las páginas de esta revista, conmemorando sus fabulosos 25 años de trayectoria ininterrumpida, ha sido un honor y un privilegio.
El equipo detrás de OH! ha ido cambiando con el tiempo, pero siempre ha mantenido su excelencia y compromiso con el periodismo de calidad. OH! es mucho más que una revista; es una fuente de inspiración, un reflejo dinámico de nuestra sociedad y una ventana hacia nuevas perspectivas.
En estos tiempos desafiantes que enfrentamos actualmente, se nos presenta el reto de seguir abriendo nuevos caminos, de mantener viva la esencia de OH! y de adaptarnos a los cambios con ingenio y determinación. No es común que una revista en nuestro país celebre tantos años de éxito y relevancia, y para mí, es un verdadero orgullo formar parte de esta historia que aún está lejos de terminar.
LA FELIZ EXPERIENCIA DE PONER AVENTURA Y MÁS COLOR A LOS DOMINGOS
Norman Chinchilla Cartagena
Mi experiencia personal en la Revista OH! es algo peculiar pues tiene tres fases. Formé parte del equipo OH! desde el primer número y eso duró algunos meses. Luego pasé a ser un lector de la revista, lo que se prolongó varios años. Y, finalmente, volví al periódico y a OH!. Así, creo tener un raro privilegio: a mi participación en el lanzamiento y consolidación de OH! continuó una etapa de lector, especialmente crítico, y luego el retorno.
De esta especie de recorrido de ida y vuelta, sobresale la experiencia de hace 25 años, cuando se preparaba el lanzamiento de OH! como el corolario del relanzamiento de Los Tiempos, todo entero, realizado meses antes.
El entusiasmo y ansiedad del primer número fue, al mismo tiempo, el casi frenético tiempo en el que se conformaba su equipo de redacción, liderado por María Renée Canelas, establecido en dos ciudades, La Paz y Cochabamba, y conectado mediante todos los recursos tecnológicos de entonces… y por el mismo propósito, entusiasmo, convicción y compromiso unánime: un impulso creativo formidable y estimulante que se renovaba cada semana.
Y cada domingo, ya en mi etapa de lector, la ávida incursión en las notas de la revista me recordaba el frenesí de principio de semana, cuando se decidían los temas de la siguiente edición y se ajustaba su enfoque, tratamiento y diseño gráfico.
Temas como El Informe de una agonía –la del río Rocha–, El sexo nuestro de ayer y de hoy, La timidez, La calvicie masculina, La invasión de cigarras en EEUU; y entrevistas a personajes como Luis Arce Catacora –que rehúye irse al FMI–, H. C. F. Mancilla, que radiografía a la élite política, Luis Bredow –que habla del tabloide que dirigía y revolucionó el paisaje de la prensa escrita local– y a muchos y muchas mujeres y hombres notables llenaron esas páginas. Su lectura era una especie de descanso ilustrado en la carrera noticiosa de los días, el alto en un mirador privilegiado.
Ahora, de retorno al frenesí editorial de cada semana, tengo la fortuna de viajar por la geografía local y escribir esas crónicas para prolongar mis viajes en la imaginación de los lectores, mediante estas páginas que ponen más color a los domingos de miles, desde hace 25 años.