Un elemento icónico que marcó la vestimenta de la chola qhochala fue el sombrero blanco de copa y cinta negra. Este accesorio estuvo de moda durante todo el siglo XIX y parte del XX, pero no pudo resistir a la modernidad y en la actualidad ya casi no se usa y su presencia se reduce sólo a eventos culturales y protocolares, donde se hace alusión a Cochabamba.
La historiadora Sayuri Loza precisa que el sombrero de la chola qhochala estuvo muy presente en la sociedad boliviana durante todo el siglo XIX, época en la que era un símbolo de importancia y respeto. Además, la altura de la copa indicaba el lugar de donde se provenía y poderío económico que ostentaba, por lo que mientras más alto significaba que más dinero tenía la mujer que lo portaba.
Para la historiadora del arte y moda, es muy difícil que las vestimentas se queden como eran hace siglos atrás porque surgen cambios inevitables con el paso del tiempo.
El sombrero qhochala de antaño es hecho de hilo y yeso, por lo que es pesado, delicado y tiene un costo elevado. Por esas razones, las mujeres jóvenes de pollera lo han reemplazado por el sombrero de plástico, que es más colorido, durable y liviano, por lo que es ideal para trabajar.
En Cochabamba, algunas mujeres adultas mayores todavía usan el sombrero de copa, pero al disminuir su uso también se ha reducido la fabricación y venta de este icónico accesorio. Uno de los pocos sitios donde todavía se puede encontrar este tipo de sombreros es la sombrerería Boston, en la calle Esteban Arce y Jordán. La administradora del negocio Patricia Torres explica que vende unos 20 sombreros cada mes, pero en agosto y septiembre la demanda se triplica, por el aniversario de Bolivia y Cochabamba, respectivamente. En cambio, el sombrero de plástico tiene un promedio de venta mensual de más de 2 mil unidades.
Torres señala que sólo conoce y tiene dos fabricantes del sombrero de copa qhochala, estos son de la tercera edad, por lo que existe el riesgo de que la producción se pierda con la muerte de estos artesanos. La ejecutiva indica que este sombrero ya no se vende ni en las provincias, por lo que mujeres de la tercera edad que todavía lo usan llegan a la sombrerería desde diferentes sitios a comprarlo o refaccionarlo.
“Todavía algunas mujeres mayores lo usan, pero con copa baja para que no sea tan pesado. Tengo una cliente de 70 años que viene desde Capinota a comprar y refaccionar su sombrero”, añade.
Torres detalla que el sombrero también es diferente en cada región o municipio: en el valle alto, por ejemplo, tiene copa más baja y ala más corta.
El sombrero de copa perdura en la memoria de los bolivianos y es reconocido como un elemento icónico de la mujer de pollera de Cochabamba, por lo que ahora se lo usa para eventos culturales, gastronómicos y protocolares.
“Las mujeres concejales, asambleístas, lo compran (en estas fechas), ellas quieren demostrar que siguen usando este sombrero. En septiembre la demanda es mayor, también lo compran los ballets folklóricos, para eventos gastronómicos y otros eventos protocolares”, dice.
Moda
Actualmente, el sombrero de plástico está de moda entre las mujeres de pollera. Sus variados colores, cintas y flores lo hacen atractivo y ya es característico de las mujeres de pollera en Cochabamba.
El sombrero de plástico se conoce como chapaco, por las flores, y se fabrica en Cochabamba con materia prima que proviene de China, pero la forma, su pintado y decorado lo realizan en las sombrererías.
“A la mujer de pollera le gusta mucho el sombrero; puede no tener zapatos, pero siempre van a tener un buen sombrero”, dice Torres.
Por su parte, Loza asegura que el nuevo sombrero de plástico ya es parte de la identidad de la mujer de pollera en Cochabamba, por lo que sólo queda disfrutar del nuevo sombrero sin olvidar a su antecesor de copa alta.
“La vestimenta es parte de la cultura y la cultura es un elemento vivo. Tenemos nuevas generaciones, que innovan, adaptan y se rehúsan a usar el mismo traje. Es lo que hay, son jóvenes y eso pasa también con las vestimentas occidentales. Tiene que ver también con la comodidad, porque el sombrero de tarro alto era muy pesado, duele la cabeza al usarlo, es incómodo, es delicado y si se cae se rompe”, dice.
Al sombrero de plástico también se lo conoce con el nombre de “intercultural” o qhochala, “lo que quiere decir que ya se ha metido en el imaginario de la sociedad”, explica Loza. Asegura que el cambio es inevitable y considera que lo único que se puede hacer es que el sombrero de copa no se olvide por completo y se use de vez en cuando. “Se debe promocionar su uso en festivales, concurso de la chola de antaño, hacer videos en TikTok hablando sobre su historia”, recomienda.
Loza recuerda que el sombrero de yeso se usaba también en La Paz, Potosí y Chuquisaca, departamentos en los que su uso desapareció casi por completo. Agrega que el sombrero de copa de yeso paceño tenía la copa más pequeña que el de la qhochala, pero por cuestiones comerciales, de moda, comodidad este fue reemplazado en 1925 por el sombrero bombín que actualmente usa la chola paceña.
En cambio, el sombrero de copa potosino y chuquisaqueño tenía el tarro más alto, se adornaba con una cinta más gruesa de colores y hasta flores en el caso del que se usaba en Chuquisaca, pero éstos tampoco ya se usan.
Loza explica que el sombrero de copa de yeso tiene su origen en la moda inglesa, en el sombrero de los peregrinos de copa alta. Este sombrero era hecho con el pelaje de castor, elemento que no se tenía en Bolivia, por lo que se optó por usar paja y yeso.
Elaboración
El sombrero de copa se realizaba en el siglo XIX con paja importada y yeso, lo que lo hacía más liviano, pero debido al elevado costo de esa materia prima, los artesanos optaron por hacerlo con hilo, que se teje y encima van las capas de cola, yeso y pintura. Esto hizo que el sombrero sea más pesado, porque el hilo absorbe el yeso, explica Torres.
Historia
La historiadora Sayuri Loza explica que, después de las rebeliones de Tupac Amaru y Túpac Katari, en 1872, el rey de España impuso un decreto para que los indígenas y criollos adopten un estilo de vestir español a fin de que olviden sus raíces.
El traje español constaba de polleras hasta los tobillos, mantillas sevillanas y botas de media caña de tacón alto. Según la ordenanza, las indígenas de La Paz, Oruro y Potosí debían vestir como en Extremadura (un traje regional español), y las de Tarija, Cochabamba y Chuquisaca tenían que lucir la ropa de la campesina Andalucía, explica Loza.
El traje era usado en España por las chulas, que eran las mujeres de los chulos (hombres que cuidaban toros y hacían de sirvientes). El término se transformó en chola.
La historiadora relata que las mujeres indígenas se apropiaron de la vestimenta, a diferencia de España que tras una “modernización” se dejó de usar la pollera.
Hasta el siglo XX, quitarse o ponerse un sombrero era un símbolo del estatus o la etiqueta que caracterizó a otros tiempos. Además, la Biblia decía que las personas debían tener la cabeza cubierta y quitárselo hasta ahora sigue siendo símbolo de reverencia.