El Gobierno oficializó esta semana la convocatoria al Congreso Plurinacional de Educación 2024, que se desarrollará del 11 al 15 de noviembre, en el municipio cochabambino de San Benito. ¿El motivo? Según la versión de las mismas autoridades de Gobierno, el sistema educativo no está logrando los bachilleres con la calidad necesaria para hacer frente a la educación superior y, deducimos desde este medio, menos para el mercado laboral de la sociedad actual.
Por lo expuesto no podemos sino felicitar por la iniciativa y desear todo el éxito que la situación demande en pro de los estudiantes, del mercado laboral y de las futuras generaciones de este país.
Esta urgencia también se vislumbra al recordarse que la misma ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez recomienda a quienes detentan la gestión de la educación en Bolivia revisar estos lineamientos cada cinco años con el objetivo de perfeccionarse a sí misma, cosa que no ha ocurrido desde su aprobación en 2010, algo que observan los mismos maestros.
Ya era hora de que se revise un sistema educativo que dejaba entrever demasiadas falencias, y dejar atrás los vergonzosos reclamos de aplazados que, so pretexto de hallarse en la promoción, se percibían a sí mismos como intocables y exigían poco menos que nota regalada.
Ya era hora de que se revisen esas conminatorias a los maestros que tengan más del 30 por ciento de su alumnado reprobado y pensar un poco más en el nivel académico en el que la escuela regular deja a los bachilleres en puertas de la universidad u otros centros de formación y profesionalización.
Es urgente dejar de pasar toda la responsabilidad al maestro o de reclamarle resultados de un proceso para el cual no ha sido preparado. Es urgente darles las condiciones, formaciones y estímulos necesarios para asumir la educación en Bolivia, y dejar de lado las amenazas que lo único que han logrado es que ellos regalen la nota a los estudiantes para desligarse de problemas, pero dejando las deficiencias de los estudiantes al siguiente nivel: el universitario o los institutos.
Es urgente también revisar hasta qué punto la educación boliviana se traduce en formación académica y hasta dónde tienen razón quienes observan adoctrinamiento partidario, y abordarlo sin miedo. La educación descolonizadora implica también un sentido crítico y autocrítico.
Por todo ello, habrá que dejar que los protagonistas en tal congreso sean los expertos en educación, que identifiquen los puntos débiles del sistema, que visibilicen a los protagonistas en pro o en contra y que recomienden las mejores soluciones de formación, estímulo y desarrollo de la educación. Hacemos votos por ello.