La noticia del descubrimiento de una nueva cuenca hidrocarburífera, en el norte subandino del país, a partir del pozo exploratorio de Mayaya Centro X1, abre para el Gobierno de Arce y para toda la población boliviana un nuevo escenario de expectativas, un augurio que podría revertir la actual situación de declive hidrocarburífero en el país y una nueva esperanza para el futuro económico de toda la población boliviana.
En el sector se encontró un reservorio que, de acuerdo con las previsiones técnicas, contiene 1,7 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas natural y podrá rendir cierta cantidad de barriles diarios de petróleo. Si se considera que son cinco las estructuras por estudiar y que todas tienen las mismas características se estaría hablando de 7 TCF, el hallazgo más importante en lo que va del siglo, con una rentabilidad de 6 mil millones de dólares. No en vano, el Gobierno se ha permitido llamar a este ciclo “una nueva era” para el país en la producción nacional de gas y petróleo.
El hallazgo, además, ha permitido probar la existencia de un sistema petrolero eficiente en el Subandino Norte Este hecho ofrece la esperanza de mantener a Bolivia como un importante exportador de gas e impulsará una segunda era de producción de hidrocarburos.
El presidente Arce ya ve el hallazgo como una oportunidad para la recuperación de la economía, acompañada con un plan estratégico para la inversión de los recursos que se obtengan con la explotación del pozo.
Por supuesto, comenzar la producción no será tarea sencilla. Primero se tuvo que invertir un total de 76,8 millones de dólares en Layaya. YPFB ha calculado, además, que se necesitan entre 1.300 y 1.500 millones de dólares iniciales. Los expertos calculan que la explotación comercial podría tomar unos cinco años. El Gobierno habla de sólo dos o tres. Incluso el presidente Arce ha instruido allanar todos los percances burocráticos que hubiera en el camino para que la producción se dé lo antes posible.
En fin, habrá que sortear muchas piedras en el camino antes de comenzar, pero al menos ya no es una quimeras como cuando se anunció una alta probabilidad de gas en Lliquimuni y no se hallaron suficientes reservas para una explotación comercial, ya no se trata de presumir haber roto un récord de perforación sin presentar cuantificaciones de reservas ni de proclamar a los cuatro vientos un “mar de gas” (pozo Boyuy X2) sin tener nada en concreto.
Ahora si se trata de un hallazgo real, y todos los esfuerzos deberán confluir para materializar esta nueva fuente de producción, desde los incentivos económicos hasta la seguridad jurídica para hacer posible su explotación y venta y hacer realidad la nueva era en la producción hidrocarburífera.