La XVII edición de la Feria Internacional del Libro de Cochabamba (FILC) no solo ha superado expectativas, sino que ha logrado consolidarse como uno de los eventos culturales más importantes de Bolivia. A pesar de que aún no se cuentan con cifras oficiales de ventas y visitas, un día antes del cierre se calculaban más de 60.000 asistentes, el doble que en la versión anterior.
Este éxito no fue casualidad. La planificación y organización de la FILC demostraron un entendimiento profundo de lo que una feria de libros moderna debe ofrecer: no se trató sólo de vender libros, sino de crear una plataforma cultural vibrante. Con más de 200 expositores, el doble que el año anterior, la feria se destacó por ofrecer una amplia diversidad de actividades, desde conversatorios y presentaciones hasta talleres dirigidos especialmente al público juvenil e infantil.
El nuevo pabellón Gaby Vallejo fue uno de los espacios más concurridos, lo que refleja la relevancia de los esfuerzos de la feria por fomentar la lectura desde edades tempranas. Además, la entrega de 10 reconocimientos a figuras e instituciones clave en el ámbito cultural y literario, como el Banco Central de Bolivia y la Alcaldía de Cochabamba, subrayó la importancia del apoyo gubernamental y empresarial en el desarrollo de este tipo de iniciativas.
Uno de los momentos más relevantes fue la participación internacional, con Perú como país invitado y una delegación chilena de escritores. Esta internacionalización no solo amplió la oferta literaria, sino que reforzó la idea de Cochabamba como un epicentro cultural en la región.
El éxito no estuvo exento de retos. Uno de los problemas más evidentes sigue siendo la marcada diferencia entre los precios de los libros originales ofrecidos en la feria y las copias pirata que se venden fuera de ella. La feria logró superar esta barrera con una oferta cultural que iba más allá de lo comercial, creando una experiencia que no puede replicarse en un mercado de copias pirata.
No hay que dejar que el entusiasmo de esta edición se apague. La FILC 2024 sentó bases firmes para las futuras ediciones, pero para continuar con este impulso, será necesario seguir invirtiendo en nuevas ideas y formas de atraer lectores. También, que el Gobierno acompañe este crecimiento con políticas que hagan los libros más accesibles, como la reducción de impuestos a las importaciones de libros y el fomento a las editoriales e imprentas locales.
La feria de Cochabamba no solo celebró la literatura, sino que demostró que, con planificación, visión y apoyo, es posible consolidar un evento cultural de alto nivel, capaz de inspirar a lectores, escritores y editoriales por igual. Ojalá que el próximo año traiga aún más innovación, participación internacional y, sobre todo, más lectores que se sumen a este gran festival de las letras.