“Algunos piensan que la victoria china es inevitable; yo no lo creo”. La contundente frase fue lanzada por José María Aznar, durante un coloquio realizado la semana pasada en el auditorio de la CAF en Montevideo, al que pude asistir, y donde el expresidente del Gobierno de España hizo comentarios sobre la expansión china que deberíamos tener muy en cuenta en Bolivia.
“Pensar que la presencia de China en América Latina no va a tener consecuencias políticas es absolutamente absurdo”, dijo Aznar, señalando que el vacío dejado por EEUU y Europa respecto de la región debe terminar, dando lugar a una política de responsabilidad democrática que compita con la creciente influencia de Pekín.
También criticó las miradas cortoplacistas de muchos liderazgos, afirmando que “los políticos del mundo viven hoy en la inmediatez y hay un déficit muy grande de pensamiento estratégico. Si los líderes no tienen visión a mediano o largo plazo, es muy difícil pedírsela a los pueblos”.
En el coloquio organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) y el Instituto Atlántico, el exmandatario cuestionó, además, otros fenómenos, como las distorsiones en el concepto de derechos humanos, remarcando que “los derechos son de la persona, no de ciertos grupos, tribus o colectivos”. En este campo, llamó a distinguir los derechos de las aspiraciones, sin lo cual se termina con “países inviables”.
“La privacidad ha desaparecido de nuestras vidas. Y la desaparición de la privacidad hace a las personas menos libres. Hoy somos menos libres”, advirtió, en relación con algunas de las consecuencias de la revolución digital y de la inteligencia artificial.
“El riesgo mayor es el cambio vertiginoso y de era que se está viviendo. El mundo de hoy es el que más oportunidades ha tenido, pero es el más vulnerable porque ha renunciado a ámbitos propios (de las personas)”, dijo.
Sin embargo, se mostró optimista sobre el futuro de la democracia, que puede “ser frágil, pero no débil, si mantiene la fuerza de la libertad”. “En el mundo que se viene, mi confianza en la democracia radica en la fuerza de la libertad”, recalcó.
Sobre la crisis y transición energética global, se declaró partidario de la descarbonización, pero en un marco realista que reconozca que “vamos a convivir con el petróleo y con el gas mucho tiempo” y que los Acuerdos de París no pueden ser “un axioma que olvide que los seres humanos tienen derecho al crecimiento, a comer, a vestirse, a vivir”.
Sin duda, los conceptos del líder liberal deberían movernos a la reflexión, en particular en los países donde diferentes formas de autoritarismo se perpetúan a la sombra de potencias como China y Rusia, contrarias a las instituciones democráticas que protegen la autonomía del individuo.