La plaza principal de Cochabamba está completa. Está la fuente de las Tres Gracias, el legendario Cóndor, la fiel Columna de los Héroes y, desde ayer (el miércoles), el viejo reló, como dicen con cariño los abuelos en el oriente boliviano.
Basta con elevar la mirada hacia la torre de la Catedral y las pupilas se topan con el antiguo cronómetro.
Desde este miércoles por la tarde, ha vuelto a marcar las horas.
Los cochabambinos, los turistas o todo aquel que transite por la plaza principal ahora puede contrastar la hora de su pulsera o la de su celular con la del reloj de la Catedral. Sus manecillas ya giran de nuevo, aun cuando estuvieron paralizadas muchos años.
Este volver a espolear el tiempo sucede gracias al insigne Carlos Balderrama, un potosino de sangre, pero qhochalo de alma que ayer hizo gala de un oficio que casi nadie conocía: relojero de iglesias.
A don Carlitos se lo conocía por su potente voz locutora y su gran elocuencia pedagoga. Pero ¡vaya que lo hace bien arreglando mecanismos! Le bastaron un par de horas para que el longevo reloj echara de nuevo a andar y marcar el ritmo del tiempo con su sonoro tictac, ya casi olvidado.
Así, la plaza principal luce completa y orgullosa, incluido el fluir de los ciclos con las manecillas del viejo reloj.