Finalmente me tocó. Un aspirante a estafador intentó venderme el cuento de los dólares.
La estafa consiste en proponer dólares más baratos desde una cuenta hackeada. Se pide a la víctima transferir el valor en bolivianos, asegurando que los dólares se entregarán lo antes posible. Obviamente, ese momento no llega nunca...
Esta gente se aprovecha de un sentimiento muy humano: la codicia. Y sin duda, hay algo de ingenuidad también.
En cualquier caso, cada vez que me encuentro con este tipo de delincuentes, llego a la conclusión de que son, de alguna manera, más despreciables que los criminales violentos.
Los cogoteros, por ejemplo, como mi amigo Rangaranga, ponen en riesgo su integridad física cuando asaltan a sus víctimas.
Naturalmente escogen a los más débiles y vulnerables, como todo cobarde, pero aun así siempre existe la posibilidad de que terminen malheridos. Los estafadores de Internet, en cambio...
No digo que los cogoteros sean buenos, por supuesto. Afirmo solamente que son sabandijas algo menos desagradables que los estafadores anónimos, como las ratas frente a las cucarachas, digamos.
Por favor, tengan cuidado, amigos.