Cuando se habla de “La metamorfosis” del genial Franz Kafka, muchas veces se desliza una confusión al señalarse que Gregorio Samsa, el personaje central de esta obra, una mañana despierta sobre su cama convertido en una monstruosa cucaracha y otros señalan transformado en un horrendo escarabajo, como si ambos insectos fueran la misma cosa cuando tienen características distintas, pero curiosamente observamos que algunas particularidades de estos dos insectos pareciera que se reúnen más bien en determinados individuos de la especie humana.
Si a la cucaracha se la observa a través de una lupa, su imagen es verdaderamente horripilante, los biólogos dicen que es un insecto carroñero, antihigiénico y que para en lugares indeseables. Indican que aplastar o pisotear una cucaracha no es una buena idea porque difícilmente muere, y por el contrario genera varios problemas de higiene y salud en la sociedad porque es vector de bacterias. Las cucarachas son indestructibles a los pisotones, escobazos, insecticidas e incluso a las bombas explosivas, puesto que en cualquier momento nuevamente aparecen cuando se las creyó muertas y son tan extraordinarias que inclusive viven sin cabeza a lo largo del tiempo, además son muy ágiles y flexibles. No gustan de la claridad y se mueven en la oscuridad.
Estas características parece que son compartidas por algunos políticos, incluso cuando los expertos dicen que las cucarachas han desarrollado una gran capacidad olfativa, al igual que los políticos cuyo desarrollo los lleva al oportunismo convenenciero, señalando también que este insecto practica el canibalismo, como los políticos cuando se devoran entre ellos. En cuanto a que los políticos igualmente pueden actuar sin cabeza es un hecho por demás conocido, así como también como son ágiles y flexibles, pues pueden brincar de un bando partidario a otro con agilidad admirable, siendo evidente que planifican y maniobran en las penumbras y no a luz pública, además cuando todos creen que el político ha muerto en sus ajetreos, en cualquier momento reaparece con cinismo renovado. En todo caso, paralelamente a la cucaracha, el politicastro es un vector que transmite infección moral al grupo humano.
En cuanto a los escarabajos, los expertos dicen que “la caca es su comida preferida y su sitio de citas, cuando ven estiércol se lanzan sobre él como hienas sobre su presa, hacen una bola del excremento y lo hacen rodar hasta un lugar seguro”. Los políticos también hacen rodar la cosa pública hasta sus bolsillos. “Este insecto -dicen los biólogos- que se entierra cada día pareciendo muerto, pero emerge de la tierra cada vez”, al igual que algunos políticos que resucitan después de haber muerto políticamente hace decenas de años atrás. También en su insaciable apetito de poder, al igual que el escarabajo que se come basura, el político puede “comerse sapos”, tal como decía el expresidente Walter Guevara Arze.
La actividad del político, su hábitat, los ejercicios acrobáticos que desarrolla son bastante parecidos a la de los blatodeos y artrópodos descritos, pero quizás estas analogías sean sólo meras imágenes falsas.
El lector quitará, aumentará o negará rotundamente las semejanzas y diferencias de estos insectos con relación a la especie política de los humanos, pero tengo la impresión de que “Gregorio Samsa”, de “La metamorfosis”, es la abominable cucaracha más que el repelente escarabajo, aunque reconozco que es difícil inclinarse por uno o por otro insecto.