DW y Efe
Luego de que un grupo de hombres armados y encapuchados copara el estudio de un canal de televisión en Guayaquil, el martes 9 de enero de 2024, Ecuador sigue en vilo. Tras el ataque a TC Televisión, el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, declaró el estado de “conflicto armado interno” por atentados de grupos criminales a los que calificó de “terroristas”.
Esos incidentes, que pusieron en jaque la seguridad nacional del país, comenzaron con la crisis tras la fuga de la cárcel de José Adolfo Macías, alias ‘Fito’, líder de Los Choneros. Se trata de una de las bandas criminales más peligrosas del país, junto con los Lobos y los Tiguerones, por sus presuntos nexos con carteles mexicanos del narcotráfico, como el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación. La plataforma de investigación y análisis InsightCrime informa que Los Choneros surgieron como brazo armado de un cartel colombiano.
En vista de estas alianzas internacionales del crimen organizado, ¿están las organizaciones criminales extendiendo sus tentáculos por la región?
Diversificación
“Si bien no se puede hablar de una expansión territorial de los grandes carteles en América Latina, sí estamos frente a una diversificación de los puntos de actividad del tráfico internacional de drogas y otros crímenes en la región, un fenómeno que marcó los últimos 40 años”, dice Ivan Briscoe, director del Programa para América Latina del International Crisis Group.
“Pero, a lo largo de estos 40 años, también hemos visto el desmantelamiento de grandes organizaciones criminales, como carteles de Colombia y México, entre otros”, añade.
Sin embargo, hay datos que llaman la atención. En Chile, por ejemplo, se produjo un aumento de los homicidios sin autor conocido, que pasaron de un 23% a un 41% entre 2018 y 2022, según el informe de 2023 del Centro Nacional para la Prevención de Homicidios y Delitos Violentos. Según el portal de periodismo investigativo Ciper, eso es interpretado por expertos como señal del crecimiento y la impunidad del crimen organizado.
También en barrios suburbanos de la ciudad de Rosario, en Argentina, la violencia relacionada con el microtráfico de cocaína va en aumento desde hace casi una década. Y el principal grupo criminal brasileño, Primer Comando de la Capital (PCC), opera junto a carteles mexicanos y las mafias albanesa e italiana, la ‘Ndragheta, según InsightCrime.
Sitio crítico
“Su ubicación entre los dos mayores productores de cocaína, Colombia y Perú, hace de Ecuador un lugar especialmente favorable por su acceso al océano Pacífico”, dice Sebastián Hurtado, presidente de la consultora líder de riesgo político Prófitas, con sede en Quito. “Sin embargo, a medida que los productores y las bandas criminales vayan encontrando otras zonas por donde transitar en sus operaciones, se van a expandir hacia otros países de la región”, advierte.
A nivel global, las bandas criminales con control territorial aumentaron el 23% entre 2021 y 2023, reporta el Índice Global del Crimen Organizado.
Cambio de estrategia
Ivan Briscoe explica que “ya no hay, como antes, grandes capos ni organizaciones transnacionales que controlan los múltiples eslabones del tráfico de drogas. Actualmente, existe un ecosistema de actores y grupos criminales que se asocian para diferentes actividades, y eso les da la posibilidad de entrar en nuevos mercados en Latinoamérica”.
Rosario, por ejemplo, es un centro urbano portuario cuyas cargas “son utilizadas por grupos del narcotráfico que influencian a los grupos criminales ya enquistados en zonas, por lo general, pobres”. Así, se observa “una presión en Sudamérica con un movimiento de los flujos de narcotráfico no solamente hacia el Pacífico, sino también hacia el Atlántico”. La globalización y la rapidez de las redes sociales los favorecen .
Agujeros negros
La mitad de la frontera entre Ecuador y Colombia, de 586 kilómetros, es selvática y “sigue siendo muy porosa” a pesar de los esfuerzos de ambos países por mejorar los controles, señala por su parte Sebastián Hurtado.
Pero este no es el único “agujero negro” que favorece el narcotráfico. Briscoe menciona a la zona tripartita en el Amazonas, entre Perú, Brasil y Colombia, “que tiene altos niveles de pobreza y autoridades corrompibles”, y también a la Triple Frontera, entre Argentina, Paraguay y Brasil, “donde se ha visto un notable incremento de la violencia, debido a la influencia de grupos narcotraficantes”.
Sin embargo, los carteles de Colombia y México operan distinto a como lo hacían 10 o 20 años atrás, puntualiza Briscoe. “Ya no tratan de penetrar en otros territorios para controlar la cadena de narcotráfico. Se sabe que ahora los grandes carteles alquilan terrenos y rutas, que ellos controlan, a organizaciones que actúan a nivel internacional, asegurándose así la logística y la seguridad, un modelo que se ve a menudo”, explica el experto.
“Vemos que hay carteles mexicanos que actúan como intermediarios, con mucho dinero en efectivo y poder económico, y que están buscando los mejores aliados para su negocio en otros países, sin lugar a dudas”, asegura.
La debilidad institucional hacen que Ecuador sea suelo fértil para el lavado de activos, especialmente del narcotráfico”, afirma Sebastián Hurtado. Eso hace más difícil identificar grandes transacciones sospechosas , añade.