La balanza energética de Argentina no solo logró revertir su saldo negativo sino, además, acumular su mayor superávit en 17 años gracias a la creciente actividad en la gigantesca formación de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta.
Según datos oficiales, en los primeros diez meses de este año la balanza comercial energética ha acumulado un saldo positivo de 4.300 millones de dólares y, según proyecciones oficiales y privadas, podría cerrar el año con un superávit de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares.
Este resultado supone un giro respecto al déficit que Argentina ha registrado desde 2011, a excepción de 2020, un año anómalo por los efectos de la pandemia.
"La dinámica de la balanza energética continúa consolidándose con una muy buena performance de las exportaciones de hidrocarburos combinada con una fuerte contracción de sus importaciones. En los primeros diez meses del año, la balanza energética alcanzó el mayor superávit desde 2007", resaltó el banco CMF en un informe.
Las exportaciones de crudo, gas y otros energéticos crecieron en los primeros diez meses del año un 23,4 % interanual, a 7.995 millones de dólares, mientras que las importaciones se desplomaron 48,8 %, a 3.693 millones de dólares.
Para Leonardo Piazza, director de la consultora LP Consulting, la clave de este cambio de tendencia es Vaca Muerta, en el suroeste de Argentina, la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo.
La colosal formación, que comenzó a ser explorada por la petrolera YPF, controlada por el Estado argentino, en 2013, ha recibido desde entonces inversiones por 50.000 millones de dólares para su desarrollo.
"Las inversiones que se hicieron en su momento ahora están rindiendo sus frutos. Hay un flujo inercial: ya está generando producción", dijo a EFE Piazza.
Una década después del inicio de la explotación en Vaca Muerta, la producción es récord, lo que ha permitido a Argentina no solo reducir sustancialmente su necesidad de importación de gas en el invierno austral sino también contar con crecientes saldos exportables de hidrocarburos.
"Esto tiene una incidencia muy positiva en la balanza comercial de Argentina, que ya no dependerá solo de sus exportaciones agrícolas. Y el flujo de divisas por las mayores exportaciones permitirá incrementar las reservas monetarias del Banco Central", señaló Piazza.
Vaca Muerta, en donde también operan petroleras como Shell, ExxonMobil, Chevron, Total, Wintershall, Vista, Pan American Energy (PAE), Pluspetrol y Pampa Energía, entre otras, ya representa más de la mitad del gas y del petróleo que produce Argentina.
Las recientes obras de ampliación de gasoductos y oleoductos han incrementado la capacidad de transporte y exportación.
Argentina exporta gas natural a Chile y en breve lo hará a Brasil a través de la red por la que antes importaba gas desde Boliva, mientras que sus principales compradores de crudo son Estados Unidos, Chile y Brasil.
La ampliación del oleoducto Oldelval y la construcción del oleoducto Vaca Muerta Sur -un proyecto en el que intervienen varias petroleras, con una inversión de 2.600 millones de dólares- hacen prever un importante salto en las exportaciones de crudo.
"Se estima que el consorcio Vaca Muerta Sur podría generar exportaciones anuales por 30.000 millones de dólares a partir de 2027", resaltó CMF.
A ello se suman dos millonarios proyectos para producir y exportar gas natural licuado (GNL), uno liderado por YPF y otro de PAE, con potencial para convertir a Argentina en el quinto proveedor mundial de ese combustible hacia 2030.
Según un informe de la firma PwC publicado días atrás, el desarrollo masivo de Vaca Muerta y los proyectos conexos podría elevar el superávit energético de Argentina a más de 30.000 millones de dólares para 2030, desplazando al sector agrícola como principal generador de divisas del país suramericano.