El presidente Luis Arce garantizó ayer que mientras esté en el Gobierno “nunca” elevará el precio de los combustibles para no afectar a la población de menores ingresos.
Explicó que un ajuste en el precio tendría “enormes consecuencias” para la economía boliviana que, “hoy por hoy, depende de la importación” de la gasolina y el diésel.
“Es muy fácil en una economía ajustar por el lado de los precios. Es decir, es muy fácil por ejemplo incrementar el precio de la gasolina (…) Incrementar ese precio fundamentalmente afectaría a los más pobres, a los más humildes y eso nuestro gobierno nunca lo hará”, aseguró.
Al respecto, el presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Fernando Romero, indicó que al Estado le cuesta casi $us 8 millones por día importar combustibles y el año pasado la subvención llegó a los $us 1.818 millones. Es gracias a este gasto, dijo, que el 2023 se cerró con una tasa de inflación del 2,12%.
Afirmó que esta cifra no reflejan la verdadera capacidad de compra o adquisición de los ingresos de los bolivianos que cayó en los últimos años, sobre todo, por la inflación importada.
Observó que no se refiriera a la escasez de dólares y la caída de las RIN en un 90%.