Los fantasmas estaban ahí, otra vez posados sobre Marcelo Bielsa. Ganaba Uruguay 2-1 y dejaba atrás una racha de cuatro partidos sin ganar ni convertir. Pero una pelota al área del local, en el minuto 5 de adición, encontró la pierna de Andrés Gómez para el 2-2 de Colombia, que lo festejó con alegría. La cámara fue directo al entrenador rosarino y en su rostro estaban las dudas. Sin embargo, al electrizante partido le quedaba la última bola al aire y después de varios rebotes Manuel Ugarte la clavó abajo para hacer delirar al Centenario en el minuto 100 del complemento.
Así, la Celeste se tomó revancha del escandaloso juego de la Copa América y quedó como escolta de Argentina. Para Bielsa, además, llegó la paz necesaria tras la polémica por los dichos de Luis Suárez acerca de la mala convivencia del plantel con el DT.
Claro que no le fue sencillo a Uruguay imponerse. Colombia es, posiblemente, el mejor equipo sudamericano del año. Ya que los dirigidos por Néstor Lorenzo habían realizado una notable Copa América en la que perdieron la final en tiempo suplementario ante Argentina. Ese buen andar, además, logró trasladarlo a las Eliminatorias, en donde derrotó con autoridad a la Scaloneta en Barranquilla. Y este viernes realizó otro gran juego ante Uruguay.
La primera parte de Colombia fue muy buena. Algo por destacarle a Lorenzo: hace que el equipo juegue bien sin importar los intérpretes. En Montevideo, el entrenador argentino optó por sentar en el banco a James Rodríguez para aprovechar el presente de Juan Fernando Quintero. Se habrán lamentado los hinchas de Racing al enterarse que Juanfer estaría desde el inicio: la final de la Copa Sudamérica, del sábado 23 en Asunción, está a la vuelta de la esquina.
Por el contrario, los que no lloraron la presencia del zurdo fueron los propios colombianos: disfrutaron de un hermoso gol de tiro libre de Quintero. Es verdad que la ejecución contó con una gran ayuda del arquero Sergio Rochet, aunque la pegada fue fenomenal.
La etapa inicial culminó con la ventaja mínima para los colombianos y no estuvo bien: tal vez merecían un gol más. Fue superior de principio a fin porque Uruguay fue una sombra de lo que supo ser en las primeras fechas. La Celeste lució apagada, sin el sello peculiar de los elencos que comanda el rosarino. Cuesta ver a un equipo del Loco que corra poco. Algo de eso sucedió en esa etapa inicial.
Antes del gol de Juanfer, Jhon Durán, el compañero de Dibu Martínez en Aston Villa, erró un gol imposible: le ganó en el salto a Rochet, pero con el cabezazo le erró al arco vacío. Sobre el final, el arquero le tapó un buen remate desde afuera a Richard Ríos.
En el complemento sucedieron dos cosas que cambiaron el rumbo del partido: Colombia se replegó innecesariamente y Davinson Sánchez se metió un gol en contra luego de un buen centro de Marcelo Saracchi, que después abandonaría el campo de juego con una fatiga en el gemelo izquierdo. Uruguay, con ese tanto fortuito, volvió a convertir tras cuatro juegos. Y el empate lo llenó de energía.
Apareció entonces la garra charrúa y la intensidad típica de los equipos de Bielsa. El segundo gol lo anotó Rodrigo Aguirre, atacante de 30 años de América de México que debutó en la Selección Mayor.
Las secuencias finales fueron atrapantes. Colombia empató con algo de suspenso porque se revisó una posible falta de Yerry Mina. Parecía empate y problemas para Bielsa. Pero el destino le hizo un guiño al DT y el ingresado Ugarte puso el 3-2 para el delirio del Centenario. Y para el alivio del Loco.
Estamos solo en el inicio de la época de lluvias y ya comenzaron a ocurrir desastres provocados por las precipitaciones: en Tarija, en La Asunta, La Paz y Sucre. Y las alertas de posibles crecidas de ríos, emitidas por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología, son más frecuentes: tres dos semanas.
La situación de profunda crisis que vive nuestro país, admitida recientemente por el presidente del Estado, además de reflejar el fracaso del modelo económico vigente, es el resultado de la imposición del populismo, una estrategia de gestión del poder que ha producido graves daños en todos los ámbitos de nuestra institucionalidad.
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La política, por su naturaleza, es transitoria y el poder, cuando se ejerce de forma desmedida, tiende a desgastarse con el tiempo. En Bolivia, el escenario actual refleja este fenómeno con claridad. El liderazgo de Evo Morales, quien una vez fue visto como un defensor del pueblo, ha involucionado hacia una figura que, en su afán de mantener el control, ha recurrido a alianzas con sectores adversos al bienestar de la ciudadanía.
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Autoestima y amor propio representan lo mismo. La autoestima femenina ha estado enraizada en las mujeres de todos los tiempos, quizá con mayor lucidez en unas que en otras, pero presente quizás sin ser nombrada en las mujeres que sentían que la obediencia no era lo suyo, que los condicionamientos y normas sociales las agobiaban, que las sociedades estructuradas les asignaban papeles de cuidado y las mantenían al margen del mundo del conocimiento.
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Hay modus operandi que identifican indubitablemente a los regímenes dictatoriales que existen a lo largo y ancho del planeta. Algo que caracteriza a varios de ellos, es que hacen uso de la democracia liberal para acceder al poder y luego la destruyen para perpetuarse en él. En ese afán no para mientes en perseguir no sólo a opositores, sino también a todo aquel que no cumple las órdenes del “mesías” de turno, sea este exguerrillero, pseudo indígena, “líder nato” o lo que fuese.
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