Fabricio Lobatón, Comunicador social
La historia de la música en Latinoamérica, sin duda alguna, está marcada por momentos de brillante alquimia sonora —una serpiente eléctrica que muda su piel sin perder su veneno ancestral—. Dos de estos momentos cruciales nacieron de la visión de Los Mirlos en la Amazonía peruana y Los Ronisch en los valles cochabambinos, arquitectos sonoros que, desde diferentes geografías, compartieron una misma ambición: reinventar los ritmos ancestrales, a través del prisma de la modernidad electrónica.
Bajo el cielo ardiente de Moyobamba, cerca de una selva que se maneja bajo sus propias reglas, Jorge Rodríguez y sus cómplices gestaron en 1973 una conspiración musical al ritmo de cumbia. Lo que comenzó como Los Saetas —un experimento familiar nutrido por las influencias de Enrique Delgado— pronto evolucionaría hacia Los Mirlos, tomando su nombre de un ave tan versátil como sus ambiciones musicales.
“El mirlo es un pajarito muy inteligente”, reflexiona Rodríguez. “Si le enseñas una palabra, la aprende y la recita”, un mantra por el cual el grupo empezaría a fabricar un sonido tan peculiar, el “sonido amazónico”, que absorbería influencias dispares debido a la condición geográfica de su tierra natal. Un territorio rodeado por una historia de migraciones, donde los sonidos de la selva, ritmos precolombinos e instrumentos electrónicos de otros continentes, se unieron para crear algo único: la cumbia amazónica psicodélica.
Paralelo en tiempo, pero distante en geografía, en 1987, los valles de Cochabamba vieron nacer a Los Ronisch, bajo la visión de Paulino Rodríguez. Herederos del eurobeat, el pop y el rock, su travesía musical refleja una búsqueda similar por la innovación. Su nombre, tomado de la aristocrática marca alemana de pianos —usualmente asociada para las presentaciones de cueca— presagiaba ya una vocación por fusionar lo clásico con lo contemporáneo. La banda transitó por varios géneros hasta encontrar su verdadera voz en 1999, cuando revolucionaron la escena musical boliviana al fusionar ritmos de huayño, cueca, carnavalito; con teclados y sonidos electrónicos, dando nacimiento a la cumbia andina boliviana.
Esta revolución musical en ambos países emergió desde los márgenes, cargando un poderoso componente subversivo. En Perú, la cumbia amazónica surgió como la voz de una región históricamente marginada, donde los ritmos psicodélicos y las letras cargadas de realidad social desafiaban las nociones establecidas de la música “culta” limeña.
Los Mirlos, junto a otras agrupaciones amazónicas, crearon un sonido que revolucionó la música y dio voz a una identidad regional frecuentemente ignorada por el centralismo cultural. De manera similar, en Bolivia, la cumbia, especialmente en su variante andina, nació como una expresión de resistencia cultural. Los Ronisch, al fusionar elementos de ritmos tradicionales de fiesta y darle un aire fresco con ritmos modernos, creó un nuevo estilo musical que también desafió las jerarquías culturales establecidas.
Esta transformación coincidió con el ascenso de una nueva clase comerciante en las ciudades bolivianas y con las crecientes olas migratorias hacia Argentina, España y otros países, que retroalimentaban las influencias de los temas, enriqueciendo el género con sonoridades disco y electrónicas de estos destinos. Esta mezcla representó una democratización del espacio musical, permitiendo que sonidos tradicionalmente marginados llegaran a ocupar el centro de la escena cultural a nivel mundial. Clásicos como “Prefiero estar lejos” y “El sonido de Los Mirlos” se han convertido en himnos atemporales que siguen inspirando a nuevas generaciones de músicos, quienes continúan reimaginando y manteniendo vivo este legado revolucionario.
Ambas agrupaciones comparten un notable paralelismo en su aproximación a la música: la incorporación deliberada de instrumentos electrónicos y la fusión de géneros aparentemente dispares. Los Mirlos infiltraron las guitarras eléctricas en la matriz selvática, mientras Los Ronisch introdujeron sintetizadores en los ritmos andinos. Esta sofisticación instrumental no fue casual, fue el resultado de una profunda comprensión de las corrientes musicales globales de sus respectivas épocas y del deseo de crear ritmos más bailables y contagiosos. Su innovadora propuesta musical transformó la manera de vivir la música tropical y andina en las pistas de baile, conquistando a generaciones de seguidores que, hasta la actualidad, llenan los escenarios donde se presentan.
La presentación inaugural de Los Mirlos en Bolivia, programada para el 16 de noviembre de 2024 en el Bamba Fest de Cochabamba, representa la convergencia de dos tradiciones revolucionarias de la música latinoamericana. El festival, celebrado en el Proyecto mARTadero, se convertirá en el escenario donde la cumbia amazónica psicodélica (MoyoBAMBA) dialogue por primera vez con la tierra que vio nacer la cumbia andina moderna (CochaBAMBA).
Mientras Los Mirlos preservan su historia en un museo personal en la residencia de Jorge Rodríguez, preparando un libro y celebrando su legado con el documental “La danza de Los Mirlos”, Los Ronisch han dejado una huella indeleble como pioneros que trascendieron fronteras, siendo reconocidos como “los Beatles de la cumbia sureña”. Ambas agrupaciones demuestran cómo la verdadera innovación musical y celebra medio siglo de evolución musical continúa. Como el ave que les da nombre, Los Mirlos han demostrado una extraordinaria capacidad de adaptación y renovación, manteniéndose en vuelo constante sobre el paisaje musical peruano, planeando con gracia sobre nuevos horizontes sonoros, sin perder jamás la altura que los convirtió en leyendas.