Conmovidos y con mucha fe, así comienzan a llegar decenas de devotos de Argentina al templo de San Ildefonso de Quillacollo para reencontrarse con la Virgen de Urkupiña.
La gratitud y el anhelo de volver a verla mueven a los feligreses de Salta y Jujuy a viajar hasta dos días para visitarla en “su casa” y acompañarla en la celebración de su fiesta.
Este es el caso de Demetria Troncoso, una devota que se trasladó desde el departamento de Cerrillos en Salta por tercer año consecutivo para llegar a los pies de la “mamita”.
Contó que su devoción surgió por influencia de una amistad que le permitía ir a su domicilio para rezarle a la imagen de la Virgen María de Urkupiña.
Troncoso dijo que se animó a peregrinar luego de que una amiga le regalara una imagen y comentó que la creatividad con la que se decora el templo le sorprende en cada visita.
Similar es la emoción que siente Matías Sayus, otro peregrino del norte de Argentina que llegó a Quillacollo para expresar su cariño y amor por la Patrona de la Integración Nacional.
“Son 10 años que vengo peregrinando a la casa de la madre. La conocí con sólo ocho años cuando una boliviana la llevó a mi pueblo y empezó a difundir la devoción, fue un enamoramiento a primera vista que he llegado a compartir con mi familia, por eso mis padres me regalaron una imagen de ella”, mencionó.
Sayus puntualizó que viajar con una imagen de la Virgen es todo un desafío porque implica esmero y gastos adicionales, pero a la vez es satisfactorio.
En medio de este contexto, este miércoles se llevará a cabo la Entrada Folklórica con la participación de 80 fraternidades.
El director de Cultura de la Alcaldía, Mauricio Zambrana, informó que se armó un palco para recibir a 400 invitados y confirmó la participación de una delegación de autoridades de Salta y Sao Paulo (Brasil).
Mientras las autoridades municipales priorizan los actos protocolares para atender a las visitas, cientos de comerciantes se asientan en las calles del municipio para vender variedad de productos y graderías para los espectadores. Los costos oscilan entre 50 y 140 bolivianos, según se pudo constatar.