Tras haberse convertido en una zona prácticamente fantasma durante los dos últimos meses de ofensiva aérea israelí, los castigados suburbios beirutíes del Dahye se volvieron a llenar este miércoles tras la entrada en vigor de un acuerdo de alto el fuego entre el Líbano e Israel.
Por las calles resuenan ráfagas esporádicas de disparos al aire, incluidas de fusiles de asalto, para celebrar el final de los bombardeos en una zona que ha quedado salpicada de edificios derrumbados, montañas de escombros y fachadas que desafían la ley de la gravedad.
Frente a las ruinas aún humeantes que dejó uno de los ataques de la intensa oleada que precedió a la entrada en vigor de la tregua a las 4.00 de la madrugada de este miércoles (22.00 del martes en Bolivia), un grupo de jóvenes ondea banderas del grupo chií libanés Hizbulá entre gritos de celebración y consignas de lealtad a su asesinado líder Hasán Nasrala.
Estampas similares se repiten esta mañana en algunas rotondas del Dahye, cuyas carreteras se han vuelto a llenar de vehículos. Algunos llevan colchones atados al techo, signo del retorno de los desplazados, y otros circulan en pequeñas caravanas, haciendo sonar música y vítores celebratorios.
Volver a casa
Tamara es una de las muchas vecinas que este miércoles han vuelto a los suburbios tras pasar el grueso de la campaña aérea iniciada el pasado 23 de septiembre en una vivienda de alquiler en la localidad de Broumana, una zona montañosa de mayoría cristiana cercana a la capital donde buscó refugio con su familia.
"Estoy muy feliz de haber vuelto a mi casa y, lo más importante, al Dahye. Hay algunos daños, pero gracias a Dios lo principal es regresar a nuestra tierra", explica en declaraciones a EFE, comentando los efectos de los bombardeos israelíes en su vivienda.
Sin embargo, otros de su círculo han corrido peor suerte, pues solo alrededor de la mitad de sus parientes han podido regresar como ella este miércoles. "Algunos de ellos perdieron sus casas, de modo que no han vuelto", relata la joven.
1,2 millones de desplazados
El Líbano, y especialmente los cerca de 1,2 millones de desplazados por la campaña aérea, vivieron la noche del martes pegados a las noticias a la espera del anuncio israelí que confirmaría la aprobación del cese de hostilidades, contando las horas para su entrada en vigor.
En Beirut, muchos pasaron la noche en vela esperando el final de la última campaña de ataques lanzada en la recta final de la violencia por Israel, que el martes por la tarde emitió órdenes de evacuación sin precedentes para toda la ciudad, coincidiendo con intensos bombardeos también en el Dahye.
"Nos quedamos despiertos esperando todo. La destrucción que estaban causando fue masiva, pero no importa, porque regresamos", zanja Tamara.
Viviendas destruidas
La mañana de hoy, miercoles, algunos vecinos ya retiran cascotes y basura de las entradas de negocios o viviendas, tratando de iniciar cuanto antes la vuelta a la normalidad. En una calle plagada de devastación, un anciano retira, con una espumadera, el polvo de cemento acumulado en los escalones de su puerta.
No solo los desplazados del Dahye, si no también los del sur y este del país, comenzaron a moverse hacia sus hogares nada más entrar en vigor el alto el fuego.
"A las 6.00 (0.00 de hoy en Bolivia) estábamos aquí. Yo, mi madre y mis hermanos todos estábamos aquí a las 6 en punto", explica a EFE el joven Ali, que perdió su casa bajo los ataques, especialmente intensos en esta zona.
También perdió a un hermano que combatía con Hizbulá y que pereció en Khiam, una localidad meridional muy cercana a la frontera de facto con Israel, donde se ha concentrado el grueso de los enfrentamientos iniciados entre las partes en octubre del pasado año y también de la más reciente escalada.
"Nací aquí y viví aquí y aún estoy aquí", comenta Ali, contento de estar en el Dahye este miércoles.
No muy lejos, otro desplazado, que prefiere mantener el anonimato, explica que durante los últimos dos meses había estado alquilando una vivienda alternativa en una zona más segura. "Claro que saqué a mi familia, tengo hijos", sentencia a EFE.
Afirma que "todas" las instalaciones de su empresa han quedado destruidas, incluidos dos almacenes de 3.000 metros cuadrados llenos de materiales que se vinieron abajo en las últimas semanas debido a la violencia. Pero, como muchos, se contenta pensando que todo parece haber terminado por fin.
"Me siento muy feliz de que la guerra haya parado, y de que todo el mundo esté volviendo a casa para ver sus tiendas y edificios", concluye.