La rinitis alérgica, comúnmente conocida como “fiebre del heno”, es más que un simple inconveniente estacional; es una condición que puede alterar drásticamente la calidad de vida de quienes la padecen.
Según la alergóloga e inmunóloga Adela Amaya Mejia, “la rinitis alérgica es un proceso inflamatorio en la mucosa de la nariz, que en este caso está desencadenado por el contacto con un alérgeno, donde el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada frente a sustancias inofensivas pero en caso de estos pacientes, su sistema inmune las identifica erróneamente como nocivas”. Asimismo, la alergóloga Norma Guerra Solis, menciona que esta inflamación de la mucosa nasal es provocada principalmente por alérgenos como el polen, los ácaros del polvo, el moho y epitelio de animales.
¿Cuáles son las causas?
Los principales factores que predisponen a que una persona pueda desarrollar rinitis alérgica, y que ambas especialistas coinciden, es la predisposición genética, es decir tener antecedentes familiares de alergias o atopía. La exposición a alérgenos, el contacto frecuente con sustancias alergénicas. Además de las condiciones ambientales como vivir en áreas con alta contaminación del aire, lugares con temperaturas extremas, así como la exposición frecuente al humo del tabaco, incrementa el riesgo de desarrollar rinitis alérgica.
“Ahora ha cobrado mayor relevancia la contaminación del medioambiente como el aire contaminado, los incendios forestales, el parque automotor y también la contaminación de los alimentos, como el consumo de alimentos transgénicos, fumigación, etc.”, menciona la Amaya. Como resultado de estos factores, se puede observar un mayor índice de niños y jóvenes de padecer una rinitis alérgica a temprana edad y no estar con un tratamiento adecuado por falta de información, subrayan las profesionales.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas más comunes de la rinitis alérgica, según Guerra, incluyen picor en la nariz y los ojos, secreción nasal acuosa, estornudos frecuentes y congestión nasal. Estos síntomas, aunque pueden parecer leves, tienen un impacto significativo en la vida diaria de quienes los padecen. A diferencia de otras afecciones respiratorias, como el resfriado común, los síntomas de la rinitis alérgica tienden a prolongarse en el tiempo y no se acompañan de fiebre ni de malestar general.
Guerra señala que estos síntomas suelen manifestarse en épocas específicas del año, como la primavera y el otoño, cuando los niveles de polen son más altos. Además, pueden desencadenarse por situaciones concretas, como la exposición al polvo doméstico o el contacto con animales.
¿Cómo diferenciar rinitis alérgica con un resfriado?
“Ambos cuadros se parecen mucho, ambos presentan nariz tapada (obstrucción nasal), fluidez nasal, picazón en la nariz y estornudos”, menciona Amaya. Esta similitud en los síntomas puede llevar a confusiones, especialmente durante las temporadas de alergias, donde el polen y otros alérgenos están en su punto más alto. Sin embargo, es fundamental reconocer las diferencias clave que permiten un diagnóstico adecuado.
Por otro lado, en el caso del resfriado “existe un ataque al estado general del paciente, con fiebre, escalofríos, dolor e inflamaciones, que no se presenta en el caso de rinitis alérgica”, añade.
Esta distinción es importante para entender que, mientras la rinitis alérgica se manifiesta principalmente a través de síntomas nasales y oculares sin afectar el bienestar general, el resfriado está asociado con un malestar más amplio que incluye síntomas sistémicos. Así, identificar correctamente si se trata de una rinitis alérgica o un resfriado puede influir significativamente en el enfoque del tratamiento y la recuperación del paciente.
¿Cómo afecta a la calidad de vida de los pacientes?
“Se puede afectar la calidad de vida de estos pacientes, tanto a nivel físico como emocional”, menciona Guerra. Por ejemplo, puede ocasionar alteraciones del sueño, dificultad para dormir, con la consiguiente fatiga diurna, disminución de la concentración provocando dificultades en el trabajo y disminución del rendimiento académico, así como también tener impacto en las actividades sociales.
Además, la rinitis puede afectar a los pacientes a nivel emocional y psicológico, contribuyendo a aumentar la ansiedad y el estrés, pudiendo llevar incluso a síntomas depresivos.
Otra consecuencia considerable que menciona Amaya es la afectación a nivel bronquial, ya que “esto puede llevar a provocar concentración de oxígeno en la sangre más bajas de lo que se debería tener, eso da mayor somnolencia y menor rendimiento escolar o laboral”.
Asimismo, mantener un estilo de vida saludable es primordial para evitar repercusiones en la condición de vida, “una dieta equilibrada, ejercicio físico regular, evitar irritantes de la vía aérea y evitar el estrés, son claves para mantener nuestro sistema inmunológico funcionando adecuadamente”, aconseja la alergóloga Norma Guerra.
Tratamiento
Los tratamientos disponibles para la rinitis alérgica se basan en tres grandes pilares. La primera es la evitación, si se sabe que acercándose una persona a los animales empieza a estornudar; evitar tener mascotas dentro de casa. Los medicamentos son parte de los pilares ya que ayudan a controlar los síntomas como picazón en la nariz, fluidez o congestión nasal. Finalmente, la inmunoterapia específica que son vacunas hechas por el alérgeno culpable “si el alergólogo ha identificado que el alérgeno que provoca es el epitelio del gato entonces la vacuna estará hecho del mismo y se va administrando en dosis ascendentes, con la finalidad de que el sistema inmune se eduque y ya no reaccione contra el gato”, explica Amaya.
Es fundamental que quienes padecen rinitis alérgica se informen y busquen apoyo médico adecuado. Con un enfoque proactivo y el compromiso de adaptar su entorno y estilo de vida, es posible no sólo reducir la frecuencia e intensidad de los episodios alérgicos, sino también disfrutar plenamente de cada momento sin que la alergia interfiera sus vidas.