Cuando visité hace poco el Museo Nacional de Antropología de México, entendí la fuerza primigenia que sostiene este gran país. Que más allá de los héroes de la revolución mexicana, Don Francisco Madero, el legendario Pancho Villa o el mítico Zapata, está la fuerza y empuje del ciudadano de a pie. De los hombres y mujeres y mujeres del mundo popular que venden tacos en canasta en las principales calles, avenidas de la Ciudad de México, que corren apresurados a las abarrotadas estaciones del metro para llegar a sus casas. Esta ciudad está llena de olores y sabores de comida de los diferentes estados. La comida es una celebración diaria y festiva. Lo he visto en los cafés y en las barras de comida del campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En esos lugares, veo desfilar cientos de jóvenes de sonrisa abierta y aire esperanzado. Es que la educación superior les abrirá oportunidades inéditas en un país donde las desigualdades comienzan a acortarse, pero aún persisten.
Los jóvenes están contentos con los cambios políticos que trae la nueva presidenta, creen que son señales de mayor igualación social y mejores salarios. Me han platicado la importancia que tuvo en su momento el incremento del salario básico gracias al anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador. Hoy es un político que recibe el reconocimiento de sus conciudadanos. Su mayor logro es haber mejorado los índices de pobreza según la Cepal (2024) y haber sido como uno de ellos, ni más ni menos. Los aíres nuevos de México los expresa a cabalidad Claudia Sheinbaum Pardo, que viene de una generación de gente formada en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad de la Nación, que representa el conocimiento en función del crecimiento y proyección del país.
Observo con atención los rostros de los jóvenes con los que me cruzo por la avenida universidad, rumbo a la UNAM. Son de sectores medios y están orgullosos de ser parte de la universidad que encarna el espíritu del país. Una universidad que despliega iniciativas innovadoras, como la creación hace unos años de la Coordinación para la Igualdad de Género, hoy a cargo de la investigadora Norma Blázquez. Esta oficina es un escenario para potenciar el liderazgo activo y la presencia de las mujeres en los espacios universitarios. Donde las voces de las feministas de la cuarta ola y las feministas históricas se entrecruzan en propuestas innovadoras y creativas. Desde ahí se esclarece la visión de educar sobre la opresión patriarcal y las formas de promover la igualdad, como un resorte para sociedades más inclusivas.
Otro espacio que contribuye al avance de México en términos de investigación regional es el Centro de Estudios China-México (Cechimex) y la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China (Red ALC-China), ambas situadas en la Facultad de Economía de la UNAM, lideradas por Enrique Dussel Peters, economista mexicano, acompañado de un equipo colaborativo compuesto por Laura Montero, Simone Buratti y Gustavo Garay. En el Cechimex, los investigadores de diferentes países del sur global, Europa, Estados Unidos y China indagan y escriben artículos científicos sobre temáticas diversas ligadas a China, su proyección económica, política, su historia, su cultura, los proyectos de infraestructura en AL con capitales chinos, la inversión extranjera directa de China y, por supuesto, las relaciones China-México en diferentes ámbitos y proyecciones. La Red ALC-China cuenta con un Monitor de la infraestructura china en América Latina que se actualiza año tras año y aborda los proyectos de infraestructura de China en América Latina desde 2005 hasta 2024, contribuyendo a una versión actualizadas de los proyectos de infraestructura ejecutados en los países de la región, la información sobre las empresas chinas a cargo de los proyectos y los empleos que éstos generan en los países.
Me deja pensando este México de nopales y flores, de voces poderosas e insurgentes como la compositora y cantautora Vivir Quintana. Más que la grandeza territorial del país —aunque ha tenido pérdidas territoriales en el pasado— está la sabiduría y dignidad de sus culturas ancestrales, los mexicas, los aztecas, los mayas. Como bien dice el Huehuetlatoli I, que eran narraciones en náhuatl, colocado a la entrada de una de las salas del Museo Nacional de Antropología, “Ten cuidado de las cosas de la tierra. Haz algo. Corta leña. Labra la tierra. Planta nopales. Planta magueyes. Tendrás que beber. Que comer. Que vestir. Con eso estarás en pie. Serás verdadero. Con eso andarás. Con eso se hablará de ti. Se te alabará. Con eso te darás a conocer”.
Me voy con México en el alma, hasta la próxima vez.