El Día del Padre es un momento especial para reflexionar sobre las relaciones entre padres e hijos, especialmente cuando éstas se entrelazan con pasiones profundas y que han sabido trazar un camino conjunto hacia la excelencia.
Desde el cine hasta la literatura, desde el teatro hasta el periodismo, estas dinastías nos inspiran con sus historias de conexión, aprendizaje y crecimiento mutuo
EL LEGADO EN LA PANTALLA
Para el reconocido cineasta Marcos Loayza, la celebración del Día del Padre adquiere un significado aún más profundo al ver cómo dos de sus tres hijos han seguido sus pasos en la industria del cine.
“Una de las cosas que más agradezco a la vida es haberme dado la suerte de poder tener siempre cerca a mis tres hijos en casi todas las actividades y trabajar juntos”, comparte Marcos, quien ha dejado una huella indeleble en el cine boliviano con obras como “Cuestión de fe” y “El corazón de Jesús”.
Sus hijos, Alejandro y Santiago Loayza, han heredado no sólo su pasión por el cine, sino también su dedicación y talento para contar historias a través de la pantalla grande. Alejandro, en particular, recuerda cómo la carrera de su padre influyó profundamente en su propia pasión por el séptimo arte. “El cine ha estado presente en nuestras vidas desde que éramos muy chicos. En casa siempre había una película que ver, e ir al cine era una actividad común en nuestros fines de semana”, comparte.
Marcos no sólo les ha transmitido conocimientos técnicos sobre la industria cinematográfica, sino también valores fundamentales. “El consejo que más valoro es el de llevar rodajes en armonía con todo el equipo. El hecho de no tener tensiones en el set se ve reflejado en el resultado final”, dice Alejandro.
Por su parte, Santiago recuerda cómo la influencia de su padre lo llevó a explorar el cine de autor desde una edad temprana. “Siempre hubo buen cine en casa. Recuerdo una particular vacación en la que todos mis amigos y primos habían viajado, y tenía todo el día libre. Me pasaba el día viendo tres o cuatro películas”, relata.
El orgullo de Marcos por los logros de sus hijos es palpable. “Cuando hay reconocimientos públicos a su trabajo, me siento orgulloso. Pero también muchas veces, en la intimidad, quedo admirado por la lucidez de sus conclusiones y por lo brillante de sus propuestas”, comparte.
Además de trabajar juntos en proyectos cinematográficos, la familia Loayza ha compartido innumerables experiencias en el mundo del cine, desde visitas al set de rodaje hasta viajes para mostrar su trabajo en festivales internacionales. “Ya son 13 años que trabajamos juntos, así que son muchas las veces que hemos coincidido disfrutando nuestra pasión”, dice Santiago, recordando con cariño su primer festival de cine en Buenos Aires.
Julián, el tercer hermano, traza su camino como economista para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, Estados Unidos. A pesar de su trayectoria en el ámbito económico, Julián no ha sido ajeno al mundo artístico que define a su familia. En múltiples ocasiones, se ha unido a la visión creativa de su padre y hermanos, aportando su perspectiva única y su apoyo en el proceso de realización cinematográfica.
ENTRE LETRAS Y REFLEXIONES
En el mundo literario, a menudo se habla de la influencia de los padres en la elección de carrera de sus hijos. Para Dennis Lema, arquitecto y escritor debutante, esta influencia es innegable, especialmente cuando su padre es el reconocido autor Gonzalo Lema.
“Todo el ambiente literario en el que viví desde chico influyó en mí”, comparte Dennis. “Los libros que me entregaba mi padre de la maravillosa biblioteca que tenemos en casa, las largas conversaciones sobre historia, política, novelas, cine y fútbol... todo esto bajo la premisa de que un escritor no sólo escribe novelas, sino que construye y expresa una opinión personal sobre la vida”.
De su padre, Dennis ha aprendido valiosas técnicas de escritura y consejos literarios. “Para ser escritor es indispensable incorporar la lectura dentro de la rutina diaria, pero es fundamental ser muy selectivos”, dice. “También me enseñó a no encarar la lectura ni la escritura con estrés, menos con sufrimiento, sino con puro gusto y placer”.
La obra de Gonzalo Lema ha sido una fuente constante de inspiración para Dennis. “Me gustan muchísimo las novelas y los cuentos que tienen como protagonista a Santiago Blanco”, explica. “Es muy entretenido y, a la vez, es una radiografía cruda de la sociedad heterogénea, racista y corrupta en la que vivimos”.
El reconocimiento público de seguir los pasos de su padre es algo que Dennis valora profundamente. “Es muy grato saber que la sociedad reconoce en mi papá a un individuo ético”, comparte. “Seguir sus pasos significa también conservar su buena reputación, y ésa es una responsabilidad muy grande”.
Por su parte, Gonzalo Lema expresa su orgullo por el camino literario de su hijo. “Dennis es un lector permanente”, destaca. “De adolescente comenzó a solicitarme listados de diez libros para leer con cierto orden. Esa costumbre la conservamos hasta ahora. Sin embargo, pronto él comenzó a traer autores y libros de su propia búsqueda, así que se volvió ‘nuestra’ relación”.
La relación entre padre e hijo ha trascendido la mera influencia literaria. “Dennis me aportó con títulos para varias de mis novelas y observaciones puntuales”, comparte Gonzalo. “Con el tiempo comencé a leer sus artículos y a discutirlos con él, en reciprocidad, antes de publicarlos”.
“Me sorprendió con la novela hecha, en original. La leí con sorpresa, por supuesto, profundamente conmovido. Es un escritor de la nueva generación. Sus influencias provienen del cine, de la música y de su propio entorno social”, comentó sobre la nueva obra de Dennis, “Autorretrato con la oreja vendada”, que publicó recientemente.
Para Gonzalo, la admiración hacia sus hijos es tan vasta como el universo de sus propias pasiones. Gabriel, su otro hijo, ha elegido un camino distinto al de sus hermanos, siendo arquitecto pero encontrando su pasión en la música. Y junto a ellos, Eldy Margarita, su compañera de vida, ha sido un pilar fundamental en este viaje compartido.
“Creo, sin duda alguna, que los cuatro nos hemos hecho juntos”, expresa Gonzalo.
TRAS LAS HUELLAS DEL TEATRO
Para Mariana Bredow, el teatro no es sólo una profesión, es una herencia genética que fluye a través de las generaciones. Hija del destacado actor de cine y teatro Luis Bredow, Mariana encontró en las tablas su hogar desde una edad temprana.
“Es asombroso sentir que el teatro está en nuestras células, transmitido de generación en generación. Ver cómo el teatro es parte de nuestra anatomía, cómo aparece en mis sobrinos, me hace sentir parte de algo más grande que mi voluntad”, expresa Mariana con emoción.
Desde sus primeros días en los ensayos del Teatro del Umbral, con la compañía de sus padres, Mariana absorbía cada detalle del arte teatral. Aunque sus padres no la obligaban a actuar, ella se sentía parte de las obras, aprendiendo todos los oficios del teatro con pasión y dedicación.
La influencia de su padre, un artista talentoso y profundo, ha sido fundamental en el desarrollo de Mariana como actriz. “Mi papá me ha inculcado la pasión por el análisis dramatúrgico, por descubrir lo que está detrás de las palabras y las acciones. Es un trabajo fascinante de detectives”, comparte Mariana con admiración.
Además de ser un actor creativo, Luis ha sido su mejor maestro y compañero en el camino del arte. “Él comprende cada uno de mis pasos, en profundidad. Es el mejor lector y colega que tengo, mi mejor amigo de la vida entera”, afirma con gratitud.
Para Mariana, seguir los pasos de su padre no ha sido una decisión consciente, sino un camino natural en búsqueda de la alegría de la creación. “No he sentido un desafío o una exigencia de su parte hacia mi vida ni mi carrera. A mí me sale la vida sin deseos de ser nada, soy lo que soy sin buscar ser otra cosa”, reflexiona.
FORJANDO VERDADES
La sombra de un padre puede ser una guía poderosa en la vida de un hijo, y, para Gabriel Nogales, la influencia de su padre, el respetado periodista José “Chechi” Nogales, ha sido una luz desde sus primeros días.
Desde la infancia, Gabriel acompañaba a su padre al trabajo, absorbiendo no sólo los entresijos del periodismo, sino también la pasión y el compromiso que su padre dedicaba a su labor. La presencia constante de su padre se convirtió en una motivación constante para seguir sus pasos.
La ética, el respeto y la responsabilidad son los pilares que Gabriel aprendió de su padre y que aplica tanto dentro como fuera de la televisión y la radio. Para él, el periodismo es más que una profesión, es una vocación de servicio que debe ser ejercida con integridad y compromiso hacia la verdad.
Sin embargo, seguir los pasos de un destacado periodista como fue José “Chechi” Nogales no es tarea fácil. Gabriel reconoce el desafío inherente a llenar los zapatos de su padre, pero encuentra consuelo en la posibilidad de cumplir uno de sus sueños: hacer una producción de alcance nacional que muestre el talento periodístico de Cochabamba, un proyecto que su padre estuvo cerca de lograr.
Una experiencia que Gabriel atesora es haber compartido el escenario con su padre en los inicios de su carrera, presentando juntos en el noticiero de Canal 2. Este momento único selló una conexión indeleble entre padre e hijo, una experiencia que Gabriel guarda con cariño en su corazón.
Como padre de dos niños, Gabriel anhela que sus hijos encuentren la felicidad en lo que decidan emprender en la vida, al igual que él lo ha encontrado en el periodismo. Y al mirar hacia atrás, Gabriel reconoce que muchas de las actitudes que tiene con sus hijos son un reflejo de las enseñanzas y el amor incondicional que recibió de su padre.
En la travesía de Gabriel Nogales en el periodismo late el legado de un padre que no sólo le enseñó los entresijos de la profesión, sino también los valores fundamentales que guían su camino en la vida. Con cada historia que cuenta, cada palabra que pronuncia, Gabriel honra el espíritu de su padre, llevando consigo su legado con orgullo y gratitud.