Desirée Durán, figura pública reconocida en Bolivia, ha recorrido un camino lleno de aprendizajes y reflexiones que han moldeado la mujer que es hoy. Desde su niñez hasta la actualidad, Desirée ha enfrentado diversos desafíos que han fortalecido su carácter y su fe.
Desirée recuerda con cariño su niñez, un periodo lleno de sueños y aspiraciones. A los seis años, se encerraba en el baño de su madre, el lugar más privado de la casa, para practicar modelaje y ensayar discursos.
“Esa niña de seis años estaría muy feliz y satisfecha con esta mujer ahora”, afirma con una sonrisa, reflejando la satisfacción de haber cumplido sus sueños.
Sin embargo, para convertirse en esa mujer tuvo varios tropiezos. Reconoce que el aprendizaje es doloroso y que cada persona debe enfrentar sus momentos críticos para pulir su carácter y paciencia. Desirée enfatiza que estos desafíos, aunque duros, son necesarios para convertirse en mejores personas y alcanzar la plenitud. Para Desirée, entender que todo en la vida tiene un propósito y que Dios tiene un plan para cada uno ha sido crucial.
“Cuando nos centramos en eso, todo nos ayuda para poder mejorar, todo nos sirve para poder escalar, para poder avanzar”, explica. Su fe le ha permitido disfrutar de la libertad y enfrentar las pruebas con una actitud positiva, aprendiendo a valorar las experiencias difíciles como oportunidades para crecer.
LA ANSIADA CORONA DE MISS UNIVERSO
En pleno 2024, Desirée reflexiona sobre su camino y las oportunidades que se presentaron y se perdieron. Recuerda con claridad el día que regresó a Bolivia después de participar en Miss Universo, el año 2006. A pesar de la celebración que la esperaba en el aeropuerto, ella se sentía derrotada, abrumada por una sensación de fracaso por no haber ganado la corona. Este sentimiento la sumió en una profunda frustración, una oscuridad que la acompañó durante años.
Uno de los momentos más significativos de su vida ocurrió ese mismo momento, cuando decidió dejar Los Ángeles abruptamente, renunciando a una oportunidad potencialmente transformadora en la industria del entretenimiento. Desirée reveló que, mientras estaba en reposo durante su primer embarazo, se dio cuenta de que el productor que había visto en televisión era Quincy Jones, alguien con quien había tenido la oportunidad de conectarse en Los Ángeles. Durante años, se cuestionó por qué no se quedó en esa ciudad para perseguir sus sueños de actuación y modelaje.
Sin embargo, con el tiempo, Desirée llegó a entender que todas las experiencias de su vida, incluso las que parecían errores, han sido parte de un plan mayor. Atribuye su crecimiento y estabilidad actual a estas experiencias, reconociendo que en ese momento no estaba preparada para el tipo de éxito y las tentaciones que podrían haberla desviado de su verdadero propósito.
Hoy, ella vuele a Los Ángeles y junto a sus cuatro hijos: Ronny, María Agustina, María Victoria y Cristian.
Desirée Durán no descarta la posibilidad de que las oportunidades que una vez dejó pasar puedan presentarse nuevamente. Con una visión renovada y un sentido de propósito claro, está abierta a lo que el futuro le depare, confiando en que cada experiencia la ha preparado para afrontar nuevos desafíos con sabiduría y gracia.
LA BÚSQUEDA DE LA PLENITUD
Desirée reflexiona sobre la diferencia entre buscar felicidad y encontrar paz. En la era de las redes sociales, donde los estímulos rápidos y momentáneos están al alcance de un dedo, es fácil caer en la trampa de la búsqueda constante de felicidad. Sin embargo, para Desirée, la verdadera plenitud reside en encontrar estabilidad y paz, algo que ha logrado al centrar su identidad en lo que Dios dice de ella.
“He aprendido a sentar mi identidad y mi seguridad en lo que Dios dice, porque es la única forma que he encontrado de poder permanecer cuando vienen los tiempos complicados”.
Vivir en el ojo público trae consigo presiones constantes. Desirée ha aprendido a liberarse de estas presiones al enfocarse en su propósito y en lo que realmente importa.
“Mientras yo entienda que tengo un propósito de parte de Dios, voy a depender de lo que Dios diga de mí y voy a vivir libre de toda esta presión que hay en la sociedad,” afirma con convicción. Esta perspectiva le ha permitido mantener la paz y estabilidad en su vida, a pesar de las críticas y expectativas externas.
Una parte significativa de su vida ha sido la transformación espiritual. En un momento crítico, mientras enfrentaba la posibilidad de abortar a su último hijo, Desirée encontró una nueva perspectiva en su fe. Decidió enfrentar sus problemas con una renovada relación con Dios, lo que le permitió ver su vida de una manera diferente. A través de la fe, descubrió una identidad y un propósito que trasciende las dificultades.
Su decisión de bautizarse mientras enfrentaba un embarazo complicado marcó un punto de inflexión en su vida. Aceptó que la verdadera fuerza proviene de su relación con Dios, no de los logros materiales o la aceptación social.
DESAFÍOS PERSONALES Y APRENDIZAJES
Hablando de sus propias experiencias, Desirée menciona cómo su vida ha sido un viaje de aprendizaje continuo. Desde su juventud, ha enfrentado desafíos significativos, como la decisión de no casarse a pesar de estar embarazada y bajo el escrutinio público. Explica que en ese momento, no se sentía segura ni comprendía plenamente el valor de seguir un orden divino en su vida. Sin embargo, a lo largo de los años, ha llegado a apreciar la importancia de tomar decisiones conscientes y responsables.
Enfatiza que, aunque la vida nunca es fácil, la actitud con la que enfrentamos las adversidades marca la diferencia. La verdadera esencia de la vida radica en cómo usamos nuestros sacrificios para construir algo significativo, tanto para nosotros como para quienes nos rodean.
Desirée hace hincapié en que la vida es una serie de etapas: momentos buenos y malos, abundancia y escasez. La clave, según ella, es estar preparado para ambas, aprendiendo a disfrutar el presente mientras se construye hacia un futuro equilibrado. “Los sacrificios deben tener un propósito claro,” explica, “y deben contribuir al bienestar propio y del entorno”.
“EN CASA LAS PUERTAS NO SE CIERRAN”
Desirée comparte cómo en su hogar no hay puertas cerradas, ni siquiera en los baños, lo que ha facilitado un ambiente de conversación abierta y natural sobre el cuerpo y la sexualidad. Ella cree firmemente que hablar de estos temas desde la infancia hace que las conversaciones más difíciles sean más fáciles de manejar más adelante.
Enfatiza que es crucial hablar con los hijos sobre estos temas en casa, porque si no se hace, ellos buscarán la información en otros lugares, donde pueden recibir mensajes distorsionados o inadecuados. “Lo que no hablemos en nuestra casa, lo que no hablemos con nuestros hijos, alguien más se lo va a estar hablando y de forma manipulada”, advierte.