En 2007, Ronald Salvador Casso Casso, piloto militar, ingeniero en sistemas electrónicos y magíster en Administración y Dirección de Empresas con especialidad en Marketing, fue designado gerente general de Boliviana de Aviación (BoA), una empresa que comenzó desde cero y hoy es la aerolínea más grande del país. En una entrevista con la Revista OH!, Casso comparte su trayectoria marcada por el esfuerzo, la disciplina y la visión estratégica, cualidades que lo llevaron a liderar, hasta ahora, un proyecto estatal que transformó el transporte aéreo en Bolivia.
- ¿Qué lo motivó a ingresar al Colegio Militar de Aviación y cómo fueron sus primeros años?
- Fue una decisión difícil que tomé de adolescente con muy poca información. En ese entonces, había también pocas opciones y la posibilidad de ingresar al Colegio Militar de Aviación era muy atractiva para mí. Me motivaba el ámbito militar, la disciplina y la oportunidad de trabajar con aviones, algo que parecía tan moderno y llamativo. Logré aprobar los exámenes y comencé mi formación ahí. Mis primeros años fueron gratificantes. Tuve la satisfacción de ganar una beca en el primer año para estudiar en la Academia de la Fuerza Aérea Brasileña, un instituto de altísimo nivel. Allí recibí una formación integral, que me preparó para enfrentar altos niveles de estrés y presión. Salí piloto de profesión, hice mis primeras horas de vuelo, aprendí de buena fuente las técnicas de pilotaje militar y vine con especialidad de piloto de caza (aviones de combate). Es una preparación que marcó estos primeros años y el resto de mi vida.
- ¿Qué papel tuvo la ingeniería en su desarrollo profesional?
- La ingeniería era algo que quería hacer y un sueño que postergué. Siempre me interesaron las matemáticas y a mis 27 años, mientras trabajaba como piloto en la Fuerza Aérea, decidí hacer un vestibular y entrar a ingeniería en sistemas electrónicos. Me fue bien y esa decisión coincidió con la revolución tecnológica de los años 90. Ambas carreras se han ido complementando con el tiempo. Me preparé bastante bien sin saber para qué era y acabé en un trabajo que permite coronar toda esa cantidad de información, conocimiento y reflexión para un cargo que requiere todo este tipo de formación.
- ¿Cómo llegó a liderar BoA y cuáles fueron los principales retos al inicio?
- BoA se hizo grande porque empezamos absolutamente de cero donde hasta los sueños eran limitados. BoA es un proyecto que escribí en la Fuerza Aérea con otro ámbito de aplicación. Ese proyecto posteriormente fue modificado y me pidieron que me encargue de una de una reformulación del proyecto en un ámbito civil totalmente fuera de la Fuerza Aérea para hacer una línea aérea estatal de esa manera acabé siendo convocado para trabajar en el Ministerio de Obras Públicas inicialmente donde pudimos formar un equipo sensacional de personas que hemos ido sumando en el camino y que han permitido llegar a donde estamos hoy día por supuesto esto no es una obra de una persona sino de un equipo muy dedicado y sobre todo muy profesional. Evidentemente hoy somos una empresa muy grande que genera muchos recursos, muchas fuentes de empleo, pero fundamentalmente esto tiene una base en ese conocimiento, en esa dedicación y entrega de ese equipo de los primero años.
- Bajo su liderazgo, ¿cómo se expandió BoA y cuál fue la estrategia detrás de ese crecimiento?
- Desde el principio nos enfocamos en tres pilares: diversificación tarifaria, ampliar la oferta de vuelos y romper la barrera cultural de que volar era sólo para un segmento específico de la sociedad. Estudiamos el mercado, ajustamos los precios para hacerlos accesibles y logramos que más personas consideraran el transporte aéreo como una opción viable. El crecimiento fue exponencial gracias a esa estrategia que buscaba democratizar el transporte aéreo. En los primeros cinco años, superamos nuestras metas iniciales: en lugar de cinco aviones, llegamos a tener diez; y en lugar de 30 vuelos diarios, alcanzamos 100. Esa base de la estrategia inicial ha sido fundamental.
Sin embargo, la competencia fue muy dura al comienzo. En Bolivia, las agencias de viajes controlaban el mercado y estaban alineadas con una aerolínea que dominaba en ese entonces. El primer año no teníamos ninguna agencia asociada y, para contrarrestarlo, implementamos promociones como el 2x1, que no había en Bolivia, y un programa de fidelidad básico con boletos gratis. Estas estrategias atrajeron a los pasajeros directamente a nuestras oficinas. Al cabo de un año, las agencias de viajes comenzaron a firmar contratos con nosotros porque vieron que el mercado se inclinaba a favor de BoA. Así logramos consolidarnos en un mercado muy competitivo. Nuestro enfoque es conectar a Bolivia con el mundo, atrayendo turistas y sirviendo a la comunidad boliviana en el extranjero, como Buenos Aires, en Argentina.
- ¿Quiénes han sido sus mentores y cómo influyeron en su estilo de liderazgo?
- Mi principal mentor fue mi padre, un agricultor que afortunadamente para nosotros vivió hasta sus 95 años. Las lecciones más grandes de la vida me las dio mi padre y creo que eso marca cómo pones en la balanza las opciones y tomas una decisión en la vida; yo soy así. Hasta hoy que no está físicamente, me siguen sirviendo todas sus orientaciones. El padre, la madre son las personas que te quieren ver bien sin ningún otro interés, por lo tanto, su consejo es genuino. Esa fortaleza y formación inicial que te da la familia es fundamental. También tuve excelentes profesores en Brasil y México, que me ayudaron a reflexionar y tomar decisiones informadas.
- ¿Qué legado le gustaría dejar en la industria de la aviación y en BoA?
- La empresa queda y quisiera que dure mucho tiempo, que continúe creciendo y aportando al desarrollo de Bolivia. Quiero que quienes trabajan aquí encuentren motivos para sentirse realizados y felices. En lo personal, mi mayor gratificación sería ser recordado como alguien que marcó positivamente en la vida de las personas.